Entrevistamos a Manuel Sánchez-Algora y Lina Cofán, artistas plásticos, particularmente conocidos por su maestría como ceramistas.
Hay quienes consideran que crear obras a las que, como ocurre en el caso de las piezas de cerámica, se les tiende a exigir que tengan un carácter decorativo, y que a veces incluso se conciben con un uso específico, puede limitar la libertad de creación artística. ¿Cuál es vuestra opinión y vivencia al respecto?
Manuel Sánchez-Algora: Siempre intento desarrollar al máximo mi creatividad.
Lo más importante es cómo quiero llegar al público, y cuál va a ser el destino final. Es decir, ¿voy a hacer algo para vender en una tienda de decoración o voy a exponer en una galería?
Cuando trabajo para las galerías, hago pieza única, ya sea en soporte cerámico o en otro soporte.
Cuando hago piezas para tiendas, desarrollo un trabajo seriado, pero no por ello menos creativo.
Lina Cofán: Dependiendo del soporte que trabajes encuentras diferentes dificultades o exigencias. También diferentes destinos, aunque cada vez menos.
Hace unos años, encontrar obra cerámica en ferias de arte como ARCO era poco usual. Ahora es todo lo contrario: en el mercado actual, la cerámica se ha abierto paso y está ubicada en importantes galerías y museos, por supuesto dependiendo de quién sea el autor.
Hace unos años, encontrar obra cerámica en ferias de arte como ARCO era poco usual. Ahora es todo lo contrario: en el mercado actual, la cerámica se ha abierto paso y está ubicada en importantes galerías y museos.
Yo disfruto mucho haciendo jarrones u otros objetos, porque puedo desarrollar toda mi creatividad. Me encanta hacer piezas decorativas que para mí son especiales y únicas.
La cerámica tiene muchas ventajas; es muy dúctil, no dependo de nadie en el proceso de creación de la pieza, desde el principio hasta el final, y además no es cara.
Desde la decisión de dedicaros al arte hasta la consolidación de vuestra carrera, probablemente hayáis hecho frente a desafíos y, quizá también, a algunos momentos de duda. ¿Podéis hablarnos de este recorrido?
Manuel: Si no dudas, no puedes crear; podemos decir que dudamos constantemente a la hora de iniciar un nuevo trabajo. Lanzarse a un nuevo proyecto siempre es emocionante, es una nueva aventura, pero conlleva su parte de sufrimiento. Crear es difícil, y estar satisfecho con el trabajo realizado también lo es.
Encontrar buenos espacios expositivos es ardua tarea. Realmente, tú no encuentras el espacio: es el espacio el que te encuentra a ti. Funciona así; son los galeristas quienes contactan contigo, son ellos los que quieren descubrir un autor y su obra.
Lo importante es ser siempre fiel a ti mismo, no seguir ninguna moda o tendencia.
En mi caso, he tenido la buena fortuna de pertenecer a familia de artistas. Mi padre y mi tío, además de ser grandes artistas, eran gemelos. Desde pequeño he vivido rodeado de objetos bellos, y de un ambiente privilegiado, donde se hablaba de arte y nos visitaban amigos también artistas.
Los dos hermanos fundaron una fábrica de cerámica decorativa y yo comencé a trabajar allí desde muy joven, a la vez que estudiaba. En mi caso puedo decir que no hubo un momento en que decidí dedicarme al arte; ese deseo estuvo siempre ahí desde que tengo uso de razón. Admiraba mucho a mi padre y quería ser como él.
Lina: En mis comienzos, recorría espacios expositivos enseñando mi obra, dejaba fotos y mi dirección, lo que llamábamos «dejar un dossier». Eso no tuvo ningún resultado.
Fueron años muy difíciles en los que, por supuesto, dudaba. Nunca imaginé que mi obra se hiciese conocida, ni mucho menos a nivel internacional.
Con los años de trabajo y algún golpe de buena fortuna mi obra fue haciéndose visible, de forma increíble. Una editora danesa, muy conocida en el mundo de la decoración, que tiene tiendas en los cuatro continentes, se puso en contacto conmigo porque quería editar tres piezas mías. ¡Eso fue la bomba! ¡Era una respuesta muy visible, muy contundente! ¡Lo que se llama una «prueba real»![1]
Vuestros trabajos han obtenido reconocimiento nacional e internacional. En un mundo donde todo es efímero y las modas y los gustos cambian a mucha velocidad, ¿cómo lográis ser fieles a vosotros mismos y a la vez mantener la conexión con el público?
Manuel: Lo importante es ser siempre fiel a ti mismo, no seguir ninguna moda o tendencia. Mi obra destaca por el color y por lo figurativo, tanto en la cerámica como en el dibujo o la pintura. Esto casi nunca está de moda, pero es lo que me gusta, lo que sé hacer. Y no podría cambiar, porque es mi esencia, es el estilo que he ido consolidando a lo largo de los años, es mi propio estilo, por el que me conocen, y es donde me siento cómodo.
Lina: Sí, esa es la clave, ser fiel a ti mismo, no seguir tendencias…
Lograr que un espectador identifique naturalmente una obra como tuya, es decir, que la vea y diga «eso es de Manuel», o «es de Lina», es muy difícil. Y creo que los dos lo hemos conseguido, por lo menos entre los ceramistas.
Por ejemplo, mis cactus se hicieron muy populares. A veces me escribían profesores de escuelas de arte o cerámica diciendo que sus alumnos iban a hacer un trabajo sobre mi obra. Incluso desde los Estados Unidos, ¡increíble!
Tengo muchísimas experiencias gratas con mi trabajo, ¡me siento muy afortunada!
En un célebre escrito en el que alude a varios artistas españoles, Daisaku Ikeda subraya su «sentido de misión» y, citando a uno de ellos, la propuesta de «[poner el arte] al servicio de la humanidad, para crear relaciones fraternas e iluminadas […] por la paz que todos anhelamos».[2] Al abordar el proceso creativo, ¿lo hacéis con la aspiración de que el resultado llegue a tener un potencial transformador de la sociedad?
Manuel: Creo que todos los artistas tendemos a ser egocéntricos, y que quizás el público es más consciente de ese sentido de misión que nosotros mismos. El público nos enseña muchas cosas; nos hace ver aspectos de nuestra propia obra que nosotros no veíamos.
Cuando estamos creando no somos conscientes de que una obra pueda transmitir tantas cosas, y cuando expones te sorpresndes de todos los comentarios que tu obra motiva.
El público nos enseña muchas cosas; nos hace ver aspectos de nuestra propia obra que nosotros no veíamos.
Poner el arte al servicio de la humanidad, de una u otra manera, creo que es el deseo de todos los artistas, en cualquier ámbito. Que lo que hagas pueda transformar la sociedad de forma positiva es realmente maravilloso ¡Me encantaría lograrlo!
Lina: Sí, ¡a mí también me encantaría lograrlo! Cada vez soy más consciente de ese sentido de misión. Si con mis pequeños objetos cerámicos puedo dar un toque de alegría en algún hogar, me siento muy feliz y muy agradecida de hacerlo.
Si con mis pequeños objetos cerámicos puedo dar un toque de alegría en algún hogar, me siento muy feliz y muy agradecida de hacerlo.
[1] ↑ Un principio budista, cuya importancia se subraya en la Soka Gakkai, es el que afirma que la fe se refleja en la vida cotidiana. En este sentido, si bien identificó otras dos pruebas para evaluar las enseñanzas –la prueba teórica y la prueba documental–, Nichiren Daishonin dio prioridad a la prueba real, al sostener que «más valiosa que la razón y la prueba documental es la evidencia de los hechos reales» (Tres maestros del Tripitaka oran para que llueva, en END, pág. 628).
[2] ↑ Véase IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volúmenes 5 y 6, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2013, pág. 53. Las palabras citadas son de Pau Casals.