Abrir nuevos caminos con esperanza


«Por muchos retos que se presenten, la humanidad tiene los recursos interiores que necesita para superarlos. […] [L]a sabiduría que podemos desplegar para crear valor es ilimitada».[1] Motivados por estas recientes y estimulantes palabras de Daisaku Ikeda, dedicamos esta sección a profundizar en el espíritu del 16 de marzo a través de algunos pasajes del capítulo «La luz de la felicidad» de La nueva revolución humana, donde se alude a la misión de la juventud Soka en el escenario del kosen-rufu y la paz mundial.

«La luz de la felicidad», el primer capítulo del volumen 25 de La nueva revolución humana, trata los esfuerzos realizados por Shin’ichi Yamamoto[2] en marzo de 1977 durante una visita a Fukushima, en Tohoku, región del noreste de Japón castigada en ese período por inusuales episodios de frío que malogran las cosechas, y cuyos habitantes han sufrido años antes las consecuencias de un tsunami.[3] Lo hace con el trasfondo de la inauguración de un nuevo centro cultural, síntoma de crecimiento de la Soka Gakkai allí y motivo de esperanza a pesar de todo.

Durante la visita, Shin’ichi no escatima esfuerzos para agradecer y elogiar la labor de los pioneros del kosen-rufu locales, animar a todos los miembros a no bajar los brazos, y brindar orientación minuciosa –sobre todo, a los jóvenes– acerca de cómo enfrentar las embestidas del karma y cumplir la propia misión.

Tras felicitar a los responsables locales por la apertura del nuevo centro, Shin’ichi se dirige al titular de la prefectura, aún joven:

Cuando las circunstancias se vuelven estables y cómodas, la gente se acostumbra y tiende a dar las cosas por sentadas. Se olvida el denodado trabajo de los miembros en la fase pionera, y ante la menor dificultad, comienzan las quejas y la inercia.

El punto primordial está en asumir sin vacilar la ventisca de desafíos y amargas batallas durante la etapa juvenil. Nada es más preocupante que ver a los jóvenes tornarse negligentes y apáticos.[4]

En un momento histórico en el que, una vez más, la combinación de crisis puede hacernos caer en el pesimismo –en particular a las generaciones más jóvenes– o la indolencia, escogemos para presentar en esta sección fragmentos de «La luz de la felicidad» que abordan el compromiso del 16 de marzo y el ilimitado potencial de la juventud para la creación de un futuro mejor.

UN OLEAJE IMPULSADO POR LOS JÓVENES

«[Shin’ichi] asistió a un encuentro del Departamento de Jóvenes de la prefectura de Fukushima para conmemorar el 16 de marzo, Día del Kosen-rufu.

Había anunciado que asistiría porque no podía perder una oportunidad así para alentar a un cónclave de jóvenes que se harían cargo del mañana.

De pie frente al micrófono dijo: “[…] El kosen-rufu no es una carrera de diez mil metros, que tiene una línea de llegada y se da por concluida cuando uno la alcanza. Es la acción de correr en sí; una contienda en la que los jóvenes siempre están en la vanguardia, generando un nuevo flujo y siendo su fuerza impulsora. […]

“El señor Toda logró hacer realidad su juramento de incrementar la cantidad de miembros a 750 000 familias. En marzo de 1958, se encontraba físicamente extenuado. Mi maestro era veintiocho años mayor que yo.

Recreación de una escena del 16 de marzo de 1958 | Ilustración: Cortesía de Seikyo Shimbun

“Así como el maestro Makiguchi le entregó la posta del kosen-rufu al señor Toda, mi mentor me confió a mí y a otros miembros del Departamento de Jóvenes todo lo concerniente al kosen-rufu, en bien del futuro. Ese hecho tuvo lugar el 16 de marzo de 1958, cuando se reunieron aquellos seis mil jóvenes.

“La siguiente oleada solo puede ser generada por la juventud. Y las generaciones venideras tendrán que aumentar aún más el tamaño de esta expansión del kosen-rufu. El kosen-rufu consiste en realizar este esfuerzo incesantemente.

Los sufrimientos son parte de la vida. Pero si permanecen firmes en la fe […] en veinte o treinta años habremos construido un yo indestructible.

“Si los jóvenes sucesores son débiles y temerosos, incapaces de extraer la fuerza necesaria para crear nuevas olas expansivas de propagación del budismo en su época, no existirá el mañana para el kosen-rufu ni para la Soka Gakkai.

“Por eso, estoy tan intensamente comprometido en el desarrollo del Departamento de Jóvenes, del Departamento de Estudiantes […] y de todos los miembros que heredarán el futuro. Debemos confiarles el kosen-rufu. Me dedicaré a ustedes de todo corazón. […]

“Los problemas y los sufrimientos son parte de la vida. Pero si permanecen firmes en la fe y dedican su existencia al kosen-rufu, llegaremos a ver que en veinte o treinta años habremos construido un yo indestructible, tan fuerte que jamás puede ser derrotado. La clave para que todos nuestros deseos se vean cumplidos consiste en transformar nuestra vida de esta manera».[5]

LA FELICIDAD GENUINA, AL ALCANCE

Así y todo, no me he desalentado. El Sutra del loto es como la semilla; el Buda es como el sembrador, y el pueblo es como el campo.[6]

«Muchos de nuestros miembros empezaron a practicar esta fe en circunstancias desesperantes, mientras afrontaban enfermedades, conflictos familiares e incontables problemas, haciendo cuanto estaba a su alcance movidos por el afán de ser felices.

El único modo de superar todas nuestras dificultades y construir un estado de felicidad indestructible es practicar para uno y para los demás. […] A la vez que estudiamos el budismo y entonamos daimoku fervorosamente, también debemos compartir la enseñanza con otros, manteniendo siempre encendida la antorcha de la propagación.

Esto es, precisamente, lo que han hecho la Soka Gakkai y nuestros miembros; de allí que tantos practicantes hayan podido acumular grandes beneficios y hayan mostrado la prueba real de la felicidad genuina».[7]


[1]Véase, en este número, la sección «Especial».

[2]La labor del personaje principal de La nueva revolución humana, Shin’ichi Yamamoto, representa la protagonizada en la realidad por el propio autor, Daisaku Ikeda.

[3]El 11 de marzo de 2011, Tohoku sufrió las terribles concecuencias de un nuevo terremoto y tsunami, cuya destrucción se vio amplificada en Fukushima por la afectación de la central nuclear existente allí. Daisaku Ikeda escribió «La luz de la felicidad» tras este desastre, como una fuente más del aliento a la región en el que se volcó la Soka Gakkai.

[4]IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vols. 25 y 26, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2022, págs. 12 y 13.

[5]Ib., págs. 64-66.

[6]Las bases para manifestar la budeidad, en END, pág. 786.

[7]IKEDA, op. cit., pág. 13.

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