Construir una base inamovible para la paz y la felicidad humana


A continuación presentamos el extracto de un reciente ensayo de Daisaku Ikeda perteneciente a la serie Nuestra brillante revolución humana.

En la reunión de la sede central para responsables celebrada en noviembre [de 2022, el sábado 12], en la que se conmemoró el aniversario de la fundación de la Soka Gakkai, las orquestas de vientos Soka Gloria y Kansai Wind ofrecieron una estimulante interpretación del cuarto movimiento de la Quinta sinfonía de Beethoven, llamada «Del destino».

Esta composición, que nos inspira a atravesar el sufrimiento y alcanzar la alegría, es una de las grandes obras que escuchaba en mi gramófono a manivela durante mi juventud. Puse el disco tantas veces que terminó por desgastarse…

En esa época, los negocios de mi maestro Josei Toda pasaban por graves apuros, y yo estaba enfermo de tuberculosis. Pero los potentes compases de Beethoven me animaron a superar ese invierno de adversidades y dar paso, así, a una jubilosa primavera de triunfo del maestro y el discípulo.

Ardientes hojas que han sobrevivido al otoño y el invierno, en una fotografía tomada por Daisaku Ikeda en diciembre pasado, en Tokio | Foto: Seikyo Shimbun

Es bien sabido que la vida de Beethoven estuvo marcada por la sucesión de pruebas y dificultades. Pero él se enorgullecía de su misión como compositor obligado a batallar contra un cruel destino. En una carta fechada en diciembre de 1822, hace exactamente 200 años, exclamó sobre sí mismo: «Aunque yo, Beethoven, no pueda hacer otra cosa en el mundo, ¡puedo componer [música]!».[1]

Estas palabras fueron escritas alrededor de la época en que Beethoven estaba componiendo su Novena sinfonía, que contiene la célebre parte coral del «Himno a la alegría». Este inspirador tesoro que obsequió a la humanidad no fue el producto de una vida fácil y cómoda, sino de una fiera contienda contra los vientos de la adversidad, librada con voluntad indomable.

La vida está llena de altibajos. Las preocupaciones son interminables: si no son por la salud, son por cuestiones de trabajo, por conflictos familiares o en otras relaciones humanas, o por inquietudes referidas al futuro. No obstante, lo fundamental es tener la seguridad de que las dificultades actuales tienen un significado profundo para nuestra vida. Mientras practiquemos la fe con fuerte determinación, podremos transformar nuestro karma en misión, sin falta.

Lo fundamental es tener la seguridad de que las dificultades actuales tienen un significado profundo para nuestra vida. Mientras practiquemos la fe con fuerte determinación, podremos transformar nuestro karma en misión, sin falta.

Toda Sensei decía, lleno de amor compasivo hacia los miembros: «Si tienen problemas, den lo mejor de sí en la práctica budista durante un año. Les garantizo que, transcurrido ese período, habrán experimentado un cambio».

La Ley Mística tiene el poder de cambiar las cosas para bien. De hecho, esa es la finalidad con la que practicamos el budismo Nichiren.

[…] [En 2023], ¡pongamos en práctica esta convicción y escribamos otra página triunfal en los anales de nuestra revolución humana!

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Mi maestro daba el siguiente consejo a los responsables: «Vivimos tiempos turbulentos, en una época crucial. Quienes construyan bases sólidas triunfarán. Se trata de una regla invariable».

En los tiempos difíciles, es especialmente importante cuidar los aspectos de la realidad inmediata que ejercen de cimiento para nuestra vida. Sigamos, entonces, fomentando la confianza y las relaciones de amistad dondequiera que estemos: en casa, con los seres queridos, en el vecindario, en el lugar de trabajo. Esto puede parecer irrelevante, pero es la forma más segura de construir la felicidad para nosotros y para los demás.

Hace 65 años, en diciembre [de 1957], Toda Sensei nos presentó tres guías, poco después de cumplir su objetivo de expandir nuestra membresía a 750 000 familias: «Fe para una familia armoniosa», «Fe para que cada persona sea feliz» y «Fe para superar los obstáculos».[2]

Consolidar nuestros cimientos –a través de apoyar a nuestras familias, logrando la felicidad personal y superando las dificultades– nos permite triunfar en la vida y en el kosen-rufu. Esto sentará bases inamovibles para la paz y la felicidad de todo el género humano.

Toda Sensei decía […]: «Si tienen problemas, den lo mejor de sí en la práctica budista durante un año. Les garantizo que, transcurrido ese período, habrán experimentado un cambio». La Ley Mística tiene el poder de cambiar las cosas para bien. De hecho, esa es la finalidad con la que practicamos el budismo Nichiren.

Recuerdo cómo una miembro me habló de la angustia que le provocaba la oposición de su familia a su fe. Yo la tranquilicé, diciéndole: «Para encender una lámpara, basta con que una sola persona apriete el interruptor. Pero esa acción iluminará también a las demás personas presentes en ese espacio. Esto mismo ocurre cuando un solo integrante de una familia practica el budismo Nichiren».

El Daishonin cita el proverbio: «El uno es madre de diez mil».[3] La luz de la buena fortuna y de los beneficios de un solo individuo de fe firme iluminará a toda su familia y a todos los que forman parte de su vida. Por eso es tan importante brindar el aliento más cálido a cada persona que se encuentre frente a nosotros.

El propio Daishonin, después de establecerse en el monte Minobu, mantuvo un intercambio cordial con la gente mayor de la zona, conversando con ellos sobre aspectos de la vida cotidiana como el frío extremo que experimentaban.[4] Sigamos su ejemplo y cuidemos las relaciones con las personas de nuestras comunidades.

También yo me he esforzado siempre en cultivar la amistad paseando por las calles del barrio de Shinanomachi, donde se encuentra la sede central de la Soka Gakkai, saludando a los vecinos y visitando las tiendas locales. De manera similar, tengo gratos recuerdos de saludar animadamente a residentes de las áreas donde se encuentran el Centro Cultural de Tachikawa, en Tokio; el Centro Cultural de Kanagawa, en Yokohama, y muchas otras de nuestras instalaciones en Japón.

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Hace setenta años, en una reunión general que realizamos a finales de 1952, el maestro Toda declaró: «¿Para qué hemos nacido en este mundo? Para disfrutar de la vida».[5]

Nos enseñó que el pasaje del Sutra del loto que describe la tierra donde «plácidos, gozan los seres vivos»[6] [que recitamos durante el gongyo] se aplica a nuestras propias vidas.

Pero también agregó: «Los dulces requieren una pizca de sal para realzar su dulzura. De igual manera, sin una pizca de dificultades, no podemos experimentar la auténtica felicidad».

Si alguna vez sienten que hay demasiada «sal» en su vida, por favor, recuerden que esa experiencia llegará a ser un recuerdo digno de «saborear» en el futuro.

En los tiempos difíciles, es especialmente importante cuidar los aspectos de la realidad inmediata que ejercen de cimiento para nuestra vida. Sigamos, entonces, fomentando la confianza y las relaciones de amistad dondequiera que estemos: en casa, con los seres queridos, en el vecindario, en el lugar de trabajo. Esto puede parecer irrelevante, pero es la forma más segura de construir la felicidad para nosotros y para los demás.

En 1952, escribí en mi diario: «Los lugares de trabajo, los movimientos que buscan la reforma social, los sindicatos, la época, la política, la educación o la ciencia no podrán triunfar sin contar con aliados entre la juventud. El éxito en cualquier emprendimiento depende de si ganamos el apoyo de los jóvenes o los tenemos como adversarios».

Cuando, un año más tarde, me nombraron responsable del Primer Cuerpo del Departamento de Hombres Jóvenes, me puse a trabajar junto a mis compañeros Bodisatvas de la Tierra con la firme determinación de expandir enormemente nuestra red juvenil.

[…] En japonés, «triunfo» [sustantivo presente en el lema «Año de los jóvenes y del triunfo»] se dice gaika, que significa «canto triunfal». Gai también quiere decir «exclamación de victoria» y «disfrutar».

Cuando vencemos, una alegre canción se eleva desde las profundidades de nuestra vida.

¡Que un nuevo y glorioso canto de triunfo resuene en el corazón de todos ustedes! Con alegría y optimismo, ¡hagamos que se escuchen nuestras voces de coraje, esperanza y sabiduría!

(Traducción del artículo publicado el 28 de diciembre de 2022 en el Seikyo Shimbun).


[1] ↑ BEETHOVEN, Johann Wolfgang von: Beethoven’s Letters (1790-1826) [Cartas de Beethoven (1790-1826)], trad. Lady Wallace, Nueva York: Hurd and Houghton, 1867, vol. 2, pág. 93.

[2] ↑ Tiempo después, Daisaku Ikeda sumó otras dos pautas: «Fe para una vida larga y saludable» y «Fe para la victoria absoluta», formando así las cinco guías eternas de la Soka Gakkai. Además, «Fe para que cada persona sea feliz» pasó a ser «Fe para lograr la felicidad».

[3] ↑ Conversación entre un venerable y un hombre no iluminado, en END, pág. 137.

[4] ↑ Véase A Harsh Winter Deep in the Mountains (Un crudo invierno en lo profundo de las montañas), en WND-2, pág. 806.

[5] ↑ TODA, Josei: Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1983, vol. 3, pág. 509.

[6] ↑ SL, cap. 16, pág. 229. En japonés, es el pasaje de la parte en verso que aparece en el capítulo «Duración de la vida» (16.°) y dice: «Shujo sho yuraku».

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