En este número…


N.º 225 · Enero 2024


La persona que celebre esta fecha [de Año Nuevo] acumulará virtudes y será amada por todos, así como […] el sol resplandece con más fuerza mientras se desplaza desde el este […].

La sinceridad con que ha enviado ofrendas al Sutra del loto a comienzos de Año Nuevo es como las flores del cerezo que brotan de los árboles, como el loto que se abre en el estanque, como las hojas del sándalo que se abren en las Montañas Nevadas, o como la luna que comienza a ascender.[1]

Con el espíritu que condensan estas palabras, extraídas de un famoso escrito de Nichiren Daishonin, desde esta revista queremos felicitar y contribuir a la celebración de este inicio de 2024 y queremos, también, agradecer de corazón a quien está leyendo estas líneas, por haber decidido comenzar el nuevo año con nosotros: si nos había leído antes, por volver a hacerlo; si nos lee por primera vez, por dar este paso en un momento tan especial.

En ciertos períodos y lugares, los seres humanos se han regido por calendarios de acuerdo con los cuales el principio del año coincide con el de la primavera.[2] En nuestro caso, el año empieza en pleno invierno. Más allá del interés histórico o antropológico que esto pueda tener, lo señalamos por su valor metafórico: al margen de lo astronómico y lo climático, nos puede helar el corazón constatar que, como leemos en la sección «Especial», «el mundo en que vivimos está atravesado por las guerras y los conflictos. En este preciso instante, hay quienes viven sumidos en la angustia y el sufrimiento». Y esto nos puede llevar a dudar del sentido de celebrar nada o puede, simplemente, robarnos el ánimo necesario para hacerlo.

Sin embargo, como se habrá intuido, nuestra voluntad de celebración no responde a una inercia indolente, sino a una decisión responsable. En el corpus del que proviene la cita con la que hemos abierto este artículo introductorio encontramos también la afirmación de que «el invierno siempre se convierte en primavera»[3] y el siguiente rugido, lanzado por alguien que había conocido los peores inviernos: «Así y todo, no me he desalentado».[4]

Dando continuidad a esta tradición, el mensaje de Año Nuevo que abre la primera sección de este número de Civilización Global define la coyuntura actual como la «hora de que nosotros, como dignos discípulos y extensiones de nuestro maestro [Daisaku Ikeda], nos pongamos de pie resueltamente para iluminar a cada persona y la sociedad con la compasiva luz del coraje y la esperanza, y hagamos llegar a todos una vivificante brisa de aliento». Este llamamiento global encuentra eco local en la sección «Este mes». Y su materialización como «nueva partida hacia una Soka Gakkai juvenil en todo el mundo» –según expresa el lema de la organización para 2024– es el tema también de las demás secciones, entre las cuales, cómo no, «Jóvenes 2030».

De todo ello deseamos, una vez más, pero como si fuera la primera, una renovadora lectura, inspiradora de aún más renovadores diálogos.


[1] ↑ Gosho de Año Nuevo, en END, pág. 1183.

[2] ↑ Es el caso del calendario lunar vigente en Japón cuando Nichiren Daishonin redactó el escrito referenciado en la nota anterior.

[3] ↑ En END, pág. 560.

[4] ↑ Las bases para manifestar la Budeidad, en END, pág. 786.

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