El Departamento de Mujeres (2/3)


Aunque uno apuntara a la tierra y errase, o pudiera liar el firmamento; aunque la marea dejara de subir y bajar, o el sol saliera por el poniente; jamás podría ocurrir que las oraciones del practicante del Sutra del loto quedaran sin respuesta.[2]

Todo comienza por la oración basada en un juramento

El primer pasaje que estudiaremos pertenece a Sobre la oración, un escrito donde el Daishonin enseña que las oraciones del practicante del Sutra del loto siempre tienen respuesta.

La primera de las cinco guías para el Departamento de Mujeres es «Todo comienza por la oración». La oración basada en la Ley Mística –la práctica de entonar Nam-myoho-renge-kyo–, que implica hacer un juramento, es la fuerza espiritual más poderosa. Cuando este tipo de oración fluye en nuestro corazón, no hay espacio para el miedo, la resignación o la queja.

En el budismo Nichiren, la oración es establecer la certeza de que lograremos nuestras metas sin falta y jamás seremos vencidos. Implica quebrar la barrera de la duda en nosotros mismos, que no nos deja triunfar, y asumir la suprema valentía de luchar y ganar.

En el budismo Nichiren, la oración es establecer la certeza de que lograremos nuestras metas sin falta y jamás seremos vencidos. Implica quebrar la barrera de la duda en nosotros mismos, que no nos deja triunfar, y asumir la suprema valentía de luchar y ganar.

El juramento de proteger a los practicantes del Sutra del loto

En este pasaje, el Daishonin dice que, aunque ocurriesen fenómenos imposibles, como apuntar a la tierra y errar, o atar el cielo, o detener el flujo de las mareas, o que el sol saliera por el oeste, jamás podría suceder que las oraciones del practicante del Sutra del loto quedaran sin respuesta.

¿Y por qué es así? Lo explica desde la perspectiva del Sutra del loto.

Solo en este sutra Shakyamuni revela el verdadero camino por el cual pueden manifestar la Budeidad los bodisatvas, las personas de los dos vehículos del aprendizaje y la comprensión intuitiva (es decir, los que escuchan la voz y los que toman conciencia de la causa), los seres celestiales, los seres humanos y otro tipo de criaturas.

Por eso, en la asamblea donde se proclamó esta enseñanza, todos los seres vivos, conscientes de su gran deuda de gratitud con el sutra, juran jamás «abandonar a los que practican el Sutra del loto» y «asumir como propios los sufrimientos de sus practicantes».[3]

Cuando muere Shakyamuni, asimismo, todos ellos juran saldar su deuda de gratitud con él venciendo a los enemigos del Sutra del loto, sin escatimar la vida en defensa de esta enseñanza.[4]

En otras palabras, todos los seres de los estados de bodisatva, los dos vehículos del aprendizaje y la comprensión intuitiva, la humanidad y el éxtasis o cielo han jurado proteger de manera infalible a quienes practican el Sutra del loto.

Y por tal razón, declara el Daishonin, las oraciones de los practicantes del Sutra del loto dedicados al juramento del kosen-rufu jamás quedan sin respuesta.

Una oración potente activa las funciones protectoras del universo

En función de ello, es importante que oremos con potencia, haciendo valer la determinación absoluta de cumplir nuestro juramento pues, de ese modo, activamos las funciones protectoras del universo.

Nuestra firme resolución de cumplir ese juramento es lo que despierta el compromiso de las deidades celestiales de proteger a los practicantes del Sutra del loto.

Como cita el Daishonin en un pasaje que apreciaba mucho el fundador y primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi: «Cuanto más firme es la fe, mayor es la protección de los dioses».[5]

En otro de sus escritos [El Palacio Real], el Daishonin afirma: «El hecho de que las oraciones de ella no obtengan respuesta es como un arco fuerte tendido con una cuerda débil, o como una filosa espada en manos de un cobarde. De ninguna manera es culpa del Sutra del loto».[6] El Daishonin recalca una y otra vez que la fe firme es el factor esencial para que nuestras oraciones generen una respuesta.

Él mismo, cuando fue llevado al sitio de ejecución durante la persecución de Tatsunokuchi,[7] amonestó a las deidades celestiales y reprendió al bodisatva Hachiman por no estar cumpliendo su juramento de proteger a los practicantes del Sutra del loto.[8]

En definitiva, la fe no es pedir ayuda externa a las deidades celestiales, sino activar las funciones protectoras dentro de nuestra propia vida que corporifica la Ley Mística.

El Daishonin cita un pasaje [del gran maestro Miao-lo de la China]: «Cuando accedemos al Camino del Buda, hacemos que […] nuestro cuerpo y nuestra mente, a cada instante, impregnen todo el mundo de los fenómenos».[9] En efecto, nuestra mente y nuestra vida pueden abarcar el universo entero. En otras palabras, podemos hacer que todo en el universo, incluso las fuerzas más negativas y hostiles, sean nuestras aliadas. Así es el poder infinito de la Ley Mística.

Nam-myoho-renge-kyo es la ley primaria del universo

El universo no está inmóvil ni un instante. Siempre está en movimiento. La Ley suprema que gobierna esta actividad incesante es Nam-myoho-renge-kyo, la esencia del Sutra del loto. Como escribe Nichiren Daishonin: «[L]o que permite a las deidades del Sol y de la Luna no apartarse de sus órbitas alrededor de los cuatro continentes[10] es el poder de la Ley budista».[11] Nam-myoho-renge-kyo es la ley primaria que da forma a todo lo que existe en el universo.

La práctica de entonar daimoku y la dedicación a la Ley Mística permiten a nuestra vida fusionarse con el ritmo asombroso del universo. La oración, entonces, es la forma en que el microcosmos de nuestro ser se alinea con el macrocosmos universal. Por medio de las oraciones basadas en la Ley Mística, desplegamos en nuestra propia vida la fuerza suprema, la sabiduría y el amor compasivo del universo.

De ahí que el Daishonin recalque continuamente a sus discípulos la importancia de la postura en la oración. Para cumplir nuestros deseos, necesitamos armarnos de bravura incesante y perseverar en la práctica budista hasta que nuestras oraciones sean respondidas.

Transformar nuestro karma mediante las actividades por el kosen-rufu

El punto más importante es si nuestra fe está enfocada, o no, en el logro del kosen-rufu. La enseñanza de la Ley Mística está imbuida del deseo invariable del Buda: que las personas sean felices. Por eso, entonar Nam-myoho-renge-kyo sinceramente por el kosen-rufu y dar lo mejor de nosotros en cada actividad de la Soka Gakkai conduce a que nuestras oraciones individuales tengan respuesta.

La práctica de la revolución humana –superar los problemas personales y lograr la felicidad individual– podría compararse con la rotación de la tierra sobre su eje, mientras que impulsar el kosen-rufu y contribuir a la prosperidad de la sociedad podría asemejarse a la traslación de la tierra alrededor del sol. Así como ambos movimientos de la tierra son inseparables, el budismo Nichiren enseña que la felicidad individual y la prosperidad social deben lograrse a la par. Nuestra dedicación cotidiana al kosen-rufu, mientras protegemos la Ley y contribuimos al bien de la sociedad y de los demás, nos permite en simultáneo construir una felicidad personal indestructible.

El señor Toda decía: «Los que practicamos el budismo del Daishonin vamos descubriendo que la extensión de los momentos ingratos se acorta y que la intensidad del sufrimiento disminuye progresivamente, hasta que al final desaparece por completo. Siendo así, por favor esfuércense por el kosen-rufu y sean felices».

También señalaba: «Cuanto más profundo es el fango del estanque, más hermosas son las flores que crecen en él. Y lo mismo cabe decir de los seres humanos. Cuanto mayores son las adversidades, más enormes y bellas son las flores de felicidad que uno mismo genera».

Encarnar el principio de «la flor de loto en el agua»

Las integrantes del Departamento de Mujeres siempre se han dedicado al kosen-rufu de acuerdo con las enseñanzas del Daishonin, sin arredrar ante los insultos y las calumnias, y prevaleciendo sobre los tres obstáculos y los cuatro demonios.[12] Son nobles practicantes del Sutra del loto que encarnan en su vida el principio de «la flor de loto en el agua»[13].[14] Nada iguala sus oraciones perseverantes y tenaces.

Como señala el Daishonin: «Los infortunios de Kyo’o se convertirán en buena fortuna. Ármese de fe y ore a este Gohonzon. Entonces, ¿habrá algo que no pueda lograr?».[15]

Cuando una integrante del Departamento de Mujeres hace su revolución humana basada en las oraciones al Gohonzon, se convierte en un sol de esperanza que alumbra a su familia, a sus seres amados, al vecindario y a la sociedad.

(Continúa).


[2] END, pág. 364.
[3] Ib., pág. 362.
[4] Véase END, pág. 364.
[5] END, pág. 644.
[6] Ib., pág. 512.
[7] Persecución de Tatsunokuchi y exilio a Sado: El 12 de septiembre de 1271, las autoridades arrestaron a Nichiren Daishonin y lo llevaron a un lugar llamado Tatsunokuchi, en las afueras de Kamakura, donde intentaron ejecutarlo al amparo de la noche. Cuando el intento de ejecución fracasó, el Daishonin fue mantenido bajo custodia en la residencia del condestable interino de Sado, Honma Rokuro Saemon, en Echi. Tras un período de un mes, mientras el gobierno debatía qué hacer con él, fue exiliado a la isla de Sado, lo cual en aquel momento equivalía a una sentencia de muerte. Sin embargo, cuando se cumplieron las dos calamidades predichas por el Daishonin –la rebelión interna y la invasión extranjera–, el gobierno emitió un indulto en marzo de 1274, y el Daishonin regresó a Kamakura.
[8] Véase END, pág. 805.
[9] END, pág. 386.
[10] El término «cuatro continentes» se refiere a los continentes situados en el mar circular más exterior que rodea el monte Sumeru, según la cosmovisión de la antigua India.
[11] END, pág. 719.
[12] Los tres obstáculos y los cuatro demonios son diversos impedimentos y obstrucciones a la práctica del budismo. Los tres obstáculos son: 1) el obstáculo de los deseos mundanos; 2) el obstáculo del karma; 3) el obstáculo de la retribución. Los cuatro demonios son: 1) el impedimento de los cinco componentes; 2) el de los deseos mundanos; 3) el de la muerte; 4) el del Demonio del Sexto Cielo.
[13] SL, cap. 15, pág. 221.
[14] La imagen del loto que da flores puras y bellas en el agua estancada se emplea como ejemplo de la pureza de los Bodisatvas de la Tierra, que no se dejan contaminar por los deseos mundanos, el karma y el sufrimiento.
[15] END, pág. 433.

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