[En una existencia anterior, Shakyamuni] fue un monarca, mientras que usted es una mujer plebeya. Mientras que él no tuvo nada que temer de su reino, a usted su nación la castiga; es una persona común del Último Día de la Ley, mientras que Shakyamuni fue un venerable de épocas pretéritas. Y sin embargo, la determinación de usted ya es superior a la de él. ¿Podrían entonces sus futuras recompensas no ser iguales a las de Shakyamuni? ¿Podrían no equipararse a las de él?[22]
EL APOYO AL DAISHONIN EN LA ISLA DE SADO Y EN EL MONTE MINOBU
A continuación, estudiemos un pasaje de Respuesta a la monja laica Myoichi, texto que se ha incluido por primera vez en la edición revisada en japonés de los escritos del Daishonin.
En la conclusión de la carta, el Daishonin escribe «En el vigésimo sexto día del cuarto mes», y el contenido sugiere que fue escrita durante su exilio en la isla de Sado. También menciona que «El sacerdote Ben[23] está viviendo en Kamakura este año», en referencia a un discípulo del Daishonin, también conocido como Nissho, considerado uno de los seis sacerdotes principales. Esto indica que las circunstancias recientes habían permitido a Nissho residir allí [habiéndose aplacado la persecución contra los seguidores del Daishonin]; por eso se acepta que el texto podría datar de 1273.
La destinataria de la misiva, la monja laica Myoichi, era una discípula de fe pura que apoyaba al Daishonin entre bastidores, enviándole ofrendas sinceras incluso mientras vivía en Sado y, más tarde, en el monte Minobu.
En 1271, el Daishonin había sufrido crudos ataques por parte del Gobierno, en la persecución de Tatsunokuchi y el posterior exilio en Sado.[24] Al mismo tiempo, las autoridades también extendieron este injusto trato a los discípulos del Daishonin en Kamakura, a quienes confiscaron sus tierras o expulsaron de sus lugares de residencia, y sometieron a multas y otras medidas punitivas. En el fragor de estos hostigamientos, muchos de ellos abandonaron la fe.
El marido de Myoichi fue uno de quienes sufrieron la confiscación de propiedades. No obstante, con el deseo de apoyar a su maestro, la mujer envió a uno de sus sirvientes para asistir al Daishonin.
Terremotos y epidemias estaban causando estragos en todo Japón. El país también se hallaba convulsionado por la amenaza de una inminente invasión mongola y por el estallido de luchas internas en el seno del clan gobernante.
Pero la monja laica Myoichi, sin dejarse perturbar por las difíciles circunstancias que se veía obligada a sobrellevar, continuó tomando acciones resueltas para ayudar a su maestro. El Daishonin le escribió esta carta en agradecimiento.
LA MÁXIMA ALABANZA A LA DETERMINACIÓN DE LA MONJA LAICA MYOICHI
En este pasaje, el Daishonin no ahorra palabras de alabanza a la monja laica Myoichi por su sincera fe y su constante apoyo y asistencia a él, el devoto del Sutra del loto. Compara la sinceridad de ella con la que se aprecia en las ofrendas de la propia vida que Shakyamuni llevó a cabo en muchas existencias anteriores.
Justo antes de la frase que estamos estudiando, el Daishonin relata cómo un rey de tiempos lejanos había servido al vidente Asita[25] durante mil años y había podido aprender de él los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo. Ese monarca –explica en el texto– tiempo después renació como Shakyamuni.
La dedicados esfuerzos de Myoichi –una persona común empobrecida– en la fe son mucho más valiosos que los de aquel antiguo rey, declara. Luego plantea una pregunta retórica: ya que la determinación de ella supera ampliamente la de Shakyamuni en aquella existencia pasada, ¿podrían las recompensas de Myoichi no ser iguales a las que recibió de él?[26]
De este modo, busca asegurar a Myoichi que, como practicante comprometida, jamás sucumbirá a la desgracia y que la suya será una vida de victoria y felicidad. Sus palabras transmiten su firme convicción y su amor compasivo hacia ella. ¡Cuánto habrá inspirado a Myoichi el aliento del Daishonin!
La «determinación» que menciona el Daishonin se refiere a la fe pura y firme y a los esfuerzos abnegados de Myoichi, que se evidencian en su compromiso inquebrantable con el kosen-rufu. Practicar con esa postura día tras día le traerá recompensas, sin falta. Es así, en virtud de la infalible ley budista de causa y efecto.
La fe en el Gohonzon es la clave para trabajar por el kosen-rufu con espléndida diligencia, con la confianza de que los budas y bodisatvas están alabando nuestros esfuerzos.
En otro lugar, el Daishonin escribe: «El Sutra del loto siempre es el mismo, pero si usted fortalece constantemente su determinación [en la fe], [el brillo que irradie] su color será mejor que el de otros, y recibirá más beneficios que los demás».[27] La clave para lograr la budeidad en esta existencia se encuentra en fortalecer nuestra fe a diario.
LA CONVICCIÓN DE QUE «EL INVIERNO SIEMPRE SE CONVIERTE EN PRIMAVERA»
El esposo de Myoichi había fallecido durante el destierro del Daishonin en Sado, y uno de sus hijos tenía una condición enfermiza. Tampoco estaba del todo bien de salud.
Un año después de regresar del exilio [que duró hasta marzo de 1274], el Daishonin alentó cálidamente a la monja laica, quien mantuvo una fe constante e impertérrita ante las difíciles embestidas de su karma. Le dedicó estas palabras, ahora célebres:
Los que creen en el Sutra del loto parecen vivir en invierno, pero el invierno siempre se convierte en primavera. Ni una sola vez, desde la Antigüedad, alguien ha visto u oído que el invierno se convierta en otoño. Tampoco hemos sabido de ningún creyente en el Sutra del loto que continúe siendo una persona común.[28]
LA VICTORIA ESTÁ ASEGURADA
El invierno siempre se convierte en primavera. Nunca retrocede al otoño. Como ocurre con esta ley de la naturaleza, jamás seremos vencidos por el sufrimiento ni la aflicción si perseveramos en la fe. Tenemos la certeza de establecer en nuestra vida el magnífico estado de la budeidad y de ofrecer pruebas tangibles de un giro victorioso en nuestra fortuna.
El Daishonin veía la naturaleza de buda en cada uno de sus discípulos, y declaró que incluso si en ese momento estaban experimentando problemas y desdichas, como practicaban la Ley Mística vencerían sin falta y, basados en la fe, superarían todas las dificultades.
Con esta enseñanza del Daishonin grabada en el corazón, alentemos a la mayor cantidad posible de personas. La sinceridad que surge de una genuina preocupación por los demás y las palabras imbuidas de infalible convicción en la fe inspirarán y levantarán a los compañeros que están afrontando retos y tribulaciones.
NADA ES MÁS ELOCUENTE QUE LAS EXPERIENCIAS PERSONALES EN LA FE
Nada es más elocuente que las experiencias personales en la fe. Las vivencias y beneficios que hemos adquirido mediante la práctica del budismo Nichiren reafirman y ahondan nuestra convicción, y su honestidad resuena profundamente en los corazones de los demás.
Nuestros compañeros de Okinawa [territorio que hace medio siglo, en 1972, fue restituido a Japón por los Estados Unidos] están desafiándose admirablemente en el diálogo revitalizante y generador de esperanza. Lo están haciendo con gran energía, sabiduría y creatividad, sin arredrar ante los desafíos y dificultades regionales.
He viajado a Okinawa en el mes de febrero en numerosas oportunidades, incluida la reunión [de la Soka Gakkai de 1974] en que se designó el 8 de febrero como Día de Okinawa.[29]
El dicho que corporifica el espíritu okinawense, «Ichariba chode» («Una vez que nos conocemos, ya somos hermanos»), en realidad prosigue con la frase: «Nu fidatinu aga» («¿Qué barrera podría separarnos?»). En otras palabras, todos somos seres humanos iguales y valiosos, mensaje donde resplandece el respeto a la vida encarnado en otro dicho okinawense: «Nuchi du takara» («La vida es un tesoro»).
ADMIRACIÓN AL ESPÍRITU DE OKINAWA
En febrero de 2000, recibí en el Centro de Conferencias de Okinawa al doctor Joseph Rotblat (1908-2005), físico y Premio Nobel de la Paz, expresidente de las Conferencias de Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales.
El doctor Rotblat –un incansable activista por la paz mundial que, en ese momento, tenía más de 90 años– se declaró admirador del espíritu okinawense. Lo recuerdo diciendo que la humanidad debía prestar atención a la dignidad intrínseca a cada persona y a toda forma de vida.
Practicamos la filosofía del budismo Nichiren, que enseña que todas las personas son dignas del máximo respeto; nos acercamos a los demás para dialogar, creyendo en el potencial innato y en valor de nuestros congéneres. Estas iniciativas asiduas son el camino fundamental para construir la paz y el medio más certero para mejorar nuestro mundo.
HACER RESPLANDECER NUESTRA VALIOSA VIDA
Febrero es también el mes del nacimiento de Toda Sensei.[30] Es el mes en que renuevo mi juramento de saldar mi deuda de gratitud con él.
«Myo [de myoho] significa revivir».[31] El budismo Nichiren permite a todas las personas revitalizar su determinación y nutrirse de una vitalidad nueva y abundante.
«El invierno siempre se convierte en primavera». La Ley Mística nos permite vivir alegremente y con plenitud; avanzar a paso firme, haciendo a un lado todos los obstáculos, seguros de que llegará para nosotros una primavera de victoria.
«Nam-myoho-renge-kyo es la mayor de todas las alegrías».[32] Nuestra práctica del budismo Nichiren hace posible que despleguemos, con incomparable alegría, la fuerza subyacente de los Bodisatvas de la Tierra, con la certeza de que nosotros y todos nuestros compañeros son budas.
¡AVANZAR JUNTO A LOS JÓVENES, CON ESPÍRITU SIEMPRE JUVENIL!
«En el Último Día de la Ley, no existe otra Torre de los Tesoros más que la figura de los hombres y mujeres que abrazan el Sutra del loto»,[33] escribe el Daishonin.
Los miembros de la Soka Gakkai entonamos daimoku enérgicamente por la felicidad de los demás, con la convicción inamovible de que todas las personas corporeizan la Ley Mística. Con esta confianza, les transmitimos nuestra filosofía de revolución humana y les mostramos una forma insuperable de vivir dedicada a la creación de valor. Esta es la esencia de nuestros diálogos, orientados a hacer realidad el ideal de «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra».
Atesorando a nuestros jóvenes, marchemos junto a ellos con vibrante coraje y con un espíritu siempre juvenil, hacia una primavera de avance dinámico, victoria y logros brillantes… ¡hacia una primavera adornada por hermosas flores de cerezo de la Soka!
(Traducción del artículo publicado en la edición de febrero de 2022 de Daibyakurenge).
[22] ↑ Reply to the Lay Nun Myoichi (Respuesta a la monja laica Myoichi), en GZ, nueva edición, pág. 1693. Traducción tentativa.
[23] ↑ Ben (1221-1323): También conocido como Acharya Ben y como Nissho. Discípulo de Nichiren Daishonin considerado uno de los seis sacerdotes principales. Tras la muerte del Daishonin y temeroso de sufrir persecución, Nissho alegó ser sacerdote de la escuela Tendai, con lo cual renegó de su maestro y de Nikko Shonin.
[24] ↑ Persecución de Tatsunokuchi y exilio a Sado: El 12 de septiembre de 1271 las autoridades arrestaron a Nichiren Daishonin y lo llevaron a un lugar llamado Tatsunokuchi, en las afueras de Kamakura, donde intentaron ejecutarlo al amparo de la noche. Cuando el intento de ejecución fracasó, el Daishonin fue mantenido bajo custodia en la residencia del condestable interino de Sado, Homma Rokuro Saemon, en Echi (parte de la actual prefectura de Kanagawa). Tras un período de un mes, aproximadamente, mientras el Gobierno debatía qué hacer con él, fue desterrado a la isla de Sado, lo cual equivalía a una sentencia de muerte. Sin embargo, cuando se cumplieron las dos calamidades predichas por el Daishonin –la rebelión interna y la invasión extranjera–, el gobierno emitió un indulto, en marzo de 1274, y el Daishonin regresó a Kamakura.
[25] ↑ Vidente mencionado en el capítulo «Devadatta» (12.°) del Sutra del loto como una encarnación anterior de Devadatta. Según este capítulo, en una existencia anterior Shakyamuni había sido rey y, para ir en busca de la Ley, había abdicado del trono. En ese momento, un vidente llamado Asita acudió al monarca retirado y le dijo. «Poseo un texto del gran vehículo llamado Sutra del loto de la Ley prodigiosa. Si jamás me desobedeces, te lo expondré». (SL, cap. 12, pág. 181.) Embargado de júbilo, el antiguo rey sirvió a Asita: cortó leña para él, se ocupó de ir a buscar agua para sus necesidades y ofreció su propio cuerpo para que el vidente durmiera sobre él. Pasaron mil años y, al fin, el rey recibió de Asita la enseñanza del Sutra del loto. En el capítulo «Devadatta», habiendo relatado la historia, Shakyamuni revela que ese rey había sido él mismo, en una existencia previa, y que el vidente había sido Devadatta. Además, dice que este último había actuado como un «buen amigo» para él; es decir, alguien que guía a otros a la enseñanza correcta, y que gracias a él había podido lograr la iluminación. Entonces, predice que Devadatta llegará a ser un buda llamado Rey Celestial. La traducción del Sutra del loto al chino hecha por Kumarajiva consigna el nombre de Asita, pero este no aparece en las versiones del sutra en sánscrito que se han conservado hasta la actualidad.
[26] ↑ Véase GZ, nueva ed. pág, 1693.
[27] ↑ La supremacía de la Ley, en END, pág. 645.
[28] ↑ El invierno siempre se convierte en primavera, en END, pág. 561.
[29] ↑ En el encuentro general de Okinawa en que se festejó el vigésimo aniversario del movimiento local por el kosen-rufu, en 1974, se designó el 8 de febrero como día de esa región.
[30] ↑ Josei Toda nació el 11 de febrero de 1900.
[31] ↑ El daimoku del «Sutra del loto», en END, pág. 156.
[32] ↑ OTT, pág. 212.
[33] ↑ Sobre la Torre de los Tesoros, en END, pág. 317.