Brillemos como sucesores juveniles y Bodisatvas de la Tierra


Por Minoru Harada · Para el número de marzo de 2024 de Daibyakurenge


El 1 de marzo de 1954, el joven Daisaku Ikeda escribió en su diario: «Por fin ha llegado la primavera. La suave brisa, los tiernos brotes verdes, la bruma… Todo parece nutrir nuestra fuerza vital».

Cuando escribió esto, estaba esforzándose al máximo, actuando en nombre de su maestro allá donde iba. Aunque vivía atormentado por una persistente febrícula, como revolucionario budista de 26 años contemplaba el futuro con optimismo y con espíritu poético, manteniendo un diálogo sostenido con el mundo natural. Era un auténtico campeón del espíritu humano, una flor majestuosa que se abría con la determinación inamovible que corporeiza el Sutra del loto: «No nos preocupan el cuerpo o la vida; solo vivimos pendientes del Camino insuperable».[1]

En torno a la misma época, el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, le dijo: «Daisaku, debes recordar esto: todo dependerá del tercer presidente. ¡El tercer presidente será crucial!». Poco después, lo nombró responsable del cuerpo directivo del Departamento de Jóvenes y le dijo: «Te confío todo». Este mes se conmemora el septuagésimo aniversario de ese nombramiento.

Ikeda Sensei, comprendiendo profundamente los sentimientos de su maestro, se puso de pie con la determinación de ser la fuerza motriz del desarrollo de la Soka Gakkai en su totalidad, trascendiendo sus funciones como responsable del Departamento de Jóvenes. Esta clase de sentido de la responsabilidad es el espíritu primordial que todos los sucesores juveniles, Bodisatvas de la Tierra, deben grabar en lo más hondo del corazón.

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A la hora de alentar a los miembros, Sensei se acercaba a ellos con empatía, tratando de entender las circunstancias de cada uno y de respetar su individualidad única. También poseía un ardiente espíritu de búsqueda y a través de cada encuentro con jóvenes profundizaba sus propios pensamientos.

En marzo de 1974, Sensei viajó a América del Norte y Central para conocer a los miembros locales y brindarles orientación. En una reunión de preguntas y respuestas que se llevó a cabo en Florida, un joven le preguntó qué es lo que hace que el budismo sea único. Ikeda Sensei destacó que la religión debe existir en bien de las personas, no a la inversa, y que el budismo Nichiren encarna esa verdad. A partir de ese momento, Sensei comenzó a subrayar sistemáticamente que la quintaesencia del budismo Nichiren se encuentra en su condición de «religión para el pueblo».

Después del encuentro, nos dijo a quienes viajábamos con él que aquella sesión de preguntas y respuestas había sido muy importante, y que debíamos asegurarnos de recordarla. Aquel día, a través del intercambio con los jóvenes, Sensei había dado un paso en la clarificación de su propio pensamiento. Medio siglo después, sigo evocando la poderosa impresión que me causó el episodio.

En un ensayo publicado un 16 de marzo (de 2000), Ikeda Sensei alentó a los miembros a tomar conciencia de que eran figuras clave en el logro del kosen-rufu, en otras palabras, a considerar que la Soka Gakkai es una parte integral de nosotros mismos. ¡Iluminemos cálidamente nuestras comunidades y la sociedad con la conciencia de que cada uno de nosotros es un Shin’ichi Yamamoto que construirá una Soka Gakkai juvenil en todo el mundo! Ahora que hemos dejado atrás lo más crudo del invierno, ¡brillemos como las radiantes flores de la primavera!

(Traducción del artículo publicado en la edición de marzo de 2024 de Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai).


[1] El Sutra del loto, Tokio: Soka Gakkai, 2014, cap. 13, pág. 193.

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