…[D]ebería verse como un caso de relación inversa.[17] ¿Cómo fue su viaje? Estoy sumamente preocupado. Le pido que me responda lo más rápido que pueda, a fin de tranquilizar mi inquietud.[18]
EL SINCERO ALIENTO DEL DAISHONIN
Ahora, estudiemos un pasaje de Carta a la monja laica Izumo, un escrito hasta ahora inédito, incluido en la edición revisada de Nichiren Daishonin gosho zenshu.[19]
La monja laica Izumo vivía en la provincia de Awa [cuyo territorio hoy corresponde al sur de la prefectura de Chiba]. Preocupado por su viaje, el Daishonin esperaba que la destinataria le escribiera pronto, para quedarse tranquilo de que había llegado en condiciones seguras.
Ya que solo se ha conservado un fragmento de la carta, no se sabe qué situación «debería verse como un caso de relación inversa». Pero sabemos que este tipo de conexión se crea cuando alguien toma conocimiento del Sutra del loto y lo rechaza o se opone a él. Quizás ocurrió alguna reacción desfavorable cuando la monja laica o algún otro practicante intentaron transmitir las enseñanzas del Daishonin a una tercera persona. Puede ser que el Daishonin la estuviera elogiando por sus valientes esfuerzos en el diálogo, asegurándole que, a pesar de la inesperada respuesta negativa, mediante la relación inversa había sembrado las semillas de la budeidad en su interlocutor.
Cuando leemos los escritos del Daishonin, no podemos sino quedar conmovidos por su sincero deseo de alentar a cada uno de sus discípulos, con palabras rebosantes de amor compasivo y consideración.
ABRAZADOS POR LA INMENSA COMPASIÓN DEL DAISHONIN
Durante su exilio en Sado,[20] en el que se vio sometido a persecuciones que pusieron en peligro su vida, el Daishonin escribió una profunda carta de aliento a Shijo Kingo y su esposa Nichigen-nyo, cuya pequeña hija Kyo’o estaba enferma.
Allí declara: «Cuando sea perdonado y concluya mi exilio en esta provincia [de Sado], iré inmediatamente a Kamakura para reunirme con usted. Si consideramos el poder del Sutra del loto, tendremos juventud perpetua y vida eterna ante nuestros ojos».[21]
Estas palabras transmiten vivamente la calidez del corazón del Daishonin, quien les anticipa que, tan pronto sea indultado y regrese, correrá a su encuentro. Siempre los lleva en su corazón: eso es lo que les dice, a la vez que los anima a derrotar el demonio de la enfermedad que aquejaba a su hija.
A pesar de su propio futuro incierto como desterrado, estaba mucho más preocupado por el bienestar de sus discípulos que pasaban por dificultades. En ello vemos su gran amor compasivo. Les transmite seguridad acerca del lazo indestructible que los une a él, y les hace saber que está pensando siempre en ellos, sin importar la distancia física que los pueda separar.
Ese aliento constante y sincero es la clave para abrir el corazón de las personas e insuflarles valentía. He aquí la esencia de las enseñanzas humanísticas del budismo Nichiren, y la piedra angular del esfuerzo tenaz por el kosen-rufu de los maestros y discípulos de la Soka a lo largo de los años.
ACCIONES SINCERAS PARA REVERTIR EL AISLAMIENTO
En una época como la nuestra, cuando los lazos personales y comunitarios siguen debilitándose, los miembros de la Soka Gakkai, al sostener los principios humanitarios del budismo Nichiren, desempeñan un papel crucial. La sinceridad y el respeto incondicional con que saludan y alientan a quienes los rodean fomentan relaciones cálidas en sus comunidades y contribuyen inmensamente a crear entornos sociales seguros.
La labor comprometida de nuestros compañeros ha brillado de manera especial en tiempos recientes, ante la intensificación de la tendencia a la reclusión y el aislamiento durante la pandemia de COVID.
Este compromiso se basa siempre en las oraciones y las acciones motivadas por la preocupación por los demás. A través de su práctica budista, los miembros de la Soka Gakkai corporeizan el espíritu de atesorar a cada persona, expresándolo mediante actos dirigidos a crear redes de confianza y amistad.
El Daishonin cita las palabras: «Puesto que la Ley es maravillosa, la persona es digna de respeto; ya que la persona es digna de respeto, la tierra es sagrada[22]».[23] La Ley Mística, ley fundamental del universo, nos permite revelar la nobleza de nuestras vidas y de las vidas de los demás, y hacer prosperar las tierras donde vivimos. Las actividades de la Soka Gakkai son un motor que transmite alegría y coraje a todos los que nos rodean, para avanzar juntos hacia la felicidad y la victoria.
«MOSTRAR LA MAYOR CORTESÍA Y PACIENCIA»
Recuerdo algo que dijo el Sr. Toda: «Jamás olviden que en el corazón de las personas pueden producirse cambios increíbles cuando nos relacionamos con ellas basados en un profundo amor compasivo. Sobre todo, es esencial que al tratar con los demás mostremos la mayor cortesía y paciencia».
Nuestras acciones cotidianas son importantes. Nuestro «comportamiento como ser humano»[24] es la esencia de lo que el Buda quiso enseñarnos con su propio ejemplo.
Como observé en mi segunda conferencia en la Universidad de Harvard,[25] una escritura budista describe a Shakyamuni alegre al encontrarse con otros, acercándose a ellos con una expresión brillante y abierta.[26] Nosotros también, prestemos atención a nuestra conducta diaria; saludemos a las otras personas con cordialidad y calidez y hablémosles de manera amistosa.
Toda Sensei observó: «Nadie en este mundo saha está exento de problemas o preocupaciones. Por eso el Buda se siente compelido a alentar a los demás y a guiarlos a la iluminación. Este es el espíritu de la propagación».
El estado de la budeidad late enérgicamente en nosotros cuando nos acercamos a nuestros amigos para dialogar con ellos y alentarlos, pensando y orando por su felicidad.
DERRIBAR LAS BARRERAS QUE SE ALZAN EN LOS CORAZONES DE LA GENTE
En el otoño de 1985 me reuní con el primer ministro indio Rajiv Gandhi (1944-1991) en el Palacio de Akasaka (Casa de Huéspedes del Estado), en Tokio. Jamás olvidaré el compromiso que hicimos juntos de trabajar para derribar las barreras que se alzaban en el corazón de las personas, en bien de la paz.
Doce años después [el 21 de octubre de 1997], cuando pronuncié un discurso titulado «Un nuevo humanismo para el siglo venidero», en la Fundación Rajiv Gandhi, en Nueva Delhi, me referí a mis conversaciones con el primer ministro y dije: «Cuando esos muros se desploman, vemos ante nosotros la inmensa vastedad de la vida. Sobre esa gran tierra de simbiosis, fluyen los anchos ríos de la paz, se abren los floridos jardines de la cultura, y se extienden, hacia el firmamento, los frondosos árboles de la educación».[27]
Hoy, en la India crece y florece una magnífica asamblea de Bodisatvas de la Tierra dedicados a trabajar por la paz mundial.
A decir verdad, en cada parte del mundo los ciudadanos globales de la Soka están derribando las murallas que aíslan los corazones y están creando una red solidaria de armonía humana cada vez más grande. Su labor está atrayendo la atención en todas las esferas y está brindando esperanza a personas de conciencia en todo el globo.
PENSAR GLOBALMENTE, ACTUAR LOCALMENTE
Nichiren Daishonin tenía una clara visión del kosen-rufu mundial. Al mismo tiempo, en su escrito Sobre la profecía del Buda, cuando se refiere a la transmisión de las enseñanzas budistas desde la India hacia China y Japón, expresó cuán orgulloso se sentía de la tierra donde había nacido, presentándose a sí mismo como: «Yo, Nichiren, de la provincia de Awa».[28] Apreciaba y atesoraba su tierra natal, su comunidad local.
Recuerdo lo que escribió el eminente historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975) en su prólogo a la traducción inglesa de mi novela La revolución humana: «Nichiren […] amaba su país, pero su horizonte y su inquietudes no quedaban limitados por las costas de Japón. El budismo, tal como él lo concebía, era un medio para salvar del sufrimiento a sus congéneres en todas partes del mundo».[29]
El profesor Toynbee consideraba que nuestra organización, cuyos miembros practican las enseñanzas del Daishonin, había logrado una notable «proeza espiritual»[7] en Japón. Con profunda perspicacia, señaló: «La Soka Gakkai es una cuestión mundial»,[30] dado su desarrollo sostenido en todo el planeta.
Hoy, con amor a nuestras comunidades, estamos convirtiendo los sitios y tierras donde vivimos en la plataforma de nuestros esfuerzos prácticos para mejorar la sociedad, a la vez que consideramos las situaciones desde una perspectiva global y buscamos contribuir a la paz. También abrimos nuestro corazón a personas que están lejos de nosotros y a quienes nunca hemos conocido. Nuestra red de armonía humana, basada en los principios del budismo Nichiren –que crece sin límites a través de nuestros intercambios por la paz, la cultura y la educación–, sin falta nos acerca a la paz mundial.
LA PAZ MUNDIAL Y LA SEGURIDAD HUMANA
¡Sean positivos y tengan confianza! Los pasos firmes que damos en dirección al cambio, aunque puedan parecer poco importantes, son en realidad el camino directo hacia la paz mundial y la seguridad humana.
Avancemos en nuestra noble y valiente labor para contribuir a nuestras comunidades y a la sociedad con mayor energía, sabiduría y optimismo aún. ¡Enfoquémonos en julio, el mes de maestro y discípulo, y el mes en que Nichiren Daishonin presentó su tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra!
(Traducción del artículo publicado en la edición de junio de 2022 de Daibyakurenge).
[17] ↑ Relación inversa: También llamada «relación de tambor ponzoñoso», se trata del lazo que se forma con la enseñanza correcta a través de oponerse a ella o de actuar en contra. Quien se opone al Sutra del loto cuando lo oye predicar crea, de todas maneras, una relación inversa con dicha enseñanza que con el tiempo le permitirá lograr la budeidad.
[18] ↑ Carta a la monja laica Izumo, en Gosho zenshu, nueva ed., pág. 1268. El texto, presumiblemente escrito en 1278, concluye con la frase: «El primer día del duodécimo mes del año. A la monja laica Izumo de la provincia de Awa». Es la única referencia que existe a esta creyente, de la cual no constan datos biográficos.
[19] ↑ Edición revisada de las obras completas de Nichiren Daishonin, publicada el 18 de noviembre de 2021.
[20] ↑ Exilio en Sado: Destierro de Nichiren Daishonin a la isla de Sado, situada frente a la costa occidental de Japón, inmediatamente después de la persecución de Tatsunokuchi, que se extendió desde el 12 de septiembre de 1271 hasta marzo de 1274.
[21] ↑ Respuesta a Kyo’o, en END, pág. 434.
[22] ↑ Cita de Palabras y frases del «Sutra del loto», de T’ien-t’ai.
[23] ↑ La Persona y la Ley, en END, pág. 1142.
[24] ↑ Las tres clases de tesoros, en END, pág. 893.
[25] ↑ De la conferencia titulada «El budismo Mahayana y la civilización del siglo xxi», pronunciada por Daisaku Ikeda el 24 de septiembre de 1993.
[26] ↑ RHYS DAVIDS, T. W. y J. E. CARPENTER (eds.): Sonadanda-sutta, Kutadanta-sutta, en Digha-nikaya, I, Londres: The Pali Text Society, 1889. Véase, también, TAKAKUSU, J. (ed.): Nanden Daizokyo, vol. 6, Tokio: Taisho Shinshu Daizokyo Publishing Society, 1935, págs. 172, 195.
[27] ↑ IKEDA, Daisaku: «Un nuevo humanismo para el siglo venidero». Disponible en línea: https://www.daisakuikeda.org/es/sub/resources/works/lect/lect-09.html
[28] ↑ El Daishonin escribe: «El gran maestro Dengyo dice: “[…] El gran maestro T’ien-t’ai confió en Shakyamuni y le obedeció, y trabajó para sostener la escuela del Loto difundiendo sus enseñanzas en toda la China. Nosotros, los del monte Hiei, heredamos la doctrina de T’ien-t’ai y trabajamos para sostener la escuela del Loto y diseminar sus enseñanzas en todo el Japón”. Yo, Nichiren, de la provincia de Awa, sin duda heredé las enseñanzas de la Ley de estos tres maestros, y en esta época conocida como el Último Día, trabajo para mantener la escuela del Loto y propagar la Ley. A nosotros juntos se nos debería denominar “los cuatro maestros de los tres países”» (Sobre la profecía del Buda, en END, pág. 424).
[29] ↑ Véase TOYNBEE, Arnold J.: Foreword to The Human Revolution (Prefacio a la edición de La revolución humana), de Daisaku Ikeda, vol. 1, Nueva York, Tokio: Weatherhill, Inc., 1972, págs. xi-xii.
[30] ↑ Ib., pág. x.
[31] ↑ Ib., pág. xi.