Generar un oleaje de esperanza y de victoria


Por Daisaku Ikeda · Diciembre de 2020


En una de sus cartas, Nichiren Daishonin elogia a un discípulo que, en momentos de agitación social, cuando el pueblo atravesaba momento de grandes penurias y sufrimientos, había hecho gala de una fe diligente. Allí escribe: «Tenga la certeza de estar sembrando óptimas semillas en un campo de buena fortuna. Cuando pienso en ello, no puedo contener las lágrimas».[1]

Tomo estas palabras como un reconocimiento a todos nuestros nobles miembros que, en este año tan difícil a causa de la pandemia de coronavirus, han perseverado con dedicación infatigable en bien del kosen-rufu.

Nichiren Daishonin, el Buda del Último Día de la Ley, sin duda es consciente de todo lo que estamos sobrellevando. En una carta a Shijo Kingo, que estaba afrontando una serie de dificultades, le dice: «Si, por alguna grave falta, usted tuviese que caer en el infierno y Shakyamuni me estuviera instando a lograr la Budeidad, aun así, yo me negaría. Preferiría, en cambio, ir al infierno con usted. Pues si los dos cayéramos juntos, encontraríamos al buda Shakyamuni y al Sutra del loto en ese lugar».[2] «No tenga ningún temor», le asegura el Daishonin a Shijo Kingo, y le dice que, si este último cayera en el infierno, él no dudaría en acompañarlo. Pues hasta el infierno puede transformarse en la Tierra de la Luz Tranquila.

Nosotros siempre avanzamos junto al Daishonin, a la Ley Mística, y a todos los budas y las deidades celestiales del universo. ¿Hay alguna esperanza más grande, potente o profunda?

Con ese aliento inigualable, Shijo Kingo perseveró con paciencia y valor, sin dar cabida a la derrota en ningún aspecto. En definitiva, superó sus muchos obstáculos, logró un notable triunfo de maestro y discípulo, y siguió alentando y apoyando a sus camaradas de fe.

Esta postura invencible de Shijo Kingo, celebrada por Nichiren Daishonin, ha revivido en los tiempos modernos en nuestro espíritu de la Soka Gakkai.

Con su gran lucha altruista y su dedicación a propagar la Ley, nuestros dos primeros presidentes –Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda– mostraron con claridad que nuestra labor por el kosen-rufu y por concretar el ideal de «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra» son una lucha conjunta con Nichiren Daishonin. Ambos nos enseñaron que cuando albergamos este apasionado orgullo y esperanza, y oramos alentando y apoyando, uno tras otro, podemos triunfar sobre cualquier cosa, infaliblemente.

Hoy, a través de la edición digital del Seikyo Shimbun y de otras plataformas en línea, nuestros compañeros de fe y amigos del mundo pueden mantenerse estrechamente conectados. La revolución humana de una persona y el avance unido de una comunidad pueden ser una poderosa fuente de esperanza que inspire y aliente a miembros y no miembros por igual, y dé lugar a un nuevo oleaje de victoria.

Con miras a nuestro centenario, y con la postura de hacer aquí un gran juramento,[3] sembremos las semillas de la Ley Mística y hagamos que nuestra vida rebose de «la mayor de todas las alegrías».[4] ¡Con suprema esperanza y victorias insuperables, iluminemos juntos el siglo XXI y demos paso a un futuro más brillante!

¡Que ilimitadas flores de la felicidad
adornen la vida
de nuestros preciados miembros,
que, sea o no sea reconocida su tarea,
siembran cada día
las semillas del kosen-rufu!

(Traducción del artículo publicado en la edición de diciembre de 2020 del Daibyakurenge).


[1] El cuerpo y la mente de los seres, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 1180.

[2] Las tres clases de tesoros, en END, 891.

[3] Véase La apertura de los ojos, en END, pág. 297.

[4] The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 212.

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