El camino hacia la paz para todos los seres humanos


A continuación, presentamos el extracto de un ensayo de Daisaku Ikeda, perteneciente a la serie Resplandor del siglo de la humanidad.

[…] El capítulo «Duración de la vida» (16.o) del Sutra del loto termina con estos versos: «Mi pensamiento constante es / cómo hacer para que los seres vivos / accedan al Camino insuperable / y adquieran rápidamente el cuerpo de un buda».[1] La verdadera grandeza de una persona se define por el pensamiento constante que ocupa su corazón. Nichiren Daishonin escribe: «Desde que nací hasta hoy, no he conocido un solo instante de tranquilidad; sólo he pensado en propagar el daimoku [Nam-myoho-renge-kyo] del Sutra del loto».[2] Herederos de este gran espíritu, los tres presidentes fundadores de la Soka Gakkai hemos tenido el «pensamiento constante» de cómo propagar el budismo del Daishonin en la época contemporánea. Así, […] desde su establecimiento, la Soka Gakkai se ha convertido en la organización internacional que es hoy.

En cada rincón del mundo hay miembros de la SGI que se esfuerzan de todo corazón para difundir el budismo del Daishonin. Cuando pienso en ello, no puedo reclinarme a descansar ni aflojar mi propio esfuerzo. Siento la necesidad de entonar daimoku, pensar y pensar de qué manera puedo apoyar más a los miembros, qué acciones concretas emprender…

Si los integrantes del Departamento de Jóvenes heredan esta capacidad de iniciativa y de compromiso que hemos tenido en común los sucesivos maestros y discípulos, y si hacen de ella su base infalible, el futuro de la Soka Gakkai estará asegurado.

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Fotografía tomada por Daisaku Ikeda durante un viaje a España, en Madrid (junio de 1983) | Foto: Seikyo

Más y más familias
que rebosan de felicidad
en todo el globo…
sigamos propagando la Ley Mística
con júbilo y amor compasivo.

En mis viajes de paz por Japón y por el mundo, a menudo tomo fotografías en mis escasos ratos libres. Aunque no soy fotógrafo profesional, muchas de las imágenes que he capturado han sido utilizadas, a petición de los miembros de la Soka Gakkai, para adornar nuestros centros culturales y comunitarios en lugar de cuadros, que a veces llegan a ser muy costosos. Empecé a hacer fotos con el deseo de brindar, aunque fuera en lo más mínimo, aliento y alegría a mis compañeros de fe.

En varias ocasiones, fotografié el monte Sainte-Victoire, en cuyas estribaciones se encuentra el Centro Cultural Europeo de Trets, en el sur de Francia. El pintor francés Paul Cézanne (1839-1906) plasmó numerosas vistas de esta montaña. Famoso hoy por instaurar un nuevo estilo pictórico, Cézanne tuvo que soportar amargas burlas de los críticos de su época. No obstante, se mantuvo imperturbable y siguió explorando sus convicciones, como esa montaña invencible que tanto lo conmovía.

Escribió: «Avanzo cada día, diciéndome que esto es lo esencial».[3] Y también, en una carta a un amigo: «Te exhorto a que tengas coraje en abundancia, pues es lo que uno necesita para cumplir sus metas».[4]

El pintor pasó muchos de sus últimos años solo frente al lienzo, intensamente enfocado en su trabajo. Cuando quería relajarse y distraerse, apreciaba el diálogo con gente joven, porque, como decía, «los ojos de los jóvenes no mienten». Las miradas de la juventud son transparentes y brillantes. Los jóvenes tienen la capacidad de discernir lo que es correcto, sin los velos de los prejuicios ni las influencias que ejerce el poder. Los jóvenes tienen el valor de enunciar la verdad. […]

Cézanne dijo una vez a un joven poeta: «El sol brilla y la esperanza ríe en el corazón».[5] Como practicantes del budismo de Nichiren Daishonin, también nosotros vivamos toda nuestra existencia como eternos jóvenes, rebosantes de enérgico espíritu de lucha, con una vitalidad potente como el sol.

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Lo que cuenta es poder valorar a la persona que tenemos frente a nosotros y brindarle toda nuestra atención. Este es el punto esencial.

[…] El desarrollo y el crecimiento de los miembros de la SGI de Europa es algo realmente notable. Con la energía que les brindan los cursos estivales de capacitación, y en especial, las inspiradoras sesiones de estudio, marchan a la vanguardia de esta época signada por la gran unión regional de Europa. Los organizadores de estos cursos me han transmitido que el éxito no solo se debe a las magníficas disertaciones sobre los escritos del Daishonin, sino a la importancia que se da a las sesiones de preguntas y respuestas.

En otras palabras, es importante alentar la participación. La forma de crear entendimiento y de fomentar una mayor toma de decisiones es inspirar a las personas mediante el diálogo. Esta ha sido una tradición de la Soka Gakkai desde los tiempos de los dos primeros presidentes, Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda. Lo que cuenta es poder valorar a la persona que tenemos frente a nosotros y brindarle toda nuestra atención. Este es el punto esencial de cualquier religión o filosofía que sostenga tener validez universal. Aunque hablamos de trabajar «en bien de la humanidad», nuestro foco nunca debe apartarse de las personas individuales.

El humanismo budista no está limitado por ninguna frontera nacional. Estemos donde estemos, podemos empezar a compartir los ideales y principios humanísticos del budismo de Nichiren Daishonin mediante un diálogo sincero y franco. En muchos niveles, la globalización es la realidad que nos toca vivir en el mundo actual. Desde este punto de vista, nada es más necesario que el diálogo entre religiones y entre civilizaciones, cuya base no es otra cosa que el intercambio individual, de vida a vida.

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Daisaku Ikeda, a punto de partir del aeropuerto Haneda (octubre de 1962) | Foto: Seikyo

Día de la Paz Mundial
para la SGI
y para el movimiento del kosen-rufu.

El 2 de octubre, hemos vuelto a celebrar el Día de la Paz Mundial de la SGI. En esta fecha, en 1960, partí del aeropuerto Haneda de Tokio en vuelo a Hawái. Hacía dos años y medio que había fallecido mi maestro, Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai, quien me había exhortado a cumplir mi misión en el escenario del mundo. Era, a su vez, el segundo día del mes, en que conmemoramos el fallecimiento del señor Toda (acaecido el 2 de abril de 1958).

El bello archipiélago de Hawái, situado en medio del océano Pacífico, es un símbolo de armonía. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial fue brutalmente atacado por los arrogantes militares japoneses. Aun tras el final de la guerra siguió siendo escenario de enfrentamientos y conflictos, y padeciendo las tensiones de la Guerra Fría. La pobreza y la discriminación continuaron, y el lamento angustiado de madres y niños se siguió oyendo en cada rincón.

El maestro Toda inició una lucha por transformar el trágico destino de la humanidad. Proclamó su determinación de erradicar el sufrimiento de la faz de la Tierra, y abogó por la eliminación de las armas nucleares, que ponían en peligro la mismísima supervivencia de la humanidad. Yo, discípulo suyo, fui quien respondió a su deseo.

Cuando me lancé a hacer realidad el kosen-rufu mundial, lo hice con la determinación interior de poner fin a las guerras y crear un siglo de paz. Estaba convencido de que la única forma de lograrlo era transmitir a los demás las enseñanzas de Nichiren Daishonin –un budismo que afirma y dignifica la vida– y desarrollar nuestro movimiento en el escenario global. Con una foto de Toda Sensei en el bolsillo del pecho de mi chaqueta, me lancé a cumplir mi misión en compañía de mi maestro.

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[…] El escritor francés Romain Rolland (1866-1944) cultivó la amistad con colosos de las letras como Tagore, Tolstói y Gorki, entre otros. Según refería, él y sus amigos habían construido una familia espiritual que atravesaba el mundo.[6] Del mismo modo, los miembros de la SGI somos una familia global unida por nuestra convicción en los ideales humanísticos del budismo de Nichiren Daishonin, pioneros del kosen-rufu mundial que hemos tomado conciencia de nuestra misión desde el tiempo sin comienzo.

Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) escribió: «Con valentía renovada, entonces, / apresurémonos a cumplir nuestra labor».[7] Serán los nuevos valores humanos, pletóricos de valentía y de determinación, quienes abrirán las puertas de una nueva época.

El budismo del sol resplandece. Avancemos con actitud exultante y valerosa, sintiendo que un infinito cielo azul se extiende en nuestro corazón, izando el estandarte de la verdad de la Ley Mística.

[…] ¡Comencemos, con audacia y resolución, a componer el próximo gran poema épico de victoria y de felicidad, ustedes y yo, sobre el amplio escenario del mundo!

Condensando la práctica
de diez mil años
en este instante,
lancémonos a escalar
las cumbres del kosen-rufu.

(Traducción del artículo publicado el 3 de octubre de 2009 en el Seikyo Shimbun).


[1]SL, cap. 16, pág. 230.

[2]END, pág. 1010.

[3]BERNARD, Emile: Souvenirs sur Paul Cézanne et lettres, París: La Rénovation Esthétique, 1924, pág. 37.

[4]CÉZANNE, Paul: Letters, Nueva York: Hacker Art Books, Inc., 1976, pág. 262.

[5]GASQUET, Joachim: Cézanne, Fougères: Encre Marine, 2002, pág. 235.

[6]ROLLAND, Romain: Carta a Akio Ueda, 3 de marzo de 1928, en Roman Roran Zenshu, Tokio: Misuzu Shobo, 1968, vol. 35, pág. 65.

[7]GOETHE, Johann Wolfgang von: «The First Walpurgis-Night», en The Poems of Goethe, Charleston, Carolina del Sur: BiblioBazaar, 2009, pág. 152.

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