El beneficio de la ofrenda


Por Pilar Rodríguez Soto · Zamora



El espíritu de la ofrenda hecha con alegría eleva el estado de vida de la persona y produce beneficios inmensurables. Esto, a su vez, profundiza la convicción en la fe. Es una ecuación inmutable para consolidar los cimientos de la felicidad.[1]


HACE DOS AÑOS decidí profundizar mi postura al realizar la actividad de aportación en la SGEs.

Descubrir a través de la lectura de La nueva revolución humana la importancia de realizar la ofrenda con alegría despertó en mí el deseo de dedicarme a este aspecto de la práctica con más atención. Quería hacerlo experimentando «genuina alegría» y abriendo mi conciencia al significado de esta acción.

«El gosho El cuerpo y la mente de los seres comunes indica que las ofrendas pueden producir un bien o un mal, según a quién o por qué causa se hacen. […] Shin’ichi pensó en las aportaciones que se hacían dentro de la Soka Gakkai. Las ofrendas y contribuciones financieras se habían solicitado para llevar a cabo el designio del Daishonin de propagar ampliamente la Ley Mística. Por lo tanto, habían sido hechas al Buda. Ciertamente, no existen mayor ofrenda ni mayor bien. Nada podría producir un beneficio más grande».[2]

A través de profundizar en mi oración y en las palabras de Sensei, comprendí que estaba realizando una ofrenda al «mayor bien», desde una condición de vida que no depende solo de las circunstancias, sino que nace en mi interior. Desde entonces, decidí que esta actividad sería un aspecto de la práctica en el que me desafiaría continuamente, con la convicción puesta en las palabras del Gosho: «Tenga la certeza de estar sembrando óptimas semillas en un campo de buena fortuna».[3]

Durante ese período, uno de mis mayores deseos era volver a ver a mi madre. Hacía diez años ella se había aislado totalmente, y había desarrollado fijaciones hacia mí a causa de una enfermedad no diagnosticada y por lo tanto no tratada. Había cortado todo vínculo conmigo y no quería verme. Aun así, mantuve la esperanza de encontrarnos de nuevo, y continué dedicándome a las actividades por el kosen-rufu con energía.

El año pasado, de manera inesperada, pude verla. Su salud física y mental se habían deteriorado gravemente. Mis hermanos llevaban más de un año intentado que accediera a ir a un médico, pero no lo conseguían. Con calma, pude dialogar con ella sobre la importancia de su salud y sus cuidados, y finalmente aceptó ir. Estuvo en el hospital, donde tuvo un diagnóstico y un tratamiento adecuado. Posteriormente aceptó ingresar en una residencia donde esta recibiendo los cuidados apropiados. Ahora está bien, y manifiesta serenidad y dulzura. Por mi parte, al verla, comprendí su sufrimiento y pude ver desde otra perspectiva aspectos de nuestra relación y convivencia que antes no podía entender. Compartir tiempo con ella, mi hija y mi nieto recién nacido es una fuente de profunda felicidad.

Paralelamente, a medida que he profundizado en el espíritu de la aportación, ha surgido en mi la postura de ser cuidadosa con los recursos. Como resultado, en la situación actual generada por la alerta sanitaria, he contado con recursos económicos suficientes para atravesar esta época con tranquilidad.

Considero que el verdadero beneficio de la ofrenda es tomar honda conciencia de la misión que poseemos cada uno. A través de esta actividad, no solo estoy pudiendo transformar aspectos profundos de mi vida, sino que además estoy pudiendo abrirme a esa conciencia y vivir de acuerdo con ella. |


[1]IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Vols. 3 y 4, Rivas Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2010, pág. 256.

[2]Ib., Vols. 5 y 6, 2013, pág. 267

[3]El cuerpo y la mente de los seres, en END, pág, 1180.

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