La magnitud de nuestros lazos


Soraya Díaz y Melany Martín · Tenerife


Melany (en primera fila, a la izquierda de la imagen) y Soraya (segunda fila, derecha) posan sonrientes con sus madres

SORAYA: El año pasado, a raíz de la propuesta de avanzar aún más unidas las mujeres y las jóvenes de la SGEs, en una «Alianza Brillante», decidí orar cada día para hacer realidad diálogos con las madres, hermanas y amigas de las integrantes del Departamento de Mujeres Jóvenes. Quería conocer cuáles eran sus inquietudes y ampliar nuestro círculo de aliento mutuo.

Melany compartía conmigo tan sinceramente todas sus luchas y lo que le impedía avanzar, que al escucharla me hacía recordar mis vivencias del pasado, y comencé a apoyarla más directamente.

MELANY: Tengo 28 años, y llevo dos años y medio practicando el budismo en la Soka Gakkai. Escuché Nam-myoho-renge-kyo por primera vez siendo muy pequeña en casa de Soraya, y lo reencontré más adelante gracias a su hija Carla.

Comencé teniendo una práctica poco sólida, pero me inspiraba mucho observar el coraje indestructible de Soraya en las actividades: siempre tenía una sonrisa para cada persona, y a mí me hablaba como a una hija.

Desde que comencé a practicar, mi mayor desafío ha estado en mi familia. Mi madre al principio se oponía a mi fe y esto me generaba tristeza. Pero en el volumen 1 de La nueva revolución humana leí este pasaje: «Es posible que se sienta sola al ser la única que practica, pero si se esfuerza con diligencia, su beneficio y buena fortuna se extenderán a toda la familia y serán compartidos por ella. Su presencia será como un enorme paraguas protegiéndolos de la lluvia; por lo tanto, es un error pensar que no pueden ser felices, porque nadie practica además de usted».[1]

Seguí avanzando con este espíritu, y Soraya me apoyó muchísimo: con las palabras de Ikeda Sensei siempre presentes, me alentó a estudiar aún más y entonó mucho daimoku por mí y por mi madre. También dialogó con ella.

En noviembre de 2019, tras un largo camino juntas, finalmente mi madre decidió ingresar como miembro de la SGEs.
Ikeda Sensei dice: «Asumir una posición de liderazgo significa cumplir con una misión».[2] Esto es lo que Soraya me ha mostrado siempre con su actitud ante el Gohonzon, y por tanto, ante la vida.

SORAYA: ¡Tú que me ves con buenos ojos, Melany! El desafío más grande para mí ha sido poderle trasmitir a Melany la seguridad y la confianza en que lograr la armonía familiar sería una fuente de felicidad en su vida, y que ese era el momento preciso para cultivarla. Me basé en un fragmento de la propuesta paz de Ikeda Sensei para 2018, en el que sostenía que «el empoderamiento de la mujer puede ser una fuerza fundamental para restablecer la esperanza y la capacidad de avanzar en circunstancias difíciles».[3] Gracias a este punto de partida, pude comenzar hablar abiertamente de mi práctica con su mamá.

MELANY: Poder contar con Soraya, y observar su actitud y experiencia ante la vida y la práctica, siempre me ha nutrido de coraje. Ha sido imprescindible para mí, ya que, sin este apoyo, no habría experimentado la importancia de los lazos dentro de Gakkai, de los que tanto nos habla Ikeda Sensei. Asimismo, me ha permitido comprender la magnitud de los lazos establecidos mediante nuestra alianza brillante. |


[1]IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Vol. 1, Rivas Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2008, pág. 11.
[2]Ib., Vols. 3 y 4, 2010, pág. 33.
[3]IKEDA, Daisaku: La construcción de un movimiento popular hacia una era de los derechos humanos. Propuesta de paz de 2018, Rivas Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, pág. 66.

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