Día de comienzos eternos


Un 16 de marzo de 1958, hace ahora 65 años, seis mil jóvenes acudieron veloces y con poco tiempo de antelación al llamado de su maestro, Josei Toda y, en una época en que no existían las comunicaciones de las que hoy disponemos, se congregaron al pie del monte Fuji en una fría mañana de invierno. Todo ello fue posible gracias a la dedicación del joven Daisaku Ikeda, amado discípulo de Toda que había asumido la completa responsabilidad del encuentro.

En un principio, el llamamiento se debía a que el primer ministro había anunciado una visita y Josei Toda quería presentarle a los futuros líderes, sus discípulos del Departamento de Jóvenes de la Soka Gakkai. El mandatario canceló la cita, pero Toda Sensei aprovechó la ocasión para crear lo que llamó «un ensayo general del kosen-rufu». Aunque estaba muy débil de salud –de hecho, falleció el 2 de abril, dos semanas más tarde– dio todo de sí para alentar a los sucesores y confiarles la completa responsabilidad del kosen-rufu.

Josei Toda (a la derecha de la imagen) y Daisaku Ikeda, en marzo de 1958 | Foto: Seikyo Shimbun

A partir de entonces, el 16 de marzo es para la juventud Soka un nuevo punto de partida, «de comienzos eternos y esperanza perpetua».[1] Así lo expone Ikeda Sensei:

Aquel 16 de marzo, después de la ceremonia, Toda Sensei me miró fijamente. Un resplandor abrasador iluminó sus ojos. Y luego dijo con fuerza: «¡Vamos a luchar!» […] Cada vez que llega el 16 de marzo, siento que la pasión me embarga el pecho… O, mejor dicho, para mí, cada día es 16 de marzo. No hay jornada que no dialogue con mi maestro Cada mañana le hago un juramento, y lucho a su lado hasta que el día concluye. La mía es una travesía perpetua para saldar mi deuda de gratitud interminable con mi maestro, que jamás se aparta de mi lado.[2]

Hoy, recordamos esa histórica ceremonia del 16 de marzo como Día del Kosen-rufu, un día en el que los discípulos, especialmente los jóvenes, renovamos nuestro juramento de asumir el legado y llevar a cabo el kosen-rufu, la paz mundial.

Como afirma el maestro Ikeda:

El kosen-rufu es un gran viaje hacia el logro de una noble revolución religiosa, que va más allá de las fronteras de un único país para extenderse al mundo entero, y que trasciende el presente para expandirse al eterno futuro. Es la sagrada tarea de enriquecer la sociedad con la fuerza de la Ley Mística y de hacer que magníficas flores de paz y de felicidad broten en la vida de las personas. Quienes asumirán el gran trabajo del kosen-rufu son los jóvenes. Cuando la juventud se pone en acción, el testigo espiritual de nuestro movimiento puede pasar de una generación a la siguiente.[3]

Como subrayan estas palabras, en la época actual, en la que incesantes desafíos se ciernen sobre la humanidad, es nuestra misión seguir avanzando y ampliando la red de valores humanos capaces de generar esperanza y brindar aliento al mundo, empezando por la persona que tenemos delante. En su conocido poema «Un azul más intenso que el índigo», Ikeda Sensei nos exhorta:

No pregunten
si la enorme corriente del kosen-rufu
es una consecuencia inevitable de la historia.

Mejor, pregúntense a cada instante
si tienen la pasión
de hacer que el kosen-rufu,
con su propio esfuerzo y sudor,
sea un resultado inevitable.
El kosen-rufu significa establecer,
en respuesta al deseo del Daishonin,
el estado infinitamente noble de la Budeidad
en el corazón de toda la gente,
y hacer que florezca eternamente
en esta, nuestra tierra,
un brillante renacimiento de la vida.[4]

Marzo es el momento de reafirmar nuestro juramento como jóvenes Bodisatvas de la Tierra, un Departamento de Jóvenes siempre victorioso, y de perpetuar la lucha compartida de maestro y discípulo.


[1] ↑ En el sitio web global de la Soka Gakkai.

[2] ↑ IKEDA, Daisaku: «16 de marzo: El eterno punto de partida de maestro y discipulo», Seikyo Shimbun, 16/3/2008.

[3] ↑ Véase, en este número, la sección «Estudio».

[4] ↑ Véase, en Civilización Global, n.º 157, mayo 2018, pág. 10.

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