Kosen-rufu, el desafío de concretar un verdadero renacimiento espiritual


Orientación general

Lo que sigue es un extracto de un escrito de Daisaku Ikeda que analiza desde la óptica budista el estado vital del «corazón del león rey», tan pertinente en este período.

DESDE EL PUNTO DE VISTA del budismo, el «corazón de un león rey» se refiere al estado vital de una persona que, a través de su fe en la Ley Mística, ha derrotado la oscuridad fundamental inherente a su vida y manifiesta el poder de su iluminación primordial. También podríamos decir que se refiere al estado de vida de la budeidad, que se manifiesta cuando superamos las ilusiones innatas de la vida mediante la fe firme. Por lo tanto, el «corazón de un león rey» posee la sabiduría y el amor compasivo de la budeidad.

Al mismo tiempo, el «corazón de un león» es el núcleo del vínculo maestro-discípulo, tal como lo exponen los escritos de Nichiren Daishonin. La «inseparabilidad de maestro y discípulo» significa perpetuar directamente el espíritu de Nichiren Daishonin, quien es el «león rey».

La clave está en la valentía. En la valentía y, al mismo tiempo, en la fuerza vital fundamental que brota en nuestra vida cuando desplegamos esta clase de valentía. Más sencillamente, es la fortaleza latente que todos poseemos en nuestro interior. Cuando luchamos con coraje por adoptar la Ley, el poder de nuestro valor dispersa la niebla de la ilusión fundamental que envuelve nuestro corazón y permite que el poder ilimitado de la Ley fluya desde adentro de nosotros. Así, revelamos el estado de vida de la budeidad, que es inseparable de la Ley Mística.

El coraje fusiona nuestra vida con la fuerza vital fundamental. También activa una esperanza inherente, que jamás se da por vencida, ni siquiera en la situación más desesperante o aciaga; he aquí el poder de vivir resueltamente hasta el final.

Cuando la sombra de la muerte, el destino, la persecución, la adversidad, la enfermedad, el fracaso o la destrucción penden sobre el ser humano, uno tiende a sucumbir al miedo, la vacilación, la cobardía, la angustia, la ansiedad, la duda y la ira. Lo que dispersa esta oscuridad es el poder de la esperanza interior.

Ponerse de pie significa hacer surgir esta esperanza que nace en el interior de uno mismo y desarrollar una identidad sólida e inamovible. Solo cuando brilla en nuestra vida la vertiente de la esperanza radiante podemos seguir dando aliento y esperanza a las personas que trabajan y luchan a nuestro lado.

Podría decirse que el «corazón de un león rey» es la esencia del budismo Nichiren. Hay numerosos fragmentos en los escritos del Daishonin donde este habla del rey león.

El coraje fusiona nuestra vida con la fuerza vital fundamental [de la budeidad]. También activa una esperanza inherente, que jamás se da por vencida, ni siquiera en la situación más desesperante o aciaga […]. Podría decirse que el «corazón de un león rey» es la esencia del budismo Nichiren.

Podemos inferir que el Daishonin utiliza la metáfora del rey león para describir, de una manera clara y comprensible, su estado de vida como Buda del Último Día de la Ley. La razón por la cual el Daishonin se compara con el rey león puede atribuirse fundamentalmente a que manifestó el estado de budeidad por sí mismo, buscándolo en su interior. Cuando examinamos los sutras, vemos que el rey león es símbolo del Buda. En épocas antiguas, los leones eran considerados símbolos de juventud perpetua y de inmortalidad.

En sus escritos, el Daishonin destaca estas cualidades leoninas. Por ejemplo, cita el fragmento del Sutra del loto que habla del «poder de […] la ferocidad del león».[1]

En un conocido pasaje, el Daishonin dice: «Dondequiera que su hija juegue o retoce, nada podrá hacerle daño; se desplazará sin temor, como el rey de los leones».[2] Esto se refiere al beneficio adquirido por quienes creen en el Gohonzon.

En muchos fragmentos, el Daishonin menciona el poder formidable del león que inspira respeto y admiración en todos los demás animales.[3] También alude a las características distintivas del rey león, que se arma de todas sus fuerzas en el ataque, sin jamás menospreciar a ningún oponente. Este es el principio de «avanzar tres pasos y luego concentrar la fuerza para saltar».[4]

Por sobre todas las cosas, la metáfora del rey león es empleada en el Gosho para representar al Buda y, en particular, a Nichiren Daishonin. El Daishonin escribe: «el devoto del Sutra del loto es como el sol o el león».[5] En otra parte, dice que él es «como el rey león».[6]

En todo caso, si hay algo aquí de suprema importancia es la inseparabilidad de maestro y discípulo, pues el cachorro de león también será un león. Con esta imagen, el Daishonin nos enseña que debemos luchar con el mismo espíritu de nuestro maestro.

Si hay algo aquí de suprema importancia es la inseparabilidad de maestro y discípulo, pues el cachorro de león también será un león.

Escribe: «La cría que engendra el rey de los bueyes llega a ser rey de los bueyes, pero nunca un león rey. El cachorro de un rey león llega a ser monarca de los leones; en cambio, nunca será rey de los hombres o rey celestial».[7] Dicho de otro modo, un cachorro de león, a medida que crece, se convierte en león adulto. De la misma manera, aunque sean seres humanos comunes, los hijos del Buda que se esfuerzan por concretar el kosen-rufu sin falta llegarán a ser budas. Esta es la esencia de la enseñanza budista correcta.

La enseñanza auténtica del budismo no afirma que el Buda existe fuera de la gente común y que las personas comunes solo están destinadas a dejarse guiar por el Buda como un ser externo a ellos. El Sutra del loto enseña que todas las personas son budas, y que Shakyamuni busca permitir a cada semejante lograr el mismo estado de vida que él ha construido; establece en forma cabal y completa una filosofía de respeto al ser humano y que todos los hombres y mujeres poseen sin excepción la capacidad de llegar a ser budas.

Desde la perspectiva de los discípulos del Buda, las personas que se limitan a venerar al Buda desde lejos, como meros espectadores pasivos, no son discípulos verdaderos.

Si no libramos una gran lucha por la felicidad de todas las personas con la misma dedicación que el mentor –así como el Buda y los Bodisatvas de la Tierra han luchado juntos en forma inseparable desde el infinito pasado– no podemos llamarnos «crías del león».

En otras palabras, si los discípulos solo descansan confiados en que su maestro va a luchar y a derrotar las funciones destructivas, sin ponerse ellos mismos a luchar y a obtener una victoria, no pueden mantener ni perpetuar el espíritu de su mentor.

El Daishonin urge a sus seguidores a que practiquen «tal como lo hago yo»[8] y a «propagar el Sutra del loto de la misma manera que él lo hace».[9] Los discípulos que esperan que el mentor haga algo por ellos son seguidores de las enseñanzas anteriores al Sutra del loto. Los verdaderos discípulos del Sutra del loto son los que luchan tal como lo hace su mentor.

El estado de budeidad se manifiesta en nuestra vida cuando luchamos constantemente por el kosen-rufu, armándonos de coraje y desafiándonos; y también cuando nuestra energía flaquea, provocando una avalancha continua de coraje que nos incentiva a seguir esforzándonos. Sin la fuerza del estado de budeidad, no podemos triunfar sobre adversarios poderosos.

Este espíritu es aún más importante para nosotros, los protagonistas de una lucha espiritual de relevancia histórica. Debemos abrirnos paso con el estado de vida indómito de un león rey. Cuando el rey león avanza, las funciones demoníacas huyen. Si, por ejemplo, cuando se manifiesta nuestro karma negativo, huimos de la situación sin desafiarnos con fe firme o si intentamos escabullirnos a fuerza de tácticas, sin enfrentar la verdadera causa de nuestro sufrimiento, el problema no hará más que complicarse.

Este espíritu es aún más importante para nosotros, los protagonistas de una lucha espiritual de relevancia histórica. Debemos abrirnos paso con el estado de vida indómito de un león rey. Cuando el rey león avanza, las funciones demoníacas huyen.

Es importante que cada uno de nosotros sea un león rey y que esté firmemente decidido a no dejar que las funciones demoníacas puedan vencer. Solo a través de esta lucha podemos manifestar la budeidad nosotros mismos. Por eso, el Daishonin dice: «El rey león no teme a las demás bestias, ni tampoco lo hacen sus cachorros».[10]

Es imperioso lograr el kosen-rufu, que podríamos denominar el desafío por concretar un verdadero renacimiento espiritual. Con este propósito, Nichiren Daishonin reveló y propagó Nam-myoho-renge-kyo. Él enseña que si Nam-myoho-renge-kyo se propaga durante los más de diez mil años del Último Día de la Ley, por toda la eternidad, se «puede obstruir el camino que conduce al infierno del sufrimiento incesante».[11]

En lugar de buscar la práctica en un ambiente tranquilo y seguro, los miembros de la Soka Gakkai nos hemos lanzado de cabeza al torbellino de la agitada vida social para defender la causa de la gente y para guiar a los seres humanos a la felicidad.

(Extraído de IKEDA, Daisaku: Diálogo sobre la religión humanística: El mundo de los escritos de Nichiren Daishonin, volumen 1, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2003, págs. 209 y ss.). |


[1]SL, cap. 15, pág. 218.

[2]Respuesta a Kyo’o, en END, pág. 433.

[3]Por ejemplo, el Daishonin dice: «cuando un león ruge, todas las demás bestias enmudecen» (La tortuga tuertay el tronco flotante, en END, pág. 1004) y «Si un perro le ladra a un león, los intestinos se le pudren» (La supremacía de la Ley, en END, pág. 643).

[4]El Daishonin escribe: «Se dice que el rey león avanza tres pasos, luego se agazapa para saltar y despliega la misma fuerza para capturar una pequeña hormiga que para atacar a un feroz animal. Cuando Nichiren inscribió este Gohonzon para proteger a Kyo’o, fue como un rey león. A esto se refiere el sutra cuando menciona “el poder [de los budas] que posee la ferocidad del león”» (Respuesta a Kyo’o, en END, pág. 433). También señala: «el león rey […] siempre despliega su máxima potencia en el ataque, sin especular con la fuerza de su oponente» (Una comparación entre el «Sutra del loto» y otros sutras, en END, pág. 1085).

[5]La supremacía de la Ley, en END, pág. 643.

[6]El sutra de la verdadera retribución, en END, pág. 973.

[7]Carta a Nichimyo la Venerable, en END, pág. 343.

[8]Establecer como objeto de devoción a los cuatro bodhisattvas, en END, pág. 1023.

[9]Carta a Jakunichi-bo, en END, pág. 1039.

[10]Sobre las persecuciones acaecidas al venerable, en END, pág. 1042.

[11]Saldar las deudas de gratitud, en END, pág. 773.

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