A continuación se presenta el mensaje que Daisaku Ikeda envió a la 1.ª Reunión de la Sede Central para Responsables de la Soka Gakkai, celebrada el 7 de enero, en el inicio del crucial decenio que culminará con el centenario de la organización, en 2030. El encuentro tuvo lugar en el Salón de Conferencias de los Tres Presidentes Fundadores de la Sede del Gran Juramento del Kosen-rufu, en Shinanomachi, Tokio.
En uno de sus escritos, Carta a Jakunichi-bo, Nichiren Daishonin rinde tributo a sus padres y cita un pasaje del capítulo «Poderes sobrenaturales» del Sutra del loto: «Así como la luz del Sol y de la Luna disipa totalmente la penumbra y la oscuridad, así esta persona [es decir, un Bodisatva de la Tierra], a su paso por el mundo, puede erradicar la oscuridad de los seres vivos».[1]
El Daishonin, como Buda del Último Día de la Ley, puso la enseñanza correcta del budismo al alcance de todas las personas. Deliberadamente eligió nacer en la época más oscura y corrupta, como hijo de una familia humilde.
Se sumergió en la ciénaga del mundo real y expuso su budismo del sol, que tiene el poder de iluminar y disipar los sufrimientos de todas las personas, no solo durante los milenios del futuro, sino durante toda la eternidad.
Cuando la juventud responde a los desafíos más extremos con resiliencia y actitud positiva, y crece en el proceso, se convierte en una fuente de inspiración y de esperanza ilimitada para el resto de las personas.
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Nuestros dos primeros presidentes, Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, fueron quienes hicieron resplandecer la brillante luz del budismo del Daishonin –el budismo del sol– e hicieron posible que se elevara sobre la oscuridad de un siglo XX devastado por dos guerras mundiales, conflictos de magnitud sin precedentes.
Ellos enseñaron al pueblo esta suprema filosofía que esclarece la esencia primordial de la vida, la sociedad y el universo basada en principios budistas sumamente profundos, como la «posesión mutua de los diez estados» y los «tres mil aspectos contenidos en cada instante vital». De esta forma, los maestros y discípulos de la Soka han empoderado a una persona tras otra para que hicieran prevalecer en su interior el sol de la esperanza y de la victoria, el sol de la budeidad inherente a su propio ser desde el tiempo sin comienzo.
Nuestros miembros del mundo están creando inspiradoras sagas de revitalización, epopeyas de revolución humana y de cambio social, «día tras día y mes tras mes».[2]
Los maestros y discípulos de la Soka han empoderado a una persona tras otra para que hicieran prevalecer en su interior el sol de la esperanza y de la victoria, el sol de la budeidad inherente a su propio ser.
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Este año, celebramos el octavo centenario del nacimiento de Nichiren Daishonin.[3]
Con una sincronía prodigiosa, hemos elegido nacer juntos en este tiempo para trabajar por el kosen-rufu mundial. Cuando reconocemos el profundo significado de estas relaciones kármicas y la misión que compartimos desde el eterno pasado, sentimos aflorar en nuestra vida, infaliblemente, el poderoso torrente de sabiduría, coraje y amor compasivo que caracteriza a los Bodisatvas de la Tierra.
El budismo Nichiren ilumina la cima más elevada, el supremo estado de vida que tiene la clave para concretar la paz mundial y la felicidad duradera –metas que la humanidad debería unirse para lograr– y nos muestra claramente cómo alcanzar dicha cumbre.
La «oscuridad de los seres»[4] es más profunda que nunca. Por ende, trabajemos más que nunca para proyectar la gran luz del budismo del sol en nuestras comunidades locales y en la sociedad, y de cara al futuro. Démosla a conocer sin reservas en todas partes, con optimismo y calidez inquebrantables, y perseveremos en nuestro compromiso de instaurar la paz y la seguridad en la tierra y en el mundo por medio del budismo Nichiren, cuyos principios hacen brillar la dignidad de la vida.
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Hace seis décadas (en 1961), en mi primer día de Año Nuevo después de haber asumido la presidencia de la organización, declaré a los miembros ante el Joju Gohonzon de la Soka Gakkai,[5] donde se lee: «Para cumplir el gran juramento del kosen-rufu mediante la propagación benevolente de la gran Ley»: «¡Luchemos con todas nuestras fuerzas! Estoy decidido a crear, en un año, una historia que valga por un siglo».
Desde comienzos de ese mes, me encontraba viajando por Kyushu, adonde había llegado desde Kansai. Luego continué creando distritos generales y participando en reuniones inaugurales en diversas áreas de Tokio y en la región de Kanto, y concreté mi primer viaje a los países vecinos de Asia. De regreso a Japón, recorrí todo el país. En el otoño de ese mismo año, fui por primera vez a Europa.
Habiendo jurado que escribiría, en un solo año, el equivalente a la historia de un siglo, me puse en acción para abrir nuevas rutas basado en un firme daimoku. Fue una travesía de maestro y discípulo, que llevé a cabo manteniendo un diálogo interior constante con Toda Sensei.
El Daishonin escribe: «[P]ara que las oraciones sean eficaces y los desastres desaparezcan de la tierra, también hacen falta tres cosas: un buen maestro, un buen creyente y una buena enseñanza».[6] Si estamos espiritualmente unidos a nuestro mentor y avanzamos en unión de propósito con nuestros camaradas, podemos desplegar una fortaleza infinita, expandir nuestro círculo de amigos, activar las funciones protectoras del universo y abrir el camino hacia la victoria. Todas nuestras oraciones serán respondidas y se traducirán en paz y prosperidad en las tierras adonde hemos elegido cumplir nuestro juramento por el kosen-rufu.
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La década próxima es un período extremadamente importante. En los años venideros, tendremos que trabajar para resolver los problemas que afligen a nuestro planeta y construir una nueva cultura para toda la humanidad, una nueva civilización, basada en el respeto a la dignidad de la vida y en la revolución humana.
Prometamos juntos emprender con entusiasmo este viaje conjunto hacia la esperanza y la victoria –la travesía de la inseparabilidad entre maestro y discípulo–, en este año crucial que determinará el rumbo del próximo decenio.
(Traducción del artículo publicado el 8 de enero de 2021 en el Seikyo Shimbun).
[1] ↑ END, pág. 1038.
[2] ↑ Sobre las persecuciones acaecidas al venerable, en END, pág. 1043.
[3] ↑ Nichiren Daishonin nació el 16 de febrero de 1222. La forma tradicional de contar la edad en Japón asigna un año de vida a la persona el día de su nacimiento.
[4] ↑ SL, cap. 21, pág. 273.
[5] ↑ Además de las palabras «Para cumplir el gran juramento del kosen-rufu mediante la propagación benevolente de la gran Ley», el Gohonzon también lleva la inscripción «Para su entronización permanente en la Soka Gakkai» (en japonés, Soka Gakkai Joju). Por esta razón, suele aludirse al mismo como «Joju Gohonzon de la Soka Gakkai». Actualmente, está entronizado en la Sede del Gran Juramento del Kosen-rufu.
[6] ↑ END, pág. 922.