La alegría de abrir nuevos caminos para mi vida y el kosen-rufu


Lucila Rodríguez · Zaldibar, Bizkaia


Lucila Rodríguez Canle

Cuando comenzó 2022, alentada por el lema «Año de los jóvenes y del avance dinámico» y por la campaña «El 1 es madre de 10 mil», determiné aprovechar al máximo el año. Intuía que mi vida avanzaría en la misma escala en que me desafiara en las actividades y en la práctica. Y así ha sido.

Soy argentina, y el año comenzó con un gran beneficio: visitar a mi familia en Buenos Aires, tras dos años sin verlos a causa de la pandemia. En este viaje, por primera vez me acompañó mi pareja, y hubo mucha armonía y alegría. ¡Incluso pude participar desde allí en la asamblea conmemorativa del 16 de marzo en la SGEs, que fue online, y compartir determinaciones como representante del Departamento de Jóvenes! Profundamente agradecida, cuando volví a España decidí que quería avanzar en mi campaña de shakubuku y en los otros ámbitos de mi vida.

En los meses posteriores, como responsable del Departamento de Mujeres Jóvenes de la región Norte de la SGEs, me esforcé en alentar a cada joven a que participara en las reuniones de diálogo y en los encuentros de La nueva revolución humana, y también pude apoyar por primera vez a una miembro del Departamento Futuro para una actividad.

Paralelamente, sentía que necesitaba un cambio en el ámbito laboral, pero no sabía cómo avanzar. Desde hace tres años trabajo en una productora de cine, en la que me ocupo principalmente de las áreas financiera y de producción. La propuesta inicial de mi jefa había sido que yo llevara esas áreas, pero también que tuviera el espacio para desarrollar tareas más creativas. Sin embargo, esto último no acababa de suceder.

En mayo surgió la posibilidad de participar en un rodaje como jefa de producción y, por momentos, como ayudante de dirección. Aunque volver a rodar después de tanto tiempo era un reto, estaba muy contenta por la propuesta. Decidí vivir la experiencia con la misma actitud que las actividades de la Soka Gakkai, es decir, como una oportunidad para atesorar a cada persona, poner en valor su trabajo y coordinar a cada departamento para que todo funcionara como un reloj. El resultado fue muy bueno, tanto que mi jefa me propuso que en la segunda fase del rodaje –que sería en noviembre– yo asumiera al 100 % la tarea de asistencia de dirección. Para mí fue un paso decisivo: descubrí hacia dónde quiero avanzar en el ámbito profesional.

En esos días, contacté tras un tiempo con una conocida que vive en Madrid. Tras algunas conversaciones, basada en la oración decidí hablarle de mi práctica budista; para mi sorpresa, se interesó. Comenzó a entonar daimoku de manera intermitente y, en julio, pudo asistir al 1.er Encuentro de Artistas por la Paz. Le gustó mucho y, gracias a todo lo que hemos podido dialogar sobre el budismo y la vida, hemos pasado de ser conocidas a ser amigas.

Paralelamente, en junio una joven decidió recibir el Gohonzon en León, una provincia que forma parte de nuestra región organizativa y en la que la práctica de la Ley Mística es sinónimo de espíritu pionero. Durante la reunión de mujeres jóvenes que hicimos en julio, esta nueva miembro alentó a practicar a otra joven que asistía por primera vez, y le transmitió su experiencia de haber tomado la decisión de hacerlo ella misma a raíz de participar en una reunión similar el año anterior.

Asamblea de mujeres jóvenes en la zona Gran Navío de la SGEs

Otro momento significativo lo viví en el camino hacia el 28 de agosto, fecha en la que celebramos la tercera Jornada Soka de la región Norte. Además de alentar a participar a varias amigas, fui invitada a compartir ese día mi trayectoria en la fe con los participantes, personas cercanas que habían manifestado su interés en el budismo Nichiren y la filosofía humanista de Daisaku Ikeda.

Al final del verano, comencé una lucha interior para tomar una decisión respecto a mi trabajo. Cada vez que me ponía a orar, afloraban el temor, la duda y la queja, en clara contraposición a mi deseo de avanzar creando valor. Quería abrir caminos más creativos.

En ese momento, recordé unas palabras de aliento de Ikeda Sensei:

En la vida hay ocasiones en que uno se siente impedido de avanzar. En esos momentos es cuando debemos hacer daimoku y actuar con firme determinación. La victoria queda determinada por la victoria o la derrota en la lucha contra nosotros mismos, contra el estancamiento y contra la negatividad profunda».[1]

Realmente me sentía estancada, sufriendo por mi situación laboral. Así que decidí apoyarme en mi práctica budista para superar esa barrera, y hacer un esfuerzo aún mayor en las actividades y en el aliento personal a las jóvenes.

En la preparación de los encuentros de jóvenes, nos desafiamos aún más y, como resultado, en septiembre la participación fue récord, con diecisiete personas. Ese mismo mes, no solo llegaron tres nuevas jóvenes a nuestra región –a Vitoria, Bilbao y León–, sino que otra joven empezó a participar como simpatizante en Zaragoza.

A medida que avanzaba con la actividad por el kosen-rufu, recuperaba la alegría y la confianza en mí misma, y extraía sabiduría y claridad para avanzar también en mi trabajo. Fue así como, a finales de septiembre, decidí hablar con mi jefa y comunicarle mi necesidad de cambio. Su respuesta fue increíble: no solo lo entendió perfectamente, sino que me agradeció todo mi esfuerzo, diciéndome que era la primera persona en la que había confiado verdaderamente desde que se abrió la empresa. Acordamos que seguiría en plantilla hasta febrero y que, posteriormente, buscaríamos la mejor manera de seguir colaborando en paralelo al desarrollo de mi faceta creativa en otros proyectos.

Esto ha sido una gran prueba real para mí, y a la vez un impulso para seguir avanzando en las actividades de este otoño, como los exámenes de estudio, en cuya preparación he apoyado a una decena de jóvenes, o la X Jornada para una Educación Creativa, a la que invité a una amiga. Además, varias jóvenes de la región han asumido nuevas responsabilidades para el impulso del kosen-rufu y de su revolución humana.

El material de estudio para el examen de grado II incluye un pasaje de Sensei que dice:

El corazón del gran juramento del kosen-rufu y el estado de vida de la budeidad son una misma cosa. Así pues, cuando dedicamos la vida a ese compromiso, desplegamos en nosotros mismos la suprema nobleza, fortaleza y grandeza de nuestra vida.[2]

En 2023, «Año de los jóvenes y del triunfo», quiero seguir avanzando de este modo. ¡Muchísimas gracias!


[1] ↑ IKEDA, Daisaku: La sabiduría para ser feliz y crear la paz. Parte 2, Ediciones Civilización Global: Rivas-Vaciamadrid, 2022, pág. 152.

[2] ↑ IKEDA, Daisaku: «El gran juramento de trabajar por la felicidad de todo el género humano», Seikyo Shimbun, 9/11/2013.

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