La sanidad, un escenario para dar esperanza

Soy Élida Lucero, y todos mis esfuerzos como enfermera de neurología en el Centro de Atención de Especialidades del Hospital Universitario del Puerto de la Cruz van dirigidos a paliar el sufrimiento de mis pacientes.

Élida, clasificando muestras de sangre | Foto cedida por Élida Lucero

LA PROFESIÓN de enfermera tiene un componente indudable de vocación al servicio de las demás personas. ¿Cómo y cuándo surgió en ti esta vocación?

Ese deseo de ayudar estuvo presente en mi vida desde la infancia, y se concretó a través de una tía mía enfermera que saciaba mi curiosidad respondiendo todas mis preguntas.

Al finalizar mis estudios de Enfermería en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), las últimas prácticas de Enfermería Quirúrgica me tocaron en Cirugía Cardíaca. Me impactó mucho circular por aquella área esterilizada, todo el despliegue instrumental, el lavado de manos quirúrgico, la colocación de la bata y guantes estériles, y pensé: «Esta es mi profesión». Después, comencé a trabajar en el Hospital Aeronáutico, en cuidados intensivos, mientras por la noche estudiaba Instrumentación Quirúrgica.

En ese período, una compañera de trabajo me habló de la práctica del budismo en la Soka Gakkai. Nos reuníamos en la casa de una familia japonesa. Era una época pionera, y nosotras, las primeras miembros del Departamento de Jóvenes. Mi práctica creció y se hizo firme, y al cabo de un tiempo recibí el Gohonzon junto con otra compañera de trabajo.

Hace relativamente poco, cambiaste tu especialidad por la de neurología. ¿Qué supuso para ti este cambio?

Fue como pasar de la noche al día. Ver a un paciente dormido, cuando trabajaba en quirófano, o tratarlo despierto como hago en la actualidad es muy distinto; y más aún tratándose de patologías tan delicadas como Alzheimer, Parkinson, epilepsia, etc.

De estudiar técnicas quirúrgicas he pasado a formarme en materias como la pedagogía, el abordaje del malestar emocional o las herramientas de comunicación. También he tenido que aprender Actuaciones Neurológicas de Enfermería (NIC) para los pacientes y sus familias, como por ejemplo educación sanitaria, enseñanza individual y apoyo emocional.

Élida ayuda a caminar a una paciente que se recupera de un ictus | Foto cedida por Élida Lucero

En el budismo Mahayana, es clave el «ideal del bodisatva», caracterizado por la empatía y el amor compasivo. ¿De qué forma afrontas cada jornada, sabiendo que vas a encontrarte con personas que sufren?

Aplicar con constancia la filosofía y la práctica del budismo Nichiren en mi vida, empezando por el gongyo y un daimoku firme, es fundamental. En la medida que yo comprendo el sufrimiento de las personas, puedo darles esperanza: hablar con la mirada, con los gestos, explicarles que estoy para ayudarlas y que las espero en la próxima cita… Es un equilibrio, una relación conmigo misma y con ese equipo de trabajo al que tanto quiero.

Mi determinación de desplegar un comportamiento humanista y crear verdaderos lazos solidarios se sustenta en la relación con mi maestro, así como en el estudio y el compromiso con el kosen-rufu desde mi época juvenil.

Hablas de un antes y un después del momento en que empezaste a leer La nueva revolución humana, de Daisaku Ikeda. ¿En qué consistió este cambio?

Siempre me apasionó la historia de la Soka Gakkai y del budismo de Nichiren Daishonin. En las reuniones de diálogo escogíamos frases de La nueva revolución humana para compartir y, gracias a eso, varias personas que recibieron el Gohonzon se decidieron también a hacer los exámenes de introducción al budismo, que estudiábamos en mi casa.

En diciembre del 2018 tuve una gran alegría cuando en la SGEs se propuso la lectura de volúmenes de la novela con un ritmo mensual. Para mí significó un nuevo comienzo. Entre otras muchas cosas, en ella se refleja cómo Daisaku Ikeda ha alentado de corazón a personas enfermas, a menudo mientras él mismo atravesaba circunstancias difíciles, con fiebre, sin tiempo para descansar. Todo esto me ha motivado a practicar y a esforzarme en mi profesión de una manera más seria y comprometida.

En palabras de Ikeda Sensei, «La felicidad absoluta se origina en un estado de vida que no conoce la derrota, que vence cualquier dificultad o sufrimiento y permite disfrutar de la máxima alegría: “Estar vivo”».[1] El simple hecho de estar vivos representa la verdadera felicidad. |

Heroínas «anónimas»: Élida, con integrantes de su amado equipo de trabajo | Foto cedida por Élida Lucero

Un fragmento del Sutra Vimalakirti, que se refiere a un prominente seguidor laico del Buda que había enfermado, condensa el «ideal del bodisatva». Al preguntársele por su enfermedad, aquel responde: «Porque los seres están enfermos, el bodisatva está enfermo. La enfermedad del bodisatva surge de su gran amor compasivo».
(Ir al lugar donde se menciona en el texto principal).


[1] La nueva revolución humana, vols. 5 y 6, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, pág. 128.

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