En este número…


N.º 196 · Agosto 2021


En un importante escrito, que firmó como «Nichiren, discípulo del buda Shakyamuni», el Daishonin declaró: «Para estudiar las enseñanzas del budismo, primero hay que aprender a discernir el tiempo».[1]

Numerosos pasajes del Gosho, de hecho, mueven a la reflexión acerca de cómo nos relacionamos con el tiempo, desde diversos ángulos. En uno, leemos: «La vida es el más preciado de todos los tesoros. Un solo día extra de vida vale más que diez millones de ryos de oro».[2] Otro es particularmente estricto: «discípulos míos, ¡sería mejor que acortaran las horas de sueño por la noche y redujeran los ratos de ocio durante el día, para dedicarse a ponderar esta cuestión! No vivan su existencia en vano, para lamentarse los diez mil años siguientes».[3] Quien escribe estas líneas confiesa que, al releerlo, su espalda se ha erguido en un acto casi reflejo…

También los tres presidentes fundadores de la Soka Gakkai han dado ejemplo en su vivencia del tiempo. Recordamos haber escuchado acerca de cómo Tsunesaburo Makiguchi aprovechaba para leer incluso ratos de espera en pie; o de cómo Josei Toda instruía a su joven discípulo Daisaku Ikeda aun en momentos insospechados, que de ese modo se convertían en momentos inolvidables. Y si tratamos de citar un episodio, o unas palabras de orientación o aliento, del propio Ikeda Sensei en relación con el uso del tiempo, son tantos los que nos vienen a la mente en cascada… Se diría que, sin ir más lejos, La nueva revolución humana es entre otras muchas cosas un libro de texto sobre ello. Pero, por no dejar de mencionar algo concreto, reproducimos una frase determinante en ese recorrido, ya desde la juventud, y que tiene en este tema su foco: «Si en cada instante vital volcamos los esfuerzos y desvelos equivalentes a millones de kalpas, a cada momento surgirán en nosotros los tres cuerpos del Buda, de los cuales estamos eternamente dotados».[4]

El propósito de dedicar espacio a esta suerte de preámbulo es hacer, a quien ha decidido tomar contacto con este número de Civilización Global, partícipe de aspectos básicos del proceso de decisión de sus contenidos. Digamos que, por un lado, atendiendo a lo expuesto hasta aquí, no podíamos dejar de aprovechar al máximo este mes para transmitir lo que desde esta revista tratamos de transmitir. Y, por otro lado, nos preguntamos acerca de cómo hacerlo del modo más adecuado a un momento del año, agosto, en que es habitual buscar un cambio de ritmo, una toma de distancia respecto a las rutinas cotidianas que nos permita, en todo caso, retomarlas con ánimo renovado al mes siguiente.

Esta edición resulta, pues, del desafío de armonizar ambas cosas. Hemos tratado de hacerlo vehiculando facetas del humanismo budista mediante contribuciones en las que, a la vez, resuenan actividades que podemos asociar fácilmente con un período estival: la estancia en un enclave rural lleno de gratos recuerdos, en el que disfrutar del paisaje y de la lectura de poesía (véase la sección «Punto de partida»); el encuentro con un amigo extraordinario («Especial»); una toma de contacto con el encanto de los escenarios («Mi historia»); la visita a un restaurante donde sentimos que cocinan especialmente para nosotros («En sociedad»); tiempo para reflexionar sobre nuestro recorrido reciente («NRH y yo») y sobre nuestro futuro («Estudio mensual»); todo ello, sin perder un necesario y saludable contacto con el presente («Este mes» y «Actualidad»).

Esperando haber atinado en nuestros esfuerzos, terminamos deseando una buena lectura, buenos diálogos inspirados por ella y, también, ¡un buen verano!


[1]La selección del tiempo, en END, pág. 563.

[2]Sobre la prolongación de la vida, en END, pág. 1000.

[3]El problema que debemos ponderar día y noche, en END, pág. 652.

[4]OTT, pág. 214.

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