La amistad es un tesoro preciado


Jóvenes fénix · A los miembros del Departamento Futuro de la SGEs

Entrega de la serie Remonten el vuelo hacia el cielo de la esperanza, por Daisaku Ikeda

Nichiren Daishonin escribe: «Un árbol trasplantado no caerá, aunque sople el viento con furia, si tiene un firme puntal que lo sostenga».[1]

Todo gran árbol comienza siendo un retoño. Una vez plantado, lo más importante es que eche sólidas raíces, pues si las raíces no se afirman bien en el suelo, la menor ráfaga será suficiente para derribarlo. Por eso, a menudo verán arbolitos sujetos a un «tutor» o estaca, que se clava al lado del tronco para darle apoyo. De esa manera, pueden ganar tamaño y altura, y llegar a resistir incluso las tempestades más fuertes.

Lo mismo sucede con las personas. Por ejemplo, uno viene estudiando para un examen o entrenando en algún deporte, y en un determinado momento dice: «Ya no puedo más…», o «Lo único que quiero es irme de aquí». Pero si en ese momento uno recibe el aliento de los amigos, que le dicen: «¡No aflojes!», «¡Vamos, estás a un paso de lograrlo!», recupera la inspiración necesaria para perseverar.

Con el apoyo de los amigos, es posible hacer cosas que uno mismo, en soledad, no tendría la fuerza de concretar.

*

Tal vez algunos de ustedes hayan leído Ana de las tejas verdes o Ana de las praderas, una novela muy apreciada en todo el mundo, escrita por la autora canadiense L. M. Montgomery.

La protagonista es una niña huérfana, llamada Ana. Según nos cuenta el libro, es pelirroja y tiene abundantes pecas. Muchos se burlan de ella o le dicen cosas hirientes. Pero Ana tiene un espíritu invencible. Pase lo que pase, siempre hace gala de fuerza y de alegría, y en cada situación pone en juego su grandiosa imaginación.

Con esta actitud genial, la joven consigue rodearse de cálidos amigos. Ana valora cada una de estas valiosas amistades. Comenta: «Cuando una empieza a crecer, hay tantas cosas que tiene que pensar y decidir… […] Pero ya que tengo tantos buenos amigos […] voy a crecer magníficamente».[2]

Como dice el refrán, la amistad reduce las penas y multiplica las alegrías. Con amigos, se puede disfrutar de la vida, y darle más significado y valor. […]

Me gustaría darles algunos consejos que les permitirán hacer nuevos amigos. El primero es que tomen la iniciativa de saludar a los demás y de empezar el diálogo.

El buda Shakyamuni, «maestro de la humanidad» y fundador del budismo, aprovechaba cada oportunidad para dialogar con los demás.

Podrán hacer amigos, sin falta, mientras tengan valor para hablar con otros teniendo presente que son personas igual que ustedes, aunque sea la primera vez que estén frente a ellos. También es importante que tengan un corazón abierto y generoso para comunicarse con los demás en son de amistad aun cuando sus puntos de vista y opiniones sean distintos de los de ustedes.

*

Aunque en esos momentos su sufrimiento sea tan terrible que les haga perder las ganas de vivir, por favor, valoren su vida, porque no hay nada más valioso en el mundo.

A veces, quizá surjan desacuerdos entre ustedes y sus amigos, e incluso acaben discutiendo. Cuando esto ocurra, es importante que den el primer paso para arreglar las cosas y retomar la amistad. Mientras sean capaces de actuar así, estoy seguro de que los lazos con sus amigos se volverán cada vez más profundos. Por otro lado, esta es la actitud que yo siempre he tenido.

También les sugiero que, cuando tengan que pedir perdón a un amigo por algo, lo miren a los ojos. De esta manera, podrán convertir los conflictos en una oportunidad de ser mejores amigos.

Este enfoque sirve para los pequeños desacuerdos, pero no es la forma en que deben actuar ante situaciones de acoso, que son una cuestión totalmente distinta. Acosar a un compañero es una forma de violencia que no puede ni debe ser tolerada en ningún caso.

Si alguien los llegara a acosar, por favor, no se sientan avergonzados ni duden en hablar con alguien sobre la situación. No sientan que preocuparán a los demás si les cuentan lo que les está pasando. Y si les resulta difícil sentarse a hablar frente a frente con alguien de confianza, escríbanle una carta. Recuerden que hay muchas personas que estaremos apoyándolos. No olviden que sus compañeros de la Soka Gakkai y yo siempre vamos a ponernos del lado de las personas hostigadas.

Aunque en esos momentos su sufrimiento sea tan terrible que les haga perder las ganas de vivir, por favor, valoren su vida, porque no hay nada más valioso en el mundo. Por favor, valórense, respétense…

Algo que pude aprender en mis encuentros y diálogos con líderes de todo el mundo es que quienes fueron víctimas de acoso llegaron a ser personas excepcionales. Todos pudieron ser felices. Por otro lado, los que acosaron y maltrataron a otros, invariablemente terminaron sufriendo.

*

La vida consiste en hacer buenos amigos. Pero aunque no haya, en este momento, ninguna persona a quien puedan considerar un amigo de verdad, no tienen por qué sentirse impacientes. Ya verán que, algún día, tendrán amigos grandiosos.

El futuro de nuestro movimiento por el kosen-rufu, dedicado a trabajar por la paz del mundo y la felicidad de todas las personas, depende de que todos ustedes, mis queridos amigos del Departamento de Estudiantes de Primaria, se empeñen en estudiar mucho, hacer daimoku sinceramente, vivir cada día con energía y crear magníficas amistades.

En primavera, florecen los árboles de cerezo, ciruelo, duraznero y albaricoquero, pero cada uno lo hace con su propia belleza. En el budismo, el principio sobre la floración de los árboles frutales enseña la importancia de que todos vivan fieles a sí mismos y que cada uno brille con sus propias características.

Mi corazón salta de expectación de solo pensar que, en el 2030, cuando la Soka Gakkai celebre su centésimo aniversario, cada uno de ustedes se habrá convertido en un adulto maravilloso y estará haciendo una contribución excelente, fiel a su propia forma de ser.

Por muchas dificultades que deban enfrentar en el camino, les pido que avancen con la firme convicción de que «el invierno siempre se convierte en primavera».[3]

 (Artículo extraído del ensayo publicado en la edición del 1 de marzo de 2014 de Boys and Girls Hope News).


[1]Tres maestros del Tripitaka oran para que llueva, en END, pág. 627.

[2]MONTGOMERY, L. M.: Anne of Green Gables (Ana de las tejas verdes), Nueva York: Signet Classics, 2003, pág. 251.

[3]El invierno siempre se convierte en primavera, en END, pág. 561.

Scroll al inicio