Los distritos de la Soka son faros de felicidad


Por Daisaku Ikeda · Octubre de 2020


Los distritos de la Soka Gakkai son faros de felicidad en cada vecindario.

Cuanto más hondos son los sufrimientos kármicos que afligen a nuestros miembros, cuanto más feroces son las olas de los desastres que sacuden el mundo, más brillan nuestros distritos con la luz de la valentía y de la esperanza infinita. Ellos permiten a todas las personas navegar por la vida sintiéndose felices y seguras.

Uno las palmas de las manos en profunda reverencia y elevo el daimoku más solemne por nuestros responsables que trabajan sin descanso en la primera línea de la organización; especialmente, los responsables de distrito de los departamentos de Mujeres y de Hombres, quienes protegen en cada instante la luz de esos faros valiosos, que mantienen siempre encendida.

Sé bien que esta pandemia del coronavirus ha significado para cada distrito un frente de enormes desafíos inéditos. Recuerdo la época en que mi maestro, el segundo presidente de la Soka Gakkai Josei Toda, agradeció y elogió a nuestros pioneros responsables de distrito por su trabajo paciente e infatigable, afirmando que ejemplificaban la genuina actitud del practicante budista a la que alude el Sutra del loto cuando habla de vestir la «armadura de la perseverancia».[1]

Nichiren Daishonin esclareció tres principios clave para asegurar que la herencia de la Ley suprema de la vida y la muerte siga fluyendo en la comunidad de practicantes.

El primero es la inamovible convicción de la fe en que «no hay ninguna diferencia o separación» entre el Buda, la Ley Mística y nosotros, las personas comunes.[2]

El segundo es la firmeza de la fe para no abandonar «en ninguna existencia, ni en el pasado, ni el presente ni en el futuro».[3]

El tercero es la unión de la fe, para avanzar cumpliendo el gran juramento del kosen-rufu como camaradas con un mismo propósito, «trascendiendo todas las diferencias que pueda haber entre ellos hasta volverse inseparables como los peces y el agua en que nadan».[4]

Nuestros distritos de la Soka Gakkai se han construido sobre la base de estos tres aspectos esenciales de la fe. Por eso, en ellos palpita vibrantemente la herencia de la Ley suprema de la vida y la muerte, y por eso son lugares absolutamente seguros, adornados por las nobles virtudes de la eternidad, la felicidad, la verdadera identidad y la pureza, donde los miembros pueden alentarse y apoyarse unos a otros, y perseverar juntos en su periplo a través de las aflicciones del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, para lograr la budeidad en esta existencia.

Hoy, en este mundo agitado por el aislamiento y las divisiones, los miembros de nuestros distritos trascienden sus dificultades y siguen manteniéndose en contacto, fortaleciendo su unión y perseverando sabiamente en la creación de valor con el ideal de «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra» en cada vecindario. En su admirable resistencia ante esta época adversa, estos faros de revitalización y de armonía humana sin falta brillarán cada vez más e iluminarán la sociedad global.

Tomando como vector los distritos que Nichiren Daishonin puso a nuestro cuidado y donde hoy estamos cumpliendo nuestro juramento por el kosen-rufu, ¡irradiemos una inmensa luz que guíe a nuestros amigos y vecinos, y a todos los que nos rodean, hacia el puerto de la victoria y del honor!

El aliento, esa fúlgida luz
que ilumina cada ínfimo resquicio del mundo,
asegurará que el espíritu
de los Bodisatvas de la Tierra
perdure hasta el eterno futuro.

(Traducción del artículo publicado en la edición de octubre de 2020 de Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai).


[1] El Sutra del loto, Tokio: Soka Gakkai, 2014, cap. 13, pág. 193.

[2] La herencia de la Ley suprema de la vida, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 226.

[3] Véase ib., pág. 227.

[4] Ib.

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