El momento de la práctica diligente


Orientación para la SGEs


El 16 de marzo de 1958, el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, expuso un apasionado alegato ante seis mil jóvenes. Con una salud ya frágil, legó a la juventud Soka la responsabilidad del futuro de la organización, y de los esfuerzos de esta por contribuir al logro de la paz mundial y promover la comprensión de la filosofía humanística del budismo Nichiren. Daisaku Ikeda, el más cercano de sus jóvenes sucesores, asumió plenamente ese legado de responsabilidad, y el 16 de marzo pasó a ser conmemorado cada año como Día del Kosen-rufu».

Toda Sensei falleció el 2 de abril de 1958, dos semanas después de aquella memorable ceremonia, con la plena tranquilidad de que la labor que había venido impulsando tendría continuidad gracias a los jóvenes, en quienes tanto confiaba. El año anterior, el 8 de septiembre de 1957, había presentado su «Declaración para la abolición de las armas nucleares» ante cincuenta mil jóvenes de la Soka Gakkai, en el Estadio Mitsuzawa de Yokohama. En ese llamamiento, transmitido como una voluntad testamentaria, los había instado a asumir la lucha contra esas armas inhumanas, que amenazan el derecho a la vida de toda la humanidad.

En un ensayo titulado, significativamente, «El Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente y los jóvenes», Ikeda Sensei cita la siguiente guía de Nichiren Daishonin:

Si en cada instante vital condensamos el esfuerzo equivalente a millones de kalpas, a cada momento surgirán en nosotros los tres cuerpos del Buda, de los cuales estamos eternamente dotados. Entonar Nam-myoho-renge-kyo es esa práctica «diligente».[1]

Sensei recuerda que, al poco tiempo de iniciar él la práctica budista, su maestro le había dicho enfáticamente: «Daisaku, quiero que grabes este pasaje en tu corazón. Los miembros de Gakkai jamás deben olvidar estas palabras».[2]

Hasta la época del Daishonin, había predominado la creencia de que la práctica budista debía ejercitarse durante un período inconcebiblemente largo, de kalpas incontables, para que fructificara. Pero el pasaje de gosho citado aclara que no es así: cuando entonamos Nam-myoho-renge-kyo podemos hacer que emerja desde lo profundo de nuestra vida, inmediatamente, nuestra naturaleza de buda inherente. En otras palabras, la recitación del daimoku condensa la eternidad en cada instante y nos permite manifestar el estado de vida más noble e inmenso.

Sensei escribe al respecto: «Desde mi juventud, mi más firme determinación ha sido “condensar el esfuerzo equivalente a millones de kalpas” en cada una de mis luchas como discípulo del maestro Toda».[3] Una manifestación de ello la reconocemos en la redacción, durante los últimos cuarenta años, de sus propuestas de paz anuales, publicadas cada 26 de enero –Día de la SGI– desde 1983 hasta 2022.

Como se expone en el artículo introductorio de la sección «Especial» de este número de Civilización Global, tras la declaración sobre la crisis en Ucrania y el principio de «no ser el primero» en usar armas nucleares que emitió el pasado 11 de enero, el 26 de enero Sensei presentó en el Seikyo Shimbun –el mismo marco en el que se publicaran las versiones en japonés de sus propuestas de paz–, un ensayo de gran trascendencia, cuya traducción recogemos íntegramente en la sección. En ella, leemos:

Por muchos retos que se presenten, la humanidad tiene los recursos interiores que necesita para superarlos. Como subrayó el historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975) en su visión de la historia humana como proceso de desafío y respuesta, la sabiduría que podemos desplegar para crear valor no tiene límites.[4]

La expresión «por muchos retos que se presenten» hoy cobra una particular relevancia. Las consecuencias de la pandemia, la situación en Ucrania tras un año de conflicto armado con consecuencias todavía imprevisibles, los efectos de la crisis climática, desastres como el reciente terremoto con epicentro en Turquía, violaciones de derechos humanos en diferentes lugares del mundo… En cada uno de estos retos –ya sea en sus causas o en las respuestas que se les dan, ya sea a nivel local o a nivel global– podemos encontrar manifestaciones de lo que el budismo categoriza como «tres venenos»: la codicia, el odio y la estupidez. Pero, siendo esto así, ante ellos también podemos extraer aquella sabiduría ilimitada para crear valor, haciendo propia la memorable afirmación del Daishonin: «Así y todo, no me he desalentado».[5]

Este nuevo 16 de marzo representa, para todos, una oportunidad para reafirmar nuestro juramento y expandir aún más el movimiento por el kosen-rufu desde el lugar donde nos encontramos, con el diálogo «de uno a uno» como centro. Para los jóvenes en particular, la conmemoración del Día del Kosen-rufu ofrece un magnífico escenario de desafío, en su decisión de proyectar la visión de los presidentes fundadores de la Soka Gakkai hacia el futuro. A lo largo del mes, podrán consolidarla a través de varias actividades.

Además, este año el calendario de la SGEs en marzo se caracteriza por abrirse con un encuentro extraordinario, de ámbito nacional, de otro colectivo que habitualmente desempeña sus esfuerzos discretamente: el Departamento de Hombres. En el momento de escribirse este artículo, sus miembros se están dedicando a alentar a sus pares con espíritu juvenil, inspirados por esta celebración del aniversario de la agrupación (establecida el 5 de marzo de 1966).

En el tramo final del citado ensayo del 26 de enero, Ikeda Sensei observa: «El propósito de nuestros diálogos […] es creer en, hablar a, extraer y convocar el poder intrínseco de las personas, caracterizado por cualidades como la fortaleza, la valentía, la amistad, la solidaridad, la sabiduría y la tenacidad».[6]

Las actividades a las que nos dedicamos en inseparabilidad de maestro y discípulo, «día tras día y mes tras mes»,[7] son la expresión contemporánea de la «práctica diligente» para la construcción de la paz. La budeidad se manifiesta sin falta en la vida de quienes se ponen en acción, de todo corazón, con este espíritu.

KOSEN-RUFU
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El
término japonés «kosen-rufu» suele interpretarse como «la paz mundial a través de la felicidad individual». Representa una visión de la paz social construida mediante la aceptación de valores esenciales como el respeto inquebrantable de la dignidad de la vida. En el nivel individual, involucra el cultivo de un estado de vida de felicidad indestructible a través del proceso de la «revolución humana», una transformación positiva basada en la motivación interior. En el nivel social, implica la construcción de una sociedad pacífica, en la que las personas contribuyen activamente al bienestar en sus familias y sus comunidades locales.
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[1]Véase OTT, pág. 214.

[2]IKEDA, Daisaku: «El Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente y los jóvenes», Seikyo Shimbun, 25/12/2008.

[3]Ib.

[4]Véase, en este número, la sección «Especial».

[5]Las bases para manifestar la budeidad, en END, pág. 786.

[6]Véase «Especial».

[7]Sobre las persecuciones acaecidas al venerable, en END, pág. 1043.

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