Arte para crecer en lo profundamente humano

Entrevistamos a Emilia Azcárate, artista plástica residente en Madrid, cuya obra ha sido objeto recientemente de una nueva monografía publicada por una prestigiosa editorial.

Emilia, ante una de sus obras | Foto: Cortesía de Emilia Azcárate

LA SECCIÓN de Civilización Global para la cual te entrevistamos se llama «En sociedad», y por eso la primera pregunta: ¿crees que el arte es capaz de contribuir a mejorar nuestra sociedad?

El arte existe desde el inicio de la humanidad. Comunica y une a sociedades enteras.

Se aprende de cualquier medio artístico a sentir, a pensar, a ver y entender infinitos aspectos de la vida. El arte enriquece nuestra cultura.

Naciste en Venezuela y ahora resides en España, después de vivir y trabajar en otros muchos lugares. ¿Ha influido esto en tu obra?

En mi trabajo todo el entorno influye: la naturaleza, el paisaje, la filosofía, la arquitectura, la historia y las personas. Las ideas cambian según el lugar, las experiencias y circunstancias que vivo. Es un ejercicio de observar, escuchar, sentir y plasmar.

Crecí en las orillas del mar Caribe venezolano entre rancheras mexicanas y el horror de la guerra civil española. Mi madre era mexicana y mi padre era español. Mis seis hermanos y yo nacimos en Venezuela. Amo a mi país, pero también a todos los países que me han acogido.

Viví nueve años en Inglaterra, seis meses en la India en dos ocasiones, en Trinidad y Tobago tres años y en total casi veinte años en España. He hecho varias residencias de artista durante las cuales también he podido aprender sobre otras culturas, como en Perú y Ecuador.

Cada lugar ha aportado algo distinto a mi obra y por su puesto a mi también.

No tengo apegos. Me siento del mundo entero.

Exposición monográfica de Emilia en una prestigiosa galería de Nueva York, cuyo catálogo se ha publicado recientemente en forma de libro | Foto: Cortesía de Emilia Azcárate

Tu currículum impresiona: tras tu debut en 1988, tu trabajo ha sido objeto de un gran número de exposiciones, tanto colectivas como monográficas, en diferentes países; obras tuyas forman parte de colecciones museísticas, también internacionalmente; has sido objeto de decenas de artículos, algunos incluidos en libros dedicados enteramente a ti; y has recibido, además de residencias, diversos premios y menciones. ¿Es compatible el éxito profesional con la humildad de quien comienza cada día?

Como artista siempre he dicho que lo mas importante para mi es crecer en lo profundamente humano. El primer lugar lo ocupa la justicia y con ella lo ético, lo histórico y, sí, también lo estético, o la belleza. Por eso me abrazo a la práctica budista… No tuve que dejar de ser lo que era para practicar esta filosofía.

Como artista […] el primer lugar lo ocupa la justicia y con ella lo ético […] y, sí, también lo estético, la belleza. Por eso me abrazo a la práctica budista.

Ya que lo mencionas, sabemos que cuando comenzaste a practicar el budismo, hace siete años, tu relación con tu trabajo cambió radicalmente. ¿Puedes hablarnos de ello?

Esta práctica cambió mi relación con la vida. Por ejemplo, con mi hijo, los conflictos después de llegar el Gohonzon a nuestra casa desaparecieron de inmediato.

En mi trabajo, era inevitable no influenciarme después de recitar daimoku observando el Gohonzon. Los diez estados, los cinco o siete caracteres de Nam-myoho-renge-kyo, las Tres Leyes Secretas, o los veintiocho capítulos del Sutra del loto… Lo inherente me fascinaba.

A pesar de no entender lo que dicen los caracteres del Gohonzon, ni el idioma en el que recitamos el gongyo, sentimos y vemos los beneficios. Y la transformación comienza cada día, sí, sí. Siempre hay algo que transformar.

Como miembro de la Soka Gakkai, sin duda te es familiar el concepto de la «creación de valor». ¿Durante la gestación de tu trabajo artístico está presente esta meta?

Sabemos que el budismo Nichiren se arraiga en lo cotidiano y que es la «práctica» del día a día, en su mas amplio sentido, lo que nos transforma e impulsa a crear una sociedad de valores. La organización se basa en lo correcto, lo justo y lo más práctico para avanzar en la vida superando cualquier obstáculo. En definitiva, la búsqueda de la felicidad.

En la SGEs, eres una activa integrante del Departamento de Mujeres. Además de tu iniciativa en el grupo de diálogo, eres miembro del grupo de Bienvenida al Centro Cultural Soka.[1] ¿Qué aporta a tu vida, como mujer y como artista, la dedicación a estas actividades altruistas?

Soy responsable de mujeres del grupo Girasol y realizo actividad de Bienvenida. Ambas actividades me nutren enormemente. En Girasol la relación entre nosotros es abierta y sincera. Nos esforzamos siempre en la felicidad del otro. Nuestras reuniones son realmente maravillosas.

En mi actividad de Bienvenida soy feliz. Leo y dibujo entre llamada y llamada. Limpio si hace falta. Estar en el Centro me une aún más con mi maestro de vida, Daisaku Ikeda, y con todos los miembros. Me siento parte de esta gran familia. |

Preparación de la reunión de diálogo de enero en el grupo Girasol de la SGEs en Madrid, en casa de Emilia (a la derecha de la imagen) | Foto: Cortesía de Emilia Azcárate

[1] El grupo de capacitación Bienvenida asume la recepción a los centros culturales de la SGEs.

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