El sujeto [o «yo» tácito, en el pasaje del Sutra del loto que dice: «Al principio, formulé un juramento, con la esperanza de hacer que todas las personas fuesen iguales a mí, sin que hubiese distinción alguna entre nosotros»] se refiere al buda Shakyamuni, quien, en realidad, logró la iluminación en el remoto pasado. Ese buda Shakyamuni de la enseñanza esencial no es otro que nosotros, los seres vivos.
.
En la frase «iguales a mí» [es decir, al Buda], el «mí» representa los últimos siete de los diez factores de la vida. Los seres de los nueve estados representan los primeros tres de los diez factores. Los seres vivientes somos los padres, y el Buda es el hijo. El padre y el hijo [o los progenitores y el hijo] constituyen una sola entidad; un comienzo y un final que, en última instancia, son iguales. En el capítulo «La duración de la vida» del Sutra del loto, a los seres vivientes se nos describe como el Buda eternamente dotados de los tres cuerpos.[23]
.
Esto es una alusión a Nichiren Daishonin y sus seguidores, quienes hoy entonan Nam-myoho-renge-kyo.[24]
LOS SERES VIVIENTES Y EL BUDA SON UNA MISMA ENTIDAD
continuación, estudiemos la parte del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente referida a un pasaje del Sutra del loto que Nichiren Daishonin consideró extremadamente importante y que citó tanto en La apertura de los ojos como en El objeto de devoción para observar la vida. Es la frase en que Shakyamuni se refiere a su juramento precedente de «hacer que todas las personas sean iguales a mí, sin que haya distinción alguna entre nosotros».[25] El texto completo dice:
[A]l principio, formulé un juramento,
con la esperanza de hacer que todas las personas
fuesen iguales a mí, sin que hubiese distinción alguna entre nosotros.[26]
El deseo de guiar a todos al mismo estado de vida iluminado que él ha adquirido expresa cabalmente el amor compasivo del Buda, que se extiende a todos y a todo.
Luego, Shakyamuni señala que ha cumplido esa promesa:
[L]o que ansiaba desde hacía tanto tiempo
ahora se ha cumplido.
He convertido a todos los seres vivos
y les he permitido ingresar en el Camino del buda.[27]
Con respecto a este pasaje, el Daishonin empieza explicando que, en esta parte del capítulo «Medios hábiles», el sujeto de la oración [el «yo» tácito] se refiere al buda Shakyamuni que, en verdad, logró la iluminación en el remoto pasado, lo cual se revelará más adelante en la enseñanza esencial (segunda mitad) del Sutra del loto.[28] La esencia del deseo del Buda es la lucha eterna para permitir a todas las personas el logro de la budeidad.
Al mismo tiempo, Nichiren afirma que el buda Shakyamuni de la enseñanza esencial somos nosotros, los seres vivientes. Y esta es una declaración de importancia capital. Porque, visto desde la perspectiva de la Ley Mística, el Shakyamuni que logró la iluminación en el remoto pasado es, también, nuestro modelo para manifestar la budeidad.
A continuación, el Daishonin distingue los primeros tres de los diez factores (apariencia, naturaleza y entidad) de los últimos siete (poder, influencia, causa interna, relación, efecto latente, efecto manifiesto, y su coherencia del principio al fin) y señala que los primeros tres representan a los seres de los nueve estados, mientras que los últimos siete indican al Buda. El principio y el fin –observa– son iguales en última instancia; esto quiere decir que los seres y el Buda son iguales. De acuerdo con esta profunda enseñanza, los seres vivientes son los progenitores, y el Buda es el hijo. Juntos, constituyen una misma entidad.
Desde nuestra perspectiva habitual, el Buda es quien predica la Ley y guía a los seres; estos últimos, a la vez, son guiados e instruidos por el Buda. No obstante, en el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente el Daishonin postula que la esencia son los seres vivientes (los primeros tres factores), mientras que el Buda es una función de la vida de aquellos (los siete últimos factores). Y dice que el Buda solo existe en la medida en que existen los seres. En ese sentido, los seres vivientes son los progenitores, y el Buda es el hijo. Estamos ante un planteamiento completamente opuesto al enfoque convencional sobre la relación entre ambos. El budismo Nichiren brilla con esta profunda perspicacia que lo convierte en el budismo del pueblo.
En virtud de las enseñanzas y del gran juramento del Buda, todos los seres pueden lograr la iluminación de manera igualitaria. Cuando las personas toman conciencia de su propia budeidad innata y creen en ella, pueden vivir con el mismo juramento compasivo del Buda: «hacer que todos sean iguales a mí, sin que haya distinción alguna entre nosotros». Esta es una noción fundamental que expone el Sutra del loto: tanto quienes enseñan la Ley y guían a los semejantes como los que reciben y siguen la enseñanza son budas por igual, de manera idéntica.
LA REVOLUCIÓN HUMANA: UNA SAGA EN QUE TANTO LOS MAESTROS COMO LOS DISCÍPULOS RESPONDEN CABALMENTE DE FORMA RECÍPROCA
Comentando en el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente los cuatro aspectos de la sabiduría de buda que analicé anteriormente, el Daishonin se refiere al juramento de Shakyamuni de «hacer que todas las personas sean iguales a mí, sin que haya ninguna distinción entre nosotros». Y dice:
Cuando el maestro y los discípulos han respondido cabalmente unos a otros, y cuando los discípulos han recibido la enseñanza, forjando así la conciencia que menciona el sutra cuando afirma: «Formulé un juramento, con la esperanza de hacer que todas las personas fuesen iguales a mí, sin que hubiese distinción alguna entre nosotros».[29]
Aquí, el término «responder cabalmente» (en jap.: kanno) está compuesto de dos caracteres chinos, kan y o (este último cambia fonéticamente a no al constituir la forma compuesta). Kan significa la respuesta de los seres vivientes a la aparición del Buda. Y o denota la respuesta del Buda a la capacidad de los seres. Ese paradigma, en que tanto el maestro como los discípulos responden recíprocamente, es la manera en que el Sutra del loto se transmite a todas las personas. «Hacer que los seres vivos tomen conciencia de la sabiduría de buda» describe la instancia en que los seres comprenden que son iguales al Buda y que no existe distinción entre este y aquellos.
En esa inspiración mutua entre el mentor y los discípulos, no solo se comunica y se transmite la gran enseñanza del Sutra del loto, sino que también el maestro y los sucesores, desplegando el mismo estado de vida, se levantan a trabajar juntos. De eso se trata la sublime epopeya del Sutra del loto. Los discípulos que antes esperaban pasivamente la salvación y la guía comienzan a trabajar en forma activa para ayudar y conducir a los demás hacia la felicidad y la iluminación. No es exagerado decir que esta dinámica revolución humana es la esencia del Sutra del loto.
CUMPLIR EL JURAMENTO QUE HIZO EL BUDA DE LOGRAR LA ILUMINACIÓN UNIVERSAL
En un día gélido y nevado de 1950, cuando el señor Toda luchaba contra la adversidad más insidiosa, me senté a su lado delante de una estufa que apenas calentaba, donde habíamos echado unas pocas ramas de leña. Allí, escribió un poema y me lo entregó.
Cae la nieve.
En medio de la nevisca furiosa,
un corazón valiente
se alegra
por el afecto y la consideración de un amigo.[30]
Ese momento fraguó en mí la profunda convicción de que, pasara lo que pasare, el señor Toda y yo siempre compartiríamos las dichas y las amarguras como maestro y discípulo.
La travesía conjunta del mentor y los sucesores en bien del kosen-rufu proseguiría eternamente, como un río caudaloso. No hay mayor orgullo, no hay mayor satisfacción, que trabajar ayudando a todos a lograr la iluminación. Esta es la esencia del Sutra del loto y del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente.
PROSEGUIR CON CONFIANZA NUESTRA GESTA DE DIÁLOGO POR EL KOSEN-RUFU
Hoy y siempre, continuemos avanzando juntos con confianza, en nuestra gesta de diálogo hacia el kosen-rufu –la noble tarea del Buda–, irradiando la valentía y el amor compasivo que nos brinda la recitación del daimoku.
Con nuestra red solidaria de profunda fe, asentada en la inseparabilidad de maestro y discípulo, y en la unión de propósito con nuestros camaradas, ¡afrontemos con valentía cualquier adversidad tempestuosa y demos paso a una triunfal primavera del pueblo, colmados de esperanza y de optimismo!
Traducción del artículo publicado en la edición de febrero de 2023 del Daibyakurenge.
[23] ↑ Tres cuerpos: Tres cuerpos de los budas. El cuerpo del Dharma, el cuerpo de la recompensa y el cuerpo manifiesto. El cuerpo del Dharma es la verdad o Ley fundamental con respecto a la cual está iluminado un buda. El cuerpo de la recompensa es la sabiduría necesaria para percibir la Ley. Y el cuerpo manifiesto es la acción compasiva que lleva a cabo un buda para guiar a las personas a la felicidad.
[24] ↑ OTT, págs. 39-40.
[25] ↑ Véase SL, cap. 2, pág. 36.
[26] ↑ SL, cap. 2, pág. 36.
[27] ↑ Ib.
[28] ↑ Aunque, hasta ese momento, se pensaba que el buda Shakyamuni se había iluminado en esa existencia en la India, bajo el árbol bodhi, el capítulo «La duración de la vida» (16.o) del Sutra del loto revela que Shakyamuni en realidad era el Buda eterno, que había logrado originalmente la iluminación en el remoto pasado.
[29] ↑ OTT, pág. 30.
[30] ↑ Toda, Josei: Toda Josei zenshu (Obras completas de Josei Toda), Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1981, vol. 1, pág. 356.