Lo que sigue es un mensaje enviado por Daisaku Ikeda a la 16.ª reunión de la sede central para responsables de la Soka Gakkai hacia el centenario en 2030, celebrada en la Sede del Gran Juramento del Kosen-rufu, en Tokio, el 1 de noviembre pasado. En el encuentro se conmemoró el Día de la Fundación de la Soka Gakkai (18 de noviembre), el décimo aniversario de la Sede del Gran Juramento del Kosen-rufu y el despegue hacia 2024, «Año de la nueva partida hacia una Soka Gakkai juvenil en todo el mundo».
Quiero expresar mi más profunda gratitud a todos ustedes, preciados compañeros miembros, por su trabajo noble, valiente e incansable, que nos ha permitido celebrar con orgullo el décimo aniversario de la Sede del Gran Juramento del Kosen-rufu, en este mes de la fundación de la Soka Gakkai y del aniversario del fallecimiento en prisión de nuestro primer presidente, Tsunesaburo Makiguchi.
Para marcar el despegue hacia 2024 –«Año de la nueva partida hacia una Soka Gakkai juvenil en todo el mundo»–, y como expresión de mis grandes expectativas y agradecimiento, me gustaría presentarles hoy tres caligrafías enmarcadas.
La primera dice «Compañeros miembros de todo el mundo».
En la década transcurrida desde que se completó la Sede del Gran Juramento del Kosen-rufu, nuestro movimiento de paz, cultura y educación ha avanzado de un modo verdaderamente notable. Esto ha sido posible gracias a que nuestros ciudadanos globales de la Soka en 192 países y territorios se han unido en la oración con el juramento compartido de lograr el kosen-rufu y avanzan con la unión de «distintas personas con un mismo propósito». Es digno de destacar que el número de miembros alrededor del mundo, fuera de Japón, ha crecido desde 1,75 millones en 2013 hasta casi tres millones hoy.
Tres millones fue, también, el objetivo de expansión que mi maestro Josei Toda me encomendó lograr, como siguiente hito para nuestro movimiento por el kosen-rufu en Japón, después de que la Soka Gakkai alcanzara (a finales de 1957) la meta de 750 000 familias que él había soñado ver en vida.
Toda Sensei me dijo:
–Daisaku, ¿crees que, en los próximos siete años, podrás lograr tres millones de familias?
Le aseguré que lo haría, diciendo:
–Me siento aún más decidido. Alcanzaré esa meta sin falta.[1]
Gracias a los esfuerzos conjuntos de todos sus discípulos, logramos ese objetivo en cinco años en lugar de siete.
Ahora hemos creado un magnífico bosque de torres de tesoros, de casi tres millones de «Compañeros miembros de todo el mundo» que están desafiándose en su revolución humana. Hoy, ante el Joju Gohonzon de la Soka Gakkai, que lleva la inscripción «Para cumplir el gran juramento del kosen-rufu mediante la propagación benevolente de la gran Ley», me gustaría informar de esta proeza con gran orgullo a Nichiren Daishonin, el Buda del Último Día de la Ley, y a los maestros Makiguchi y Toda.
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La siguiente caligrafía es «Paz mundial».
Hace setecientos cincuenta años (en 1273), mientras sobrevivía en condiciones extremas exiliado en la isla de Sado, el Daishonin escribió en Sobre la práctica de las enseñanzas del Buda:
Cuando todas las personas entonen Nam-myoho-renge-kyo, el viento dejará de azotar y doblegar las ramas, y la lluvia ya no romperá los terrones del suelo con violencia. Entonces, el mundo será como lo fue en tiempos de Fu Hsi y de Shen Nung.[2] En su actual existencia, la gente se verá libre de desastres e infortunios, y aprenderá el arte de la longevidad. Comprendan que llegará la época de revelar la verdad de que tanto la persona como la Ley son eternas e imperecederas.[3]
Nuestra práctica de Nam-myoho-renge-kyo es el sonido supremo de respeto a la dignidad de la vida y de armonía universal. Es la fuerza motriz fundamental para establecer la seguridad de la tierra y la paz mundial.
El Daishonin, dirigiendo su mirada hacia el eterno futuro del Último Día, nos enseñó el gran camino del diálogo para lograr en todo el mundo una paz y una prosperidad genuinas basadas en los principios del budismo, que afirman el valor de la vida. Los primeros tres presidentes de la Soka Gakkai y sus discípulos hemos transitado esta senda con el corazón de los leones reyes.
El Daishonin […] nos enseñó el gran camino del diálogo para lograr en todo el mundo una paz y una prosperidad genuinas basadas en los principios del budismo. […] En los siete años que median entre este momento y nuestro centenario, pongamos en juego una sabiduría aún mayor para ayudar a la gente a relacionarse con el budismo Nichiren.
Hoy, nuestra Soka Gakkai juvenil del mundo entero es un gran movimiento para cambiar el destino de toda la humanidad. Nuestros miembros despliegan la ilimitada fuerza vital del sol del tiempo sin comienzo, sostienen el principio transformador de los «tres mil aspectos contenidos en cada instante vital» y viven con la inamovible convicción de que «cuando ocurre un gran mal, sobreviene un gran bien».[4]
¡Qué significativo es que vosotros, los jóvenes de la Soka que compartís mi espíritu y estáis unidos por profundos lazos kármicos, hayáis elegido estar aquí en este momento de nueva partida! Mi convicción y mi oración es que, sin falta, haréis sonar las campanas de la esperanza en el triunfo de la paz, hoy y en el futuro.
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En la tercera caligrafía se lee: «Somos amigos en el castillo de la felicidad». Se trata de una caligrafía que dediqué originalmente a los miembros del distrito municipal de Shinjuku en Tokio, el bastión donde se emplaza nuestra sede central. Para esta ocasión, ha sido reenmarcada.
El Sutra del loto señala que cada uno de los Bodisatvas de la Tierra –es decir, nosotros– tiene «una comitiva equivalente a los granos de arena de sesenta mil ríos Ganges».[5] Ya que somos Bodisatvas de la Tierra, veremos surgir numerosos amigos de pensamiento afín en este mundo.[6]
«A lo que debemos aspirar, en última instancia, es al kosen-rufu y la paz mundial», ¡grabemos este mensaje del Daishonin en lo más profundo de nuestro corazón!
El Sutra del loto también afirma que «las semillas de la budeidad germinan como resultado de las circunstancias causales [es decir, de las causas y conexiones externas]».[7] En los siete años que median entre este momento y nuestro centenario (en 2030), pongamos en juego una sabiduría aún mayor para ayudar a la gente a relacionarse con el budismo Nichiren. Hagamos tomar conciencia de su naturaleza de buda a un número de personas aún mayor. Y, con alegría y coraje, hagamos que muchos nuevos amigos se sumen a nuestro castillo de la felicidad, donde podemos brillar juntos con sabiduría y amor compasivo.
«La vida es limitada y no debemos escatimarla. A lo que debemos aspirar, en última instancia, es a la tierra de buda».[8] Leyendo esta última frase como «A lo que debemos aspirar, en última instancia, es al kosen-rufu y la paz mundial», ¡grabemos este mensaje del Daishonin en lo más profundo de nuestro corazón!
(Traducción del artículo publicado el 2 de noviembre de 2023 en el Seikyo Shimbun).
[1] ↑ Este diálogo, mantenido el 10 de febrero de 1958, se menciona en el capítulo «La vanguardia» del segundo volumen de La nueva revolución humana.
[2] ↑ Fu Hsi y Shen Nung fueron reyes legendarios de la antigua China que gobernaron sociedades ideales.
[3] ↑Sobre la práctica de las enseñanzas del Buda, en END, pág. 413.
[4] ↑ Véase El gran mal y el gran bien, en END, pág. 1165.
[5] ↑ Véase SL, cap. 15, pág. 211.
[6] ↑ Juego de palabras que alude a la letra de la «Canción de la revolución humana».
[7] ↑ SL, cap. 2, pág. 41. Véase también Las propiedades del arroz, en END, pág. 1163.
[8] ↑ La aspiración a la tierra de Buda, en END, pág. 224.