En tercer lugar, tratar a los amigos con cortesía significa saludarlos cordialmente, aunque nos crucemos con ellos diez o veinte veces a lo largo del día, evitando toda indiferencia, como si hubiesen viajado dos mil o tres mil kilómetros para venir a vernos.[2]
ENCANTADO DE VER EL CRECIMIENTO DE TOKIMITSU
Las cuatro virtudes y las cuatro deudas de gratitud, dirigido a Tokimitsu, fue escrito en 1275.
El padre de Tokimitsu, el fallecido Nanjo Hyoe Shichiro,[3] había merecido la profunda confianza del Daishonin. Este lamentó profundamente su temprana muerte [en 1265] y estuvo muy pendiente del bienestar de su viuda, la monja laica de Ueno, y su familia, devastada por la tristeza.
Tokimitsu recibió aliento personal del Daishonin desde su infancia y años después, en julio de 1274, fue a visitarlo al monte Minobu,[4] poco después de que este se radicara allí tras su exilio en la isla de Sado[5] y de una breve permanencia en Kamakura. En ese momento, Tokimitsu tenía 16 años[6] y el parecido con su difunto padre era notable.
El Daishonin estuvo encantado de ver cuánto había crecido, no solo como persona, sino también como practicante de sus enseñanzas. Más tarde escribiría a la monja laica de Ueno que ver a su hijo convertido en un joven tan excelente lo había conmovido hasta las lágrimas.[7]
En otra carta varios meses después, el Daishonin aseguró a Tokimitsu que a su padre le complacería extremadamente ver cómo su hijo había heredado y mantenido su firme fe en el Sutra del loto.[8]
El Daishonin también empatizó con el joven, haciendo notar que, cuando algunas personas pueden compartir con sus padres edades más avanzadas, Tokimitsu había quedado huérfano en la infancia, y no había tenido la oportunidad de crecer aprendiendo de su progenitor.[9]
A lo largo del año siguiente, aproximadamente, el Daishonin envió a este discípulo varias cartas, anticipándole que quienes practican la enseñanza budista correcta están sujetos a encontrar grandes obstáculos, y enseñándole minuciosamente cómo responder ante posibles críticas.
RESERVAR TIEMPO PARA LEER Y REFLEXIONAR
En la carta que estamos estudiando, el Daishonin explica a Tokimitsu en qué consisten las cuatro deudas de gratitud[10] –importantes principios para los practicantes budistas– y las cuatro virtudes[11] –cualidades esenciales para vivir con genuina humanidad–.
En términos contemporáneos, las cuatro virtudes son las de apreciar a nuestros padres, vivir de manera honesta y recta en la sociedad, atesorar a los amigos y tratar a todas las personas con compasión. Estas guías se basan en las normas éticas y morales vigentes en la época. A través de mencionar ejemplos de diversos sabios y venerables, el Daishonin muestra a Tokimitsu la mejor forma de vivir.
Recuerdo que Toda Sensei expresaba a menudo que nuestra convicción en la grandeza del budismo Nichiren no debía convertirnos en personas fanáticas, santurronas. Era muy importante –insistía– que nos familiarizáramos con toda clase de disciplinas de aprendizaje y literaturas, y con las ideas y las perspectivas de los grandes pensadores y filósofos. Esto –decía– nos permitiría comprender mejor el budismo, apreciar más su profundidad y alcance, y transmitir mejor sus enseñanzas a otras personas.
Sobre esa premisa, el maestro Toda siempre urgía a los jóvenes a leer novelas y otras obras de primer calibre. En el editorial titulado «¡Jóvenes, dediquen tiempo a la lectura y a la reflexión!», publicado en nuestra revista mensual de estudio Daibyakurenge [en julio de 1955], escribió: «Si el hábito de la lectura y la reflexión contemplativa echan firme raíz en la juventud de Japón, tendremos un futuro increíblemente brillante. Os pido a vosotros, los jóvenes de la Soka Gakkai, que seáis pioneros en establecer este hábito en nuestro país».[12]
Es una guía muy importante y otro ejemplo del énfasis que Toda Sensei ponía en la gran misión de la juventud Soka en bien del porvenir.
RESPETARNOS UNOS A OTROS COMO BUDAS
En la carta que estamos estudiando, el Daishonin escribe: «Tratar a los amigos con cortesía significa saludarlos cordialmente, aunque nos crucemos con ellos diez o veinte veces a lo largo del día, evitando toda indiferencia, como si hubiesen viajado dos mil o tres mil kilómetros para venir a vernos».[13]
Suscribimos el sólido principio del respeto a la vida en todas sus formas, ejemplificado en el pasaje del Sutra del loto que afirma: «[D]eberás ponerte de pie y saludarlo desde lejos, con el mismo respeto que mostrarías a un buda».[14]
El Daishonin declara que todos somos budas.[15] Nos insta a tratarnos unos a otros con el máximo reconocimiento y respeto, como ejemplifican los dos budas Shakyamuni y Muchos Tesoros,[16] quienes comparten asiento durante la Ceremonia en el Aire[17] representada en el Sutra del loto.[18]
El término «buda» significa «El Iluminado»: una persona esclarecida con respecto a la verdad. Es alguien que ha despertado o tomado conciencia de la Ley suprema y de la naturaleza de buda infinitamente noble que existe en todos los seres vivientes. Y el budismo enseña el profundo principio de que todas las personas son dignas de respeto.
Es por esto que, para el Buda, el logro de sus anhelos y la consumación de su felicidad son que cada individuo despierte a su sabiduría de buda y logre un estado que le permita brillar con su dignidad innata y ayudar a otros a hacer lo mismo.[19]
El budismo no existe fuera de nuestra existencia en el mundo real. Su propósito es profundizar y elevar nuestra forma de vivir. Por eso es tan importante poner en práctica la fe en la vida cotidiana y poner en acción el budismo en la sociedad.
El Daishonin identificó el pasaje del Sutra del loto que dice: «Si ves a alguien que acepta y abraza este sutra, deberás ponerte de pie y saludarlo desde lejos, con el mismo respeto que mostrarías a un buda» como «el punto crucial que [el Buda] ha querido transmitirnos».[20] Respetar y valorar a la persona que tenemos frente a nosotros, a todos aquellos con quienes estamos relacionados, es la enseñanza más fundamental del budismo.
LA CONFIABILIDAD Y LA SINCERIDAD SON LOS TESOROS DE LA JUVENTUD
Para los jóvenes, en especial, la confiabilidad y la sinceridad son tesoros invalorables. Construimos la confiabilidad a través de trabajar duro para cumplir todas nuestras promesas y compromisos; demostramos nuestra sinceridad a través de valorar a cada persona con quien nos relacionamos y de actuar con valentía.
En mi juventud, me dediqué a una intensa y difícil actividad de relaciones públicas en nombre de mi maestro Toda. Más de una vez, logré convertir en aliados a personas con firmes prejuicios contra la Soka Gakkai, que expresaron haber modificado su postura en respuesta a mi sinceridad.
Los pequeños pasos que damos día a día en nuestra revolución humana crecen hasta dar lugar a un yo inamovible, como un árbol imponente.
No es cuestión de métodos ni estrategias. La clave es ser siempre sinceros.
Sed, simplemente, sinceros por encima de todo, y esforzaos con pasión juvenil, sin inhibiciones, de un modo que os resulte fiel a vosotros mismos. Como jóvenes, también es importante que cultivéis la «visión de la fe» para poder reconocer sabia y claramente el mal y la injusticia en vuestra labor por el kosen-rufu.
En sus últimos días, Toda Sensei nos urgió: «¡Luchad férreamente contra la corrupción!» y «¡Nunca aflojéis en vuestra contienda contra la injusticia!».
(Continuar leyendo la parte 3/3).
[2] ↑ The Four Virtues and the Four Debts of Gratitude (Las cuatro virtudes y las cuatro deudas de gratitud), en WND-2, pág. 636. Texto dirigido a Nanjo Tokimitsu, quien tenía entonces 17 años (según la forma tradicional de contar los años en el Japón) y vivía en la aldea de Ueno, en el distrito Fuji, en la provincia de Suruga (hoy Shimojo, en la ciudad de Fujinomiya, prefectura de Shizuoka). El Daishonin alienta en la fe a este joven explicándole las cuatro virtudes y las cuatro deudas de gratitud.
[3] ↑ Nanjo Hyoe Shichiro fue un servidor del sogunato de Kamakura que vivió en la aldea de Ueno, en el distrito Fuji de la provincia de Suruga. Se cree que fue el primero de su familia en practicar el budismo Nichiren. En diciembre de 1264 contrajo una enfermedad grave y recibió del Daishonin una carta titulada Aliento a un enfermo. Falleció en marzo de 1265, cuando su hijo Tokimitsu tenía siete años (según la forma tradicional de contar los años en el Japón) y su esposa –la monja laica de Ueno– esperaba su hijo menor, Shichiro Goro.
[4] ↑ Monte Minobu: Situado en la actual prefectura de Yamanashi, donde Nichiren Daishonin pasó sus últimos años de vida, desde mayo de 1274 hasta septiembre de 1282, justo antes de su muerte. Allí se consagró a educar a sus discípulos, a dirigir los esfuerzos de propagación y a escribir tratados doctrinales.
[5] ↑ Exilio a Sado: Destierro de Nichiren Daishonin a la isla de Sado, situada en el mar de Japón, inmediatamente después de la persecución de Tatsunokuchi, el 12 de septiembre de 1271. Se extendió hasta marzo de 1274.
[6] ↑ Según la forma tradicional de contar la edad en el Japón que le asigna un año de vida a la persona el día de su nacimiento.
[7] ↑ Véase On the Offering of a Mud Pie (La ofrenda de un pastel de barro), en WND-2, pág. 495.
[8] ↑ Véase ib., págs. 499-500.
[9] ↑ Véase ib., pág. 500.
[10] ↑ En The Four Virtues and the Four Debts of Gratitude se lee: «Las cuatro deudas de gratitud que expone el budismo son: 1) la deuda de gratitud que nos une a nuestros padres; 2) la deuda de gratitud que debemos al gobierno de la nación; 3) la deuda de gratitud contraída con todos los seres, y 4) la deuda de gratitud con los tres tesoros [el Buda, la Ley y la Orden budista]»; en WND-2, págs. 636-637. En otra obra titulada Saldar las deudas de gratitud, el Daishonin enumera a estas cuatro deudas del siguiente modo: 1) la deuda de gratitud con los padres; 2) la deuda de gratitud con el maestro; 3) la deuda de gratitud con los tres tesoros del budismo y 4) la deuda de gratitud con el soberano. Véase en WND-2, pág. 776.
[11] ↑ En esta carta, el Daishonin escribe: «[Las cuatro virtudes] son: 1) la devoción filial a los padres; 2) la lealtad al señor feudal; 3) la cortesía a los amigos; 4) la compasión y la bondad con las personas menos afortunadas»; The Four Virtues and the Four Debts of Gratitude, en WND-2, pág. 636.
[12] ↑ Toda, Josei: Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), vol. 1, Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1981, pág. 159.
[13] ↑ The Four Virtues and the Four Debts of Gratitude, en WND-2, pág. 636.
[14] ↑ SL, cap. 28, «El aliento del bodisatva Sabio Universal», pág. 320.
[15] ↑ El Daishonin escribe: «Todos aquellos que mantienen la fe en el Sutra del loto [Nam-myoho-renge-kyo] son budas, con toda certeza»; Las catorce acciones contra la Ley, en END, pág. 793.
[16] ↑ Muchos Tesoros: Buda descrito en el Sutra del loto. Muchos Tesoros aparece, sentado en su Torre de los Tesoros, para dar crédito a las enseñanzas de Shakyamuni en el sutra. Según el capítulo «El surgimiento de la torre de los tesoros» (11.°) del Sutra del loto, el buda Muchos Tesoros vive en el Mundo de la Pureza de los Tesoros, en el este. Cuando aún se encuentra llevando a cabo su práctica de bodisatva, jura que, incluso después de entrar en el nirvana, aparecerá con esa Torre de los Tesoros para testimoniar la validez del Sutra del loto en cada sitio donde se lo exponga.
[17] ↑ Ceremonia en el Aire: Una de las tres asambleas descritas en el Sutra del loto, en la cual toda la congregación de personas queda suspendida en el espacio por sobre el mundo saha. Va desde el capítulo 11.o, «El surgimiento de la torre de los tesoros», hasta el 22.o, «La transferencia». Los dos ejes de esta ceremonia son el surgimiento de la Torre de los Tesoros que irrumpe de la tierra, y la transferencia a los Bodisatvas de la Tierra –liderados por Prácticas Superiores– de la misión de propagar la esencia del Sutra del loto en la época corrupta posterior a la muerte de Shakyamuni.
[18] ↑ Véase Las catorce acciones contra la Ley, en END, pág. 794. Allí, el Daishonin escribe: «Deben respetarse unos a otros como hicieron Shakyamuni y Muchos Tesoros en la ceremonia del capítulo “La torre de los tesoros”».
[19] ↑ En el capítulo «Medios hábiles» (2.°) del Sutra del loto, Shakyamuni señala: «[A]l principio, formulé un juramento, con la esperanza de hacer que todas las personas fuesen iguales a mí, sin que hubiese distinción alguna entre nosotros, y lo que ansiaba desde hacía tanto tiempo ahora se ha cumplido. He convertido a todos los seres vivos y les he permitido ingresar en el Camino del Buda». SL, pág. 36.
[20] ↑ OTT, pág. 192.