Muchos Tesoros (2/3)


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Es la Torre de los Tesoros adornada con las siete clases de tesoros –escuchar la enseñanza correcta, creer en ella, observar los preceptos, meditar, practicar asiduamente, renunciar a los apegos y reflexionar sobre uno mismo⁠–. Usted [Abutsu-bo][4] podrá pensar que ha entregado obsequios a la Torre de Muchos Tesoros El Que Así Llega, pero no es así: en realidad, ha hecho estas ofrendas a su propia vida. Usted, Abutsu-bo, es El Que Así Llega, originariamente iluminado y dotado de los tres cuerpos.[5] Debe entonar Nam-myoho-renge-kyo con esta convicción; entonces, donde usted entone el daimoku será el sitio de emplazamiento de la Torre de los Tesoros. El sutra dice [en el undécimo capítulo «El surgimiento de la Torre de los Tesoros»]: «Si existe algún lugar donde se predique el Sutra del loto, allí, en ese mismo sitio, irrumpirá y se manifestará mi Torre de los Tesoros»[6].[7]

LA ADMIRABLE FE DE ABUTSU-BO Y DE LA MONJA LAICA SENNICHI

El Daishonin envió la carta titulada Sobre la Torre de los Tesoros a su discípulo Abutsu-bo, un seguidor laico de la isla de Sado. Allí revela que la vida de Abutsu-bo es una «torre de tesoros» de suprema nobleza.

El presidente fundador de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, había subrayado este pasaje con trazos rojos en su ejemplar personal de los escritos del Daishonin para indicar la importancia que le otorgaba.

En otra carta, que el Daishonin dirigió tiempo después a la esposa de este discípulo, la monja laica Sennichi, elogia sinceramente al matrimonio por el decidido apoyo que ambos le habían dado durante su exilio en Sado:

Cualquiera haya sido el designio de las deidades celestiales con respecto al asunto, lo cierto es que mi choza era vigilada estrictamente, día y noche, por cada administrador y creyente del Nembutsu que se preciara de tal para impedir que alguien se comunicara conmigo. Jamás, en ninguna de mis existencias, olvidaré que en horas como estas, usted, trayendo a su lado a Abutsu-bo cargado de provisiones a las espaldas, se aventuró una y otra vez al amparo de la noche para prestarme su ayuda. ¡Fue como si, de pronto, hubiera renacido en la provincia de Sado mi madre fallecida![8]

Los dos habían perseverado admirablemente en su práctica budista a pesar de una sucesión de graves dificultades que se abatieron sobre ellos, como la expulsión de su sitio de residencia, gravámenes y multas, y la expropiación de su vivienda.

La dedicación inquebrantable de Abutsu-bo y de Sennichi a proteger al Daishonin y a aprender de él me recuerda a nuestros miembros pioneros que, de la misma manera, han sido fieles a su fe en el transcurso de numerosas adversidades desde los primeros días de nuestro movimiento.

LA LUZ DE LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR ADORNA NUESTRA VIDA

En el pasaje de Sobre la Torre de los Tesoros, que estamos estudiando, el Daishonin comienza diciendo: «Es la Torre de los Tesoros adornada con las siete clases de tesoros –escuchar la enseñanza correcta, creer en ella, observar los preceptos, meditar, practicar asiduamente, renunciar a los apegos y reflexionar sobre uno mismo–».

¿Qué es, exactamente, esta Torre?

Mientras Shakyamuni predica el Sutra del loto, en la parte correspondiente al capítulo «El surgimiento de la Torre de los Tesoros» (11.°), de pronto surge una torre de la tierra y se erige suspendida en el aire. Es una construcción monumental, adornada de siete clases de materiales preciosos, como oro, plata o lapislázuli. En el interior de la torre se encuentra el buda Muchos Tesoros, quien asevera que todo lo que ha afirmado el buda Shakyamuni es la pura verdad.

El pasaje inmediatamente anterior a la parte que ahora estamos estudiando revela que la Torre de los Tesoros es la vida de cada persona que practica el Sutra del loto en el Último Día de la Ley. Esto se aprecia en las palabras del Daishonin: «Por tal razón, Abutsu-bo es la Torre de los Tesoros, y la Torre de los Tesoros es Abutsu-bo».[9]

La Torre de los Tesoros no es otra cosa que nuestra vida, y los siete materiales preciosos mencionados en el sutra, como el oro, la plata y el lapislázuli, simbolizan nuestro propio brillo esencial. Estas «siete clases de tesoros» representan los siete elementos indispensables de la práctica budista –escuchar la enseñanza correcta, creer en ella, observar los preceptos, meditar, practicar asiduamente, renunciar a los apegos y reflexionar sobre uno mismo–.

Desde la perspectiva del budismo Nichiren, corresponden a: escuchar la enseñanza de la Ley Mística; creer en ella; observar el precepto de la Ley Mística (creer en el Sutra del loto [Gohonzon] y mantenerlo[10]); enfocar la mente en la Ley Mística [hacer daimoku al Gohonzon]; esforzarnos con diligencia en la fe y la práctica; tomar distancia del propio egocentrismo poniendo la fe en primer lugar; asumir una rigurosa observación de la propia vida mientras se busca la autosuperación constante.

Hoy, estos siete elementos indispensables de la práctica budista sirven de guía para nuestra revolución humana –o transformación interior– y están todas implícitas en nuestras actividades diarias de la Soka Gakkai.

LOS GRUPOS MUCHOS TESOROS DE JAPÓN Y DEL MUNDO

En especial, nadie merece tanto reconocimiento como nuestros compañeros del grupo Muchos Tesoros que han perseverado en la fe y en la práctica durante muchas décadas. Su vida irradia el brillo de sus beneficios y de sus experiencias.

El primer grupo Muchos Tesoros se creó en noviembre de 1988, en la región de Kyushu (la más meridional de las cuatro islas principales del Japón) imbuida de espíritu precursor. Después, se formaron grupos semejantes en Tokio y en Kansai, y luego, a nivel nacional en Japón.

Algo que me ha dado una gran alegría y tranquilidad con los años es saber que estos miembros son modelo para las jóvenes generaciones.

Hoy, en todos los países del mundo se han establecido magníficos grupos Muchos Tesoros, cuyos miembros rebosan de energía y de vitalidad.

FUENTES DE ABUNDANTE SABIDURÍA Y EXPERIENCIA

Mi sincero deseo es que los integrantes del grupo Muchos Tesoros sigan actuando con espíritu activo y vivan los años dorados de su vida de manera triunfal, sin nada que reprocharse o lamentar. Al mismo tiempo, considero que cada uno tiene la misión de mostrar que una sociedad con una creciente población de edad avanzada está imbuida de felicidad, y que una comunidad que atesora a las personas maduras es una sociedad plena.

La investigadora norteamericana Hazel Henderson, dedicada al estudio de tendencias futuras, ha dicho en el libro que publicamos juntos:

Desde otro punto de vista, el envejecimiento de la sociedad y la estabilización demográfica significan una progresiva maduración social. Interpretar esto como lentificación del crecimiento demográfico […] es algo terrible para una sociedad. Y no estoy de acuerdo. Una sociedad que amplía su población de edad avanzada porque extiende su esperanza de vida es un colectivo maduro y amplio, que puede ofrecer liderazgo al mundo en muchos aspectos.[11]

La doctora Henderson ve una sociedad en envejecimiento como una oportunidad de crear una sociedad más madura y tolerante. También ha expresado sus elevadas expectativas en la Soka Gakkai, y ha dicho que nuestra organización es un inspirador modelo para la creación de una sociedad así.

La pregunta es cómo emplear del mejor modo la abundante sabiduría y el caudal de experiencias de nuestros preciados miembros pioneros, que han superado una y otra vez los desafíos de épocas turbulentas.

RESPETAR A LOS MAYORES ES LA CLAVE DE UNA SOCIEDAD FLORECIENTE

Shakyamuni enseñó que los que valoran a los mayores prolongan su vida y su belleza, su fuerza y felicidad.

Asimismo, el Daishonin recalca la importancia de respetar a los ancianos mediante una reflexión sobre la historia china:

El rey Wen de la dinastía Chou venció en combate, porque se ocupó de atender las necesidades de los ancianos. Durante los ochocientos años siguientes en que el trono estuvo en manos de sus treinta y siete sucesores, hubo algún esporádico error de gobierno, pero, en general, la dinastía Chou prosperó gracias a esa virtud fundamental.[12]

Esta perspectiva es mucho más significativa en el contexto de la sociedad actual en envejecimiento. De hecho, nuestros miembros mayores, que han integrado sólidamente los principios del budismo Nichiren en su forma de vivir, guían a la humanidad, como faros brillantes, hacia una nueva filosofía.

LOS «TESOROS DEL CORAZÓN» SON INDESTRUCTIBLES

Desde luego, somos personas de carne y hueso, y nuestro cuerpo está sujeto al declive físico como le ocurre a cualquier ser humano. Algunos de nuestros compañeros mayores están luchando contra la enfermedad; otros han enviudado, o viven solos sin apoyo de terceros.

Cuando el Daishonin se acercaba a los sesenta años, se refirió a las aflicciones inevitables del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. «Ya he pasado por el nacimiento, y desde ese entonces han transcurrido sesenta años. Sin duda, también he conocido la vejez. Lo que resta para mí son los dos términos “enfermedad” y “muerte”».[13]

En la sociedad de hoy, a medida que se incrementa el promedio de vida, vemos que cobran relevancia diversas demandas referidas a la vejez, la enfermedad y la muerte. Pero, cualesquiera que sean las circunstancias, los «tesoros del corazón»[14] que hemos adquirido a través de relacionarnos con la Ley Mística y el mundo del kosen-rufu no desaparecen con los diversos cambios. Son indestructibles.

En cambio, los «tesoros de los cofres» (riqueza material) y los «tesoros del cuerpo» (salud física, aptitudes y talentos, posición social) son beneficios limitados a esta existencia.[15] Los «tesoros del corazón» subsisten a las tres existencias del pasado, presente y futuro, y adornan nuestra vida eternamente.

Quienes practican la Ley Mística tienen la certeza de ser protegidos. Nuestros miembros –que asumen la misión de disminuir la retribución kármica[16] y de transformar el destino de sus familias– están convirtiendo el veneno en medicina y adquiriendo una buena fortuna que se transmitirá a sus descendientes a lo largo de las generaciones.

En el capítulo final de nuestra vida, nuestra riqueza medida en «tesoros del corazón» es una prueba inamovible de nuestra buena fortuna; es señal de que hemos establecido un estado de auténtica felicidad absoluta.

CONVICCIÓN EN LA NOBLEZA DE NUESTRA VIDA

El Daishonin le dice a Abutsu-bo: «Usted podrá pensar que ha entregado obsequios a la Torre de Muchos Tesoros El Que Así Llega, pero no es así: en realidad, ha hecho estas ofrendas a su propia vida». Esto se debe a que nuestra vida, en sí misma, es una torre de tesoros de suprema nobleza.

A continuación, el Daishonin destaca cuán noble es la vida de cada persona revelando que cada uno de nosotros es «El Que Así Llega, originariamente iluminado y dotado de los tres cuerpos». En otras palabras, somos fundamentalmente budas iluminados, dotados del cuerpo del Dharma, el cuerpo de la recompensa y el cuerpo manifiesto.[17]

De esta manera, el Daishonin recalca la importancia de que cada uno entone Nam-myoho-renge-kyo con la profunda convicción de ser la Torre de los Tesoros y de ser un buda.

DONDEQUIERA QUE ESTEMOS, ES «EL SITIO DE EMPLAZAMIENTO DE LA TORRE DE LOS TESOROS»

«Donde usted entone el daimoku [de Nam-myoho-renge-kyo] será el sitio de emplazamiento de la Torre de los Tesoros», escribe el Daishonin. La Torre de los Tesoros no existe en un lugar distante ni separado de nosotros. Por otro lado, el lugar donde estamos en este momento es la tierra donde se encuentra la Torre de los Tesoros, como indica el Daishonin cuando afirma: «Pero no es que deba marcharse del lugar donde está e irse a otro sitio».[18]

Lo importante es que sigamos actuando con el fin de «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra», como ideal que nos legó el Daishonin. Sigamos procurando transformar positivamente nuestro medio ambiente –con el espíritu de «purificar la tierra tres veces» que describe el Sutra del loto[19]– con la firme convicción de que el lugar donde estamos en este momento es la Tierra de la Luz Tranquila.[20]

(Continuar leyendo la parte 3/3).


[4]Abutsu-bo: Seguidor laico que vivió en la provincia de Sado, una isla situada en el mar del Japón. Cuando el Daishonin fue desterrado a este lugar a fines de 1271, Abutsu-bo: se convirtió a sus enseñanzas junto con su esposa, Sennichi. La pareja ayudó al Daishonin durante su exilio, haciéndole llegar alimentos y otros artículos necesarios durante más de dos años, hasta que fue indultado y volvió de la isla en 1274.

[5]Tres cuerpos: Tres clases de cuerpo que puede poseer un buda. El cuerpo del Dharma, el cuerpo de la recompensa y el cuerpo manifiesto. El cuerpo del Dharma es la verdad o Ley fundamental con respecto a la cual está iluminado un buda. El cuerpo de la recompensa es la sabiduría necesaria para percibir la Ley, y se llama así porque la sabiduría de buda se considera la recompensa derivada de un esfuerzo y de una disciplina incesantes. Y el cuerpo manifiesto es la conducta compasiva que llevan a cabo los budas para guiar a las personas a la felicidad.
[6]Véase SL, cap. 11, pág. 170.

[7]END, págs. 317-318.

[8]END, pág. 977.

[9]END, pág. 317.

[10]Véase OTT, pág. 37.

[11]Henderson, Hazel e Ikeda, Daisaku: Planetary Citizenship: Your Values, Beliefs, and Actions Can Shape a Sustainable World, Santa Mónica: Middleway Press, 2004, pág. 159.

[12]END, pág. 959.

[13]WND-2, pág. 683.

[14]END, pág. 892.

[15]Véase ib.

[16]Disminución de la retribución kármica: Como un beneficio derivado de proteger la enseñanza budista correcta, podemos experimentar una retribución kármica relativamente atenuada, pudiendo así expiar en el transcurso de una vida un karma muy pesado cuyos efectos, normalmente, no sólo afectarían esta, sino muchas futuras existencias.

[17]Véase la nota 5.

[18]OTT, pág. 192.

[19]Véase SL, cap. 11, págs. 172-180.

[20]Tierra de la Luz Tranquila: Tierra de Buda, donde no hay impurezas ni rige la transitoriedad. En muchos sutras, el mundo saha donde habitan los seres humanos se describe como una tierra impura, colmada de sufrimientos y de ilusiones, mientras que la tierra de Buda se describe como un lugar puro, donde no hay padecimientos ni ignorancia, separado del mundo saha real. El Sutra del loto revela que el mundo saha es la tierra de Buda o «Tierra de la Luz Tranquila», y explica que la naturaleza de una tierra o lugar físico está determinada por el corazón de sus habitantes.

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