La alegría de transformar la propia vida y ayudar a otros a hacerlo


Verónica Mayo Hernández | Valdemoro, Madrid


Verónica Mayo

Comencé a practicar el budismo Nichiren en la Soka Gakkai en julio de 2019 y recibí el Gohonzon en marzo de 2020. Mi hermana llevaba años practicando y siempre me había animado a empezar, pero yo no veía el momento, ya que en el fondo no creía en el poder del daimoku y pensaba que dentro de la zona de confort en la que me encontraba era feliz. Pero en realidad no era así. En un momento determinado, se sucedieron una serie de acontecimientos en mi vida que hicieron que me encontrara totalmente hundida y perdida ante la situación. Así es que una mañana decidí empezar a orar.

Después de entonar diez minutos de daimoku, experimenté una tranquilidad interior que hacía mucho que no sentía. Algo en mí cambió desde ese instante, aunque inicialmente mi única determinación era no sentir la tristeza y ansiedad extrema que me producía mi situación.

La transformación personal que estoy experimentado desde el inicio de mi práctica no solo ha llegado a mi persona, sino también a mi pareja y a mis hijos. Mi hijo mayor es un adolescente maravilloso, que, tras participar en un encuentro del Departamento de Estudiantes, retomó sus estudios; su estado vital también se transformó en esperanza y alegría. Con mi hija pequeña, que tiene siete años, ocurrió un cambio también: antes no era capaz de disfrutar con ella momentos de juego, lectura o incluso una película infantil, pero determiné que quería llegar a disfrutar y ser muy feliz en esos momentos junto a ella, y lo he logrado. Estoy construyendo la familia armoniosa por la que siempre he orado, respondiendo a la primera de las cinco guías eternas de la fe.

Estoy construyendo la familia armoniosa por la que siempre he orado, respondiendo a la primera de las cinco guías eternas de la fe.

Uno de mis grandes logros desde que comencé a practicar ha sido fruto de una determinación compartida con mi hermana: llegar al corazón de nuestra madre y conseguir que comenzara a entonar daimoku. A día de hoy ella sigue orando, participando activamente en las actividades en su grupo, y uno de nuestros objetivos es que reciba pronto el Gohonzon. Nada me podría dar más orgullo y satisfacción que haber vivido la campaña «El uno es madre de diez mil» con mi propia madre.

Gracias a la implicación de nuestro grupo de diálogo, estamos consiguiendo que cada vez más personas se interesen por nuestra práctica. Personalmente, me estoy encargando de apoyar y dar a conocer en qué consiste nuestra organización a una nueva integrante del grupo, que ha comenzado a participar también en los encuentros de La nueva revolución humana. Una de mis grandes metas es que este año reciba el Gohonzon y yo pueda acompañarla en esa maravillosa ceremonia.

Me siento una persona muy afortunada de haber conocido esta filosofía y práctica. En mi trabajo como maestra, he encontrado mi verdadera misión en esta existencia: ayudar a mis alumnas y alumnos y a sus familias a mejorar sus vidas, acompañándolos en el camino durante su etapa escolar y llegando a sus corazones. Este es un gran objetivo que conseguiré orando cada día ante el Gohonzon con tesón y fortaleza.

Nada me podría dar más orgullo y satisfacción que haber vivido la campaña «El uno es madre de diez mil» con mi propia madre.

De cara a la Asamblea de la Alegría Soka del mes de junio, mi gran determinación es seguir orando cada día, crecer, y transmitir la Ley Mística a todas las personas que la vida me ponga en el camino, sin dejarme vencer, junto a mi pareja, mi familia y mis amigos.

Quiero dar las gracias a mi querida hermana, por haber hecho posible que yo sea quien soy ahora al ayudarme a conocer la Soka Gakkai, el budismo y el camino de maestro y discípulo, transformando todo lo que me estaba haciendo daño. Es el gran tesoro de mi vida.

Me gustaría terminar con una cita de mi maestro, Daisaku Ikeda: «La gran revolución humana de un solo individuo propiciará un cambio en el destino de una nación y, más aún, permitirá cambiar el destino de toda la humanidad».[1]

Verónica, junto a su hermana Laura y su madre

[1]IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vol. 30, Ediciones Civilización Global: Rivas-Vaciamadrid, 20201, pág. 293.

Scroll al inicio