«La profesión médica y la sociedad en general están dedicando ingentes esfuerzos a detener la expansión del coronavirus. Estoy infinitamente agradecido a los incontables individuos que trabajan sin descanso, noche y día, en diversos frentes de esta lucha…». Estas palabras de Daisaku Ikeda, de un artículo publicado en la edición digital de Civilización Global, han inspirado esta sección de reconocimiento de la labor en este difícil período de tantas personas, representadas por una veintena de ellas, miembros de la SGEs.
Silvana Fiorante, médica especialista en medicina interna e infectología · Collado Villalba – Ávila
Tras contraer la COVID-19 y recuperarme, como muchos compañeros volví al trabajo, decidida a transformar el ambiente hospitalario y transmitir esperanza. No siempre es fácil: cada día veo desfilar los diez estados vitales, desde los más bajos a los más nobles, pero sigo brindando aliento basada en mi práctica budista y en el ejemplo de mi maestro. Estoy agradecida de trabajar como médica.
Vanesa Aguilera, enfermera de urgencias · Tenerife
En urgencias, con la pandemia los días han sido una montaña rusa, pero gracias a mi práctica no he tenido miedo ni una sola vez. Cada día, antes de enfrentarme al hospital, he recordado unas palabras de Daisaku Ikeda sobre el coraje que ya me permitieron superar una situación difícil anteriormente: «Tal vez se trate de pequeños actos de valentía, pero no por ello pierden su valor. Y precisamente esa resolución de avanzar siempre un paso más es lo que importa».
Ismael Noah Melián, enfermero de pediatría · Tenerife
Cada día aliento a los niños y los padres sobre la importancia de vivir sin miedo. El daimoku me aporta tranquilidad y seguridad para afrontar mi jornada diaria y gracias a mi práctica he podido crear lazos con compañeros con los que antes casi no tenía relación. Mi meta es disfrutar de mi trabajo en cada situación y circunstancia, haciendo frente a las adversidades con coraje y valor, renovando mi juramento para poder volver a vencer junto a mi maestro.
Olga Valles, auxiliar de enfermería de urgencias · Huesca
Trabajo en urgencias y la mayoría de casos que trato a diario son de COVID-19. Están siendo semanas duras, de mucho trabajo y tristeza. Los pacientes llegan con mucho miedo y siento que no puedo permitirme estar negativa. Intento trasmitir tranquilidad, dar palabras de afecto, tocarles la mano y sonreír. El daimoku y el gongyo de la mañana han sido fundamentales en esta batalla para sacar fuerza y sabiduría inmensas para afrontar el día y dar lo mejor de mí a mis pacientes.
Aida Santos, atención sociosanitaria a mayores · Madrid
En el centro donde trabajo, lamentablemente han fallecido residentes, y varios compañeros se encuentran de baja por haber contraído la COVID-19. Convencida de que no podía venirme abajo a pesar de lo difícil de la situación, lo que me ha mantenido en pie ha sido orar ante el Gohonzon cada madrugada –sabiendo que no estoy sola en ese horario– por la rápida resolución de esta emergencia y la seguridad de todos, de acuerdo con la orientación de Ikeda Sensei.
Abel Carmen, atención sociosanitaria a mayores · Logroño
Cuando, hace algunos años, me di cuenta de mi aptitud para acompañar a las personas, empecé a trabajar en residencias de ancianos. Este ha sido el sector más castigado por la pandemia. Yo mismo me contagié y ahora estoy recuperado. Mi capacitación en la Soka Gakkai me ha servido como «entrenamiento» para alentar a las personas mayores, basado en las grandes enseñanzas que transmite el budismo, y así ayudarles a sobrellevar las complicadas situaciones por las que están pasando.
Javier González, celador y conductor en un ambulatorio · Sevilla
Desde que todo esto empezó venimos tratando de que la gente tome conciencia del riesgo. Considero que a cada cosa en la vida, por mala que sea, ocurre para algo y que, tal como nos explica Daisaku Ikeda, las adversidades son oportunidades para aprender. A mí, el confinamiento, con el daimoku que me está permitiendo recitar diariamente, me está sirviendo para ser mejor persona y transmitir a compañeros y pacientes una actitud positiva que hace que todo sea más llevadero.
Vanesa Serrano, técnica superior de farmacia · Alhaurín de la Torre
Cada día nos exponemos a una gran carga emocional: clientes inundados por la desesperanza y el miedo, bajas laborales en el equipo que implican duplicar las horas de trabajo… En esta lucha, ha sido fundamental recitar una hora de daimoku cada mañana para mantener un estado de vida elevado. Personalmente, tengo un profundo sentido de gratitud por estar en primera línea, una oportunidad para ayudar a quienes más lo necesitan, trasmitiendo esperanza y tranquilidad.
Juan Carlos Murias, directivo en una empresa suministradora de productos hospitalarios · Barcelona
Esta situación perversa no solo afecta personalmente, sino que ha alterado la vida de mucha gente. Los practicantes del budismo tenemos la fortuna de poder reconocer los estados de vida bajos y así manifestar compasión. Además, con el estrés, mi daimoku se ha incrementado y esto me permite encarar la situación con un estado vital alto y alentar a los demás en medio de este enorme desafío mundial. La fe es un privilegio.
Mariela Guzmán, voluntaria de Cruz Roja · Lanzarote
Tras el anuncio de un ERTE en mi empresa y mucho daimoku, decidí que debía utilizar mi tiempo en ayudar. Fue así que comencé como voluntaria en Cruz Roja. Desde que empezó el confinamiento, estoy alentando por teléfono a personas aisladas en sus casas, atendiendo con la máxima dignidad y respeto a familias vulnerables y registrando peticiones de ayuda de alimentos. Nunca sentí tanta gratitud frente al Gohonzon por poder ser una chispita de luz entre tanta oscuridad: esa es mi misión.
Lorenzo Vuoturni, empresario y voluntario · Barcelona
En febrero estuve en Italia y vi con mis propios ojos la situación. Al volver a Barcelona, decidí cerrar los restaurantes que gestiono incluso antes de que lo ordenara el Gobierno, pero me sentía en deber de hacer más. Basándome en el daimoku, junto con tres empleados comencé a repartir comida en hospitales y asociaciones que atienden a personas vulnerables. Fuimos los primeros, y desde ese momento muchísimos proveedores, restaurantes, voluntarios se unieron, hasta ser hoy una red de más de cien personas.
Juan Carlos Núñez, policía local · Tenerife
El juramento de reverencia del bodisatva Jamás Despreciar es reconocer que el «yo» y el «otro» no son dos términos diferentes. Como miembro del cuerpo de la Policía Local de Tenerife mi labor es ayudar a las personas a las que le cuesta cumplir el confinamiento y explicarles de la manera más pedagógica, firme y compasiva que quedarse en casa es una tarea que deben realizar por su propio bien y por el bien de todos a fin de evitar el riesgo de contagio.
Ángeles Pasamontes, asesora laboral · Barcelona
A raíz de la COVID-19, muchas empresas se han visto obligadas a hacer un ERTE. Son días muy duros, en la asesoría el trabajo nos desborda y volvemos a casa tarde para agilizar al máximo el proceso. Sin embargo, nunca he retrocedido, aun siendo persona de riesgo. Enfoco mi daimoku en todas esas personas, para que puedan cobrar lo antes posible; no pierdo el contacto con mi grupo de diálogo y leo palabras de aliento de Sensei cada mañana. Así, extraigo la tranquilidad para seguir adelante.
Yuri César Lévano, mantenimiento de zonas urbanas · Madrid
En estos días difíciles, como consecuencia de un ERTE, mi horario laboral se ha reducido y me he propuesto acercarme a compañeros de trabajo y miembros de mi familia para ir más allá de un simple saludo y poder darles confianza, alentándolos con lo que Daisaku Ikeda nos explica en La nueva revolución humana: que basados en un daimoku firme y riguroso podemos transformar el veneno en medicina. De este modo, confío en ayudarlos a superar los obstáculos actuales.
Jiorvi Valdez, mantenimiento de ascensores y escaleras mecánicas · Bilbao
Al principio salía a trabajar con miedo, pero decidí expandirme más que la pandemia y ponerme en pie para poder alentar a mis compañeros de trabajo y a los miembros del Departamento de Hombres. Y he salido fortalecido: me comunico más y mejor con todos y además me estoy preparando para el Examen de Grado 2. Tengo los escritos de Nichiren Daishonin, tengo mi daimoku diario, y ahora me siento protegido y firme.
Abraham Silgado, transportista · Sevilla
Soy transportista y conduzco un tráiler entre Sevilla y Madrid llevando alimentos a grandes superficies. Siento que soy el eslabón de una cadena especialmente necesaria en estos días, aunque hay otros muy importantes. Desde el camión, donde paso muchas horas solo, se ve todo como un mal sueño. Gracias a mi daimoku diario no he perdido el ánimo ni la fuerza. Ahora más que nunca, gracias a mi práctica budista, me siento más unido a los demás y vivo más el presente.
Tania Bizarro, carnicera · Sant Antoni de Portmany
Los primeros días no fueron fáciles: el supermercado donde trabajo tardó bastante en tomar medidas de seguridad, y muchísimas personas se lanzaron a comprar compulsivamente. Atender con calma y sonriendo a clientes en estado de ansiedad fue una verdadera prueba, pero nunca me dejé vencer. Reforcé el daimoku de la mañana e hice del estudio mi base, recordando estas palabras de Nichiren: «Cuanto más grandes sean las dificultades […], mayor será su deleite, gracias a la fuerza de su fe».
Mireia Muñoz, pescadera · Cornellà
En el mercado municipal donde trabajo al principio no se tomaron medidas de seguridad, y la salud de algunos compañeros se resintió. Ante tal desprotección, recordé un pasaje de La nueva revolución humana en el que Sensei alienta a un responsable a tomar rápidamente acción cuando hay una catástrofe. Me propuse no caer en la queja: logré tener un diálogo sincero con el alcalde y, para mi sorpresa, al día siguiente anunciaron las medidas que necesitábamos. Estoy muy agradecida a Sensei. |