El espíritu juvenil de abrir nuevos caminos, a cualquier edad


Hablamos con Carmen del Campo, profesora reputada de dibujo y pintura, quien con cincuenta años decidió estudiar la carrera de Derecho. Y no solo consiguió finalizarla con gran éxito, sino que no se ha detenido ahí…

Carmen, estudiando durante el primer mes del «Año de los jóvenes y del avance dinámico»

Emprender estudios universitarios ya en la madurez y en una disciplina como el derecho, tan distinta de aquella a la que te dedicas profesionalmente, tiene mucho mérito. ¿Qué te llevó a tomar esa decisión?

En el año 2008, cuando estalló la burbuja inmobiliaria y comenzó una gran crisis económica, yo no comprendía muy bien las causas de la crisis. Me di cuenta de que me faltaba formación, y sentí el deseo de tener más conocimientos.

Por otro lado, fueron años muy duros para todos. Vivo en Andalucía, una zona tradicionalmente marcada por la escasez de empleo, y en ese momento la falta de trabajo y recursos terminó generando una gran desesperanza, sobre todo en los jóvenes, y muchos tuvieron que emigrar.

Mi economía también se resintió bastante: aunque pude seguir trabajando, mi salario se congeló, y los gastos de mi hipoteca se dispararon debido a unas cláusulas abusivas.

Fue en esas circunstancias que decidí estudiar la carrera de Derecho. Además de comprender lo que estaba ocurriendo, deseaba conocer mejor mis derechos, y, sobre todo, alentar e inspirar a los jóvenes con mi comportamiento.

Soy miembro de la Soka Gakkai, y en nuestras actividades cultivamos la conciencia de atesorar a las generaciones que sostendrán la responsabilidad del futuro. En este sentido, recuerdo que pensé: «Si demuestro que una mujer de cincuenta años puede emprender un desafío así, podré alentar a los jóvenes de mi zona[1] demostrando que es posible concretar cualquier cosa a cualquier edad… ¡Y más aún siendo jóvenes!».

Así que me matriculé, en 2014. Tenía más de cincuenta años, sí, pero no me sentía mayor.

Me di cuenta de que me faltaba formación. […] Recuerdo que pensé: «Si demuestro que una mujer de cincuenta años puede emprender un desafío así, podré alentar a los jóvenes».

¡Qué espíritu tan juvenil! Desde luego que nos alienta… E imaginamos que en el camino habrás disfrutado del aprendizaje, pero también habrás encontrado obstáculos. ¿Cuáles han sido los desafíos, y cómo los has enfrentado?

Nada más empezar, me di cuenta de que, con mi situación financiera, no podía sostener el gasto combinado de la matrícula y la compra de libros. Ese fue un gran reto, pero pronto pude recuperar mi solvencia económica gracias a que un tribunal determinó la devolución de una importante cantidad de dinero al reconocer el carácter abusivo de las cláusulas de mi hipoteca que antes mencioné.

Superado el obstáculo económico, sin duda el mayor desafío fue mantener la constancia y perseverar a lo largo de los años. Le dediqué todos los sábados, muchos domingos y, varias veces, me examiné en septiembre, sacrificando el verano para estudiar.

Una vez, tras un verano de esfuerzo, no aprobé ninguna de las asignaturas. Fue duro, pero no desistí y seguí adelante. El aliento de mi maestro, Daisaku Ikeda, y de mis compañeros miembros fue fundamental para ello. Paralelamente, basada en la oración, seguí esforzándome en las actividades de la SGEs, el aliento personal y el shakubuku.

Finalmente, tras un curso entero –el último– dedicada a prepararlo, en junio de 2021 presenté mi trabajo de fin de grado (TFG): una investigación sobre los derechos de segunda y tercera generación en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.

Investigar en ese campo me dio la oportunidad de profundizar aún más en las propuestas de paz de Ikeda Sensei y, aunque no fue fácil hacer mi TFG en plena pandemia, ¡obtuve un sobresaliente!

Una vez, tras un verano de esfuerzo, no aprobé ninguna de las asignaturas. Fue duro, pero no desistí y seguí adelante. El aliento de mi maestro, Daisaku Ikeda, y de mis compañeros miembros [de la SGEs] fue fundamental para ello.

¡Enhorabuena por la culminación de tu carrera universitaria! Debe de haberte dado una enorme satisfacción, y podemos asegurarte que para los demás representa todo un ejemplo. Pero tenemos entendido que decidiste no quedarte ahí… Háblanos de tus siguientes pasos por favor.

Gracias al proceso de preparación del TFG, he desarrollado un gran deseo de seguir en el campo de la investigación.

Ahora estoy cursando un máster en Derechos Fundamentales y Ciudadanía, donde profundizo, entre otros, en temas como la igualdad y la no discriminación, las libertades informativas, el derecho a la vida, la libertad ideológica y religiosa, la libertad de expresión o los derechos educativos.

Además, cuando termine el máster, quiero hacer un doctorado. Tengo sesenta años: algún día me jubilaré, y me encantaría aprovechar el tiempo y mis conocimientos para dar charlas en colegios sobre derechos humanos, apoyar a ONG que trabajen en este ámbito, o ser abogada de oficio.


[1]Carmen, que vive en Marbella, es vicerresponsable del Departamento de Mujeres de la SGEs en la región Sur de la organización, que comprende la comunidad autónoma de Andalucía.

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