Compartir la alegría de la lectura


Por Raquel Fernández · Ciudad Real


La vida es larga… Posiblemente habrá momentos en que por una razón u otra se sientan descorazonados. Pero, aun así, no deben perder jamás las esperanzas. Mientras sigan desafiándose siempre habrá esperanza. Pero si se abandonan a la angustia y al pesimismo, lo que logran es extinguir la luz de esperanza por sí mismos… Pase lo que pase, no se dejen vencer por sí mismos. Si triunfan en esta lucha interior, podrán triunfar sobre todas las cosas.[1]

El budismo apareció en mi vida en 2007, en un momento de búsqueda, en el que necesitaba realizar una gran transformación y poner orden en cada faceta de mi vida. Me costaba concentrarme delante del Gohonzon más de cinco minutos. No obstante, y a pesar de estas dificultades, cada día oraba, aunque solo fuese un minuto. Si bien no entendía muchos conceptos budistas, la revista Civilización Global fue mi sostén y aliento, ya que el grupo de practicantes de la Soka Gakkai en Ciudad Real era muy pequeño, con gente de paso, y por cortos espacios de tiempo me quedaba incluso sola hasta que volvían a aparecer nuevos compañeros y compañeras.

Por más altibajos que haya tenido mi vida, que no han sido pocos, y aun si en algunos momentos he perdido la constancia en mi práctica, no ha habido un solo instante en el que haya dudado de la verdad y la fuerza del budismo Nichiren. No he dejado de esforzarme, participando en reuniones de diálogo y de estudio. Sin embargo, durante años, La nueva revolución humana fue un material que no tenía muy presente, por mi falta de tiempo, por cansancio o por no organizarme bien.

Aunque parezco una persona muy segura de mí misma, cada día lucho con una negatividad que intenta impedir que crea en mis posibilidades […]. Gracias a la práctica y el estudio budistas, puedo detectar más rápido a esos «demonios» y vencerlos.

El comienzo de la pandemia supuso para mí la oportunidad de lograr una estabilidad en el trabajo que hasta ese momento no había tenido. En marzo de 2020 empecé a trabajar en un hospital de Castilla-La Mancha. En esos momentos, la lectura de La nueva revolución humana comenzó a cobrar sentido en mi vida ya que, gracias al aliento de Shin’ichi Yamamoto, podía lograr llegar a mi trabajo segura de mí misma para dar lo mejor de mí.

«Nichiren Daishonin escribió: “Uno sólo puede demostrar su verdadera fortaleza cuando vence a un enemigo poderoso”. Únicamente desafiando y venciendo al adversario más fuerte, se puede probar la verdad y la validez de la Ley».[2]

Aunque parezco una persona muy segura de mí misma, cada día lucho con una negatividad que intenta impedir que crea en mis posibilidades y que trata de mermar mi autoestima. Gracias a la práctica y el estudio budistas, puedo detectar más rápido a esos «demonios» y vencerlos.

Estoy convencida de que mi determinación en seguir el ritmo de lectura del volumen 30 de La nueva revolución humana ha sido fundamental para conseguir el orden, la armonía y la constancia en el ritmo de mi vida. Es tal la alegría que me aporta, que cuando alguna compañera no puede participar en los encuentros en los que profundizamos en ello juntas, me aseguro de compartir con ella las experiencias más significativas que aparecen en el texto para no dejar a nadie atrás.


[1]IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Vol. 30, Parte 1, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2021, pág. 164.

[2]Ib., vol. 3, 2010, pág. 113.

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