Mensaje de la Soka Gakkai de Europa
ESTE AÑO conmemoramos el 6 de junio, «Día de maestro y discípulo de Europa», teniendo la pandemia de COVID-19 como telón de fondo.
A lo largo de estos tiempos difíciles, el presidente la SGI, Daisaku Ikeda, ha expresado en todo momento su gratitud y reconocimiento de los incansables esfuerzos de la profesión médica y la sociedad en general para combatir este virus letal, «orando con fervor, desde lo más profundo de mi corazón, para que esta amenaza cese cuanto antes y se restablezca la normalidad y la seguridad».[1]
Nuestros corazones y oraciones también están con todas las personas que, en Europa y en otras partes del mundo, se han visto y continúan viéndose afectadas por la pandemia y por sus consecuencias. Frente a estos desafíos y aflicciones sin precedentes, muchas personas han estado reflexionando sobre importantes cuestiones de la vida, los valores por los que nos regimos y la interdependencia de nuestra sociedad global.
[A raíz de la pandemia de COVID-19] muchas personas han estado reflexionando sobre importantes cuestiones de la vida.
El punto de partida del budismo fue encontrar respuestas a tales preguntas, y cuando el maestro Ikeda visitó por primera vez Europa en 1961, abordó estos temas al entablar diálogos sobre el concepto del humanismo, tal y como se suele entender en Europa, y el concepto de la filosofía humanística en el budismo. En este contexto, le plantearon la siguiente cuestión: «Usted acaba de usar la expresión “filosofía humanística del budismo”. Pero Europa también tiene una tradición de humanismo. ¿En qué es diferente el humanismo budista?».[2] En La nueva revolución humana, leemos cómo Shin’ichi Yamamoto –personaje que en la novela representa al propio Daisaku Ikeda– responde:
Esa es una pregunta muy sagaz –respondió Shin’ichi–. Son iguales en que ambos respetan y valoran al ser humano. Sin embargo, una de las diferencias es que el budismo no considera a los hombres como amos de la Tierra, cuyo destino es conquistar y someter a la naturaleza y a toda otra clase de vida. En cambio, entiende que el universo es una única entidad viviente, de la cual los humanos son solo una pequeña parte, un microcosmos dentro del macrocosmos, por así decirlo. Para el budismo, los seres humanos y toda otra vida, como también el ambiente y los fenómenos que los rodean, constituyen una red de relaciones armoniosas e interdependientes, que sirve para sostener y mantener la vida.
¿Qué pasaría si la arrogancia de creernos los dueños del planeta nos llevara a utilizar el vasto conocimiento tecnológico para derribar los bosques, provocar la extinción de todas las especies animales, contaminar los océanos y destruir el ambiente natural? Sería muy difícil que las personas pudieran seguir existiendo. Un rasgo característico del humanismo budista es que no polariza las relaciones en pares tan opuestos como «nosotros» y «ellos», los seres humanos frente a la naturaleza o el hombre en pugna con aquello que lo rodea, incluidos los demás animales y las plantas. El budismo percibe todas las cosas interrelacionadas y busca crear la felicidad de los individuos sobre la base de una total armonía entre las partes. En este sentido, podríamos decir que es algo así como un humanismo cósmico.[3]
Cada vez que Ikeda Sensei visitó Europa, difundió esta filosofía de humanismo cósmico que permite a todas las personas elevar su estado vital y convertirse en agentes de cambio positivo en la sociedad. En cada ocasión, se aplicó con el espíritu de un león, basado en su juramento por el kosen-rufu de hacer surgir un flujo constante de Bodisatvas de la Tierra para transformar la sociedad.
Cada vez que Ikeda Sensei visitó Europa, difundió esta filosofía de humanismo cósmico que permite a todas las personas elevar su estado vital y convertirse en agentes de cambio positivo en la sociedad.
En el capítulo «Campanadas del amanecer» del volumen 30 de La nueva revolución humana, Sensei escribió sobre su décima visita a Europa, en 1981, durante la cual determinó lo siguiente:
[…] como budista, [Shin’ichi] continuaría luchando como un león, viajando por el mundo por la paz y la felicidad de toda la humanidad. Instó también a todos a «izar el estandarte de la libertad, paz y dignidad del ser humano, como un león intrépido y audaz».[4]
En esta breve afirmación podemos encontrar la clave para la transformación de la sociedad europea –más y más personas que se levantan basadas en su juramento compartido por el kosen-rufu, luchando con el mismo espíritu del león como su maestro–.
Poco después, Ikeda Sensei nos ofreció a Europa un punto de partida para hacer esto justamente. En el citado capítulo «Campanadas del amanecer» escribe sobre los eventos del 6 de junio de ese año en Trets, en el sur de Francia, donde se encontraba con quinientos miembros pioneros, y dice:
«[El 6 de junio] es también el día del nacimiento del primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi. Por lo tanto, me gustaría proponerles que este día tan significativo se convierta en el “Día de Europa” y que se conmemore cada año, renovando así nuestro juramento de seguir avanzando unidos. ¿Qué les parece?». Todos los presentes le respondieron levantando sus manos decididamente y así se decidió oficialmente que cada 6 de junio sería el «Día de Europa».[5]
En 2014, para expresar más claramente el espíritu y significado de este día, en nombre de los miembros de Europa solicitamos y recibimos la aprobación para renombrar el 6 de junio como «Día de maestro y discípulo de Europa».
A comienzos de este año, Ikeda Sensei expuso: «Nuestra “religión humanística” determinará el futuro de la humanidad y esto se originará desde el gran avance de Europa».[6]
Y recientemente nos recordó las palabras del eminente historiador Arnold J. Toynbee, quien dijo: “[Q]uienes viven en épocas de crisis deben ser los pioneros de una era mejor, enfocados en hallar soluciones positivas que den paso a un período de avance”.[7] Por tanto, este 6 de junio, hagamos un nuevo juramento junto a nuestro maestro y continuemos con nuestra campaña impulsada por los jóvenes para «Be the Light» (Ser la luz) en Europa y el mundo. |
[1] ↑ IKEDA, Daisaku: «El invierno siempre se convierte en primavera».
[2] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Vols. 5 y 6, Rivas Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2013 (2.ª ed.), pág. 16.
[3] ↑ Ib.
[4] ↑ Adelanto de la entrega 11 del capítulo, aún no publicado en España.
[5] ↑ Ib., entrega 40.
[6] ↑ Fragmento del mensaje que Daisaku Ikeda envió a la Cumbre de Europa celebrada en enero pasado.
[7] ↑ IKEDA, Daisaku: «El invierno siempre se convierte en primavera».