Una oportunidad de crecer conjuntamente
ANTONIO NAVARRO, «TONI VERONI» · GODELLETA
Vivo en un pueblecito muy tranquilo a 37 km de Valencia. En el distrito general Arrels de la SGEs, al que pertenezco y de cuyo equipo de responsables formo parte, nos hemos involucrado en los preparativos de los exámenes de estudio con la intención de que nadie se quede atrás. En el comité de apoyo estamos convencidos de que, en particular, el examen de Introducción al Budismo (o Grado I) sin duda hará más fuertes a los miembros y simpatizantes que lo realicen y consolidará las raíces de su fe. Como Ikeda Sensei nos dice, si asentamos bases sólidas en el estudio budista, ningún problema que enfrentemos nos derribará.[1]
Ahora que hemos retomado esta actividad, tras el parón temporal que impuso la pandemia, personalmente, me he dedicado a alentar a los más indecisos. Algunos temen la palabra «examen», y aunque todos en Gakkai tenemos un espíritu juvenil, en el Departamento de Hombres algunos expresan su preocupación por cómo abordar el estudio a su edad. Entiendo bien sus dificultades: cuando hace varios años me presenté al examen, tuve que hacer un importante esfuerzo para prepararlo. Recuerdo con alegría el apoyo que recibí en todo el proceso de la preparación y también en el día del examen.
En nuestro distrito general estamos apoyando desde cada departamento, aunque el repaso de posibles dudas o preguntas lo realizamos conjuntamente, en varias sesiones tanto para el primer grado como para el segundo grado. Cuando aliento a cada postulante, a veces en visita o si no telefónicamente, a menudo escucho cosas como «claro, tú sabes mucho y llevas mucho tiempo de práctica…». Yo respondo que ni mucho menos soy un especialista en budismo, pero que sin lugar a dudas los esfuerzos que he hecho en el estudio durante mis más de 26 años de práctica en la Soka Gakkai me han servido para afrontar todo tipo de dificultades. Es como si el estudio budista diluyera la oscuridad para transformarse en esperanza.
De hecho, agradezco sinceramente la oportunidad de apoyar a los compañeros de fe en la preparación de los exámenes, ya que me permite a la vez refrescar y grabar nuevamente esta maravillosa filosofía en mi vida. No me canso de recordar a cada uno que los exámenes que llevamos a cabo en la Soka Gakkai son un medio hábil para fortalecer nuestra fe, en esta comunidad de «buenos amigos»,[2] que nos ayuda a conducir mejor nuestra vida desarrollando nuestra confianza y convicción.
MARÍA LÓPEZ BARBERO · CÓRDOBA
Son muchos los aspectos de mi vida que he logrado transformar desde que, en septiembre de 2012, comencé a practicar y a estudiar el budismo Nichiren en la Soka Gakkai inspirada por mi pareja, y ahora estoy teniendo la enorme fortuna de poder acompañar a otra joven en su camino de crecimiento a través de la preparación del examen de Grado I.
El hecho de visitar y apoyar a otra persona en el aprendizaje del budismo está siendo un verdadero despertar: tras dos años de inactividad presencial a raíz de la pandemia, siento que he vivido un cierto «letargo espiritual». En general, tenía pocas ganas de iniciar diálogos sobre la fe con la gente a mi alrededor o de ahondar por propia iniciativa en el estudio budista.
Sin embargo, este verano, cuando conocí a Dara, una joven simpatizante que se instaló en Córdoba hace poco más de un año, volvió a activarse en mí el espíritu del kosen-rufu, especialmente ahora que, en ocasión de la realización de los exámenes de estudio, ambas hemos determinado reservar un día a la semana para profundizar juntas en el material del examen.
Gracias a esta actividad, he recordado lo enriquecedor que es estudiar la filosofía budista con alguien más. Se trata de un entrenamiento muy gratificante, «a 360 grados». Estoy consiguiendo abrirme y estrechar lazos profundos con la otra persona ya que, para explicar ciertos conceptos, me valgo de ejemplos de mi propia experiencia. Por otro lado, me está haciendo recordar en qué punto estaba yo la primera vez que oí hablar de ese gosho o de aquella orientación, y me doy cuenta de cuánto he transformado y me he desarrollado desde entonces. Concretamente, estudiando de nuevo los «diez estados» junto a Dara, he rememorado qué revelación representó para mí escuchar sobre ellos en un primer momento y experimentarlos en mi propia vida posteriormente.
Ikeda Sensei afirma que «el estudio del budismo es un faro que alumbra el camino de la fe»[3] y que «solo podemos decir que estamos estudiando el budismo Nichiren de verdad cuando nuestras acciones se alinean con los escritos del Daishonin».[4] ¡Así es! Llevaré siempre conmigo este aprendizaje, ¡más despierta que nunca!
MÓNICA ARGUINZONEZ · MÁLAGA
Gracias a mi padre, conozco la práctica budista en la Soka Gakkai desde pequeña, y he vivido muchas experiencias en mis años de práctica. Pero hoy hablaré de cómo enseñé la Ley a una de las personas a quienes hice shakubuku y lo que hemos vivido desde entonces.
En julio de 2019, quedé viuda debido a que mi marido sufrió un infarto. Ni mis vecinos ni yo dábamos crédito a lo sucedido, por lo que una de mis vecinas, que siempre saludaba con mucho cariño y que conocía a mi marido desde niño, me visitó para saber si era verdad. Desde allí comenzamos a tener una relación mas cercana.
Dos meses más tarde, a raíz de percibir su sufrimiento y baja fuerza vital, le hablé de la práctica y la animé a entonar Nam-myoho-renge-kyo para ser feliz. Ella, Mavi, empezó a hacerlo, y con asiduidad; y comenzó a notar poco a poco el cambio. Tanto, que los beneficios aparecieron uno tras otro. Luego, llegó la pandemia y seguimos en contacto, apoyándonos mutuamente.
En este tiempo, han pasado muchas cosas y Mavi ha demostrado el poder de la fe en su vida. Este verano recibió el Gohonzon, cosa que no fue fácil, sino que fue el resultado de ir superando paso a paso una gran cantidad de obstáculos tanto en su vida como en la mía.
Un desafío que persiste es la enfermedad del marido de Mavi, que ha estado varias veces ingresado debido a una fiebre, cuyas causas aún se desconocen. Yo he seguido alentándola, y ella también a mí, con sus grandiosos beneficios.
Sé que para Mavi no es fácil estudiar ahora mismo, pero hemos conseguido que se apunte al examen, y seguiremos apoyándola para que pueda prepararse y presentarse. Será un total desafío, pero lo afrontamos con el daimoku.
MARÍA VICTORIA CAMPOS, «MAVI» · MÁLAGA
Cuando comencé a practicar no le encontraba sentido a mi vida. En mi familia había mucho alejamiento; a pesar de tener nueve hermanos no había comunicación alguna. Además, en mi familia más próxima, con mi hijo y mi marido era muy seguida la desarmonía familiar, y parecíamos perros y gatos. La relación con mis nietos era nula.
Cuando en julio de 2019 visité a Mónica tras perder ella a su marido, quedé realmente impactada al ver su serenidad. Dos meses más tarde, al decirme que era budista y hablarme de Nam-myoho-renge-kyo, comencé a entonarlo el mismo día, y desde entonces a cualquier hora. Pronto empecé a sentir cambios.
Antes, despertaba toda sudorosa; me horrorizaba comenzar el día. Pero, un tiempo después de aquel diálogo y el inicio de mi práctica, una mañana al levantarme y abrir la ventana sentí una gran alegría. Vi el día más hermoso de mi vida.
Aunque desde entonces he tenido muchas experiencias y beneficios sorprendentes que contar, uno de los deseos más ansiados y que veía imposible hacer realidad era la armonía con mi hijo y, sobre todo, el reencuentro con mis nietos, a quienes no veía desde 2014. Me reté a entonar muchas horas diarias de daimoku y a participar en las reuniones de diálogo y de mujeres.
Hoy puedo contar que he logrado tener una gran relación con mi hijo, y que mi nieta mayor y mi bisnieto están viviendo conmigo y estamos disfrutando de una gran armonía. Mi nieta y yo mantenemos bonitos diálogos y mi bisnieto de 3 años ha llenado mi casa de amor, jamás pude pensar llegar a tanto y escuchar a mi pequeño decir «abuela, te amo»… Con mis hermanos y hermanas he tenido ya varios encuentros, y una de mis hermanas ha comprobado en primera persona el poder de la práctica afrontando una enfermedad que padecía su marido.
Aunque mi marido está enfermo y esperando resultados, yo me encuentro totalmente determinada a convertir el veneno en medicina, un principio que ya he experimentado, y estoy convencida de que «el invierno siempre se convierte en primavera».[5]
Con el apoyo de Mónica, me he inscrito al examen de Grado I, y tengo intención de prepararlo y hacerlo.
[1] ↑ Véase Civilización Global, n.º 209, septiembre 2022, sección «Estudio mensual», pág. 29.
[2] ↑ Nichiren Daishonin escribe: «la mejor forma de lograr la Budeidad es encontrar un buen amigo. […] [D]eberíamos salir en busca de un buen amigo» (Tres maestros del Tripitaka oran para que llueva, en END, pág. 627). «Buen amigo» se refiere aquí a la persona o personas que ejercen una «buena influencia», guiándonos hacia la enseñanza correcta o ayudándonos en su práctica.
[3] ↑ Véase Civilización Global, n.º 210, octubre 2022, sección «Estudio mensual», pág. 25.
[4] ↑ Ib., pág. 26.
[5] ↑ En END, pág. 561.