Perseverar en el noble camino de maestro y discípulo como valientes leones


A continuación se transcriben fragmentos del discurso que pronunció Daisaku Ikeda en el Centro en Memoria de Tsunesaburo Makiguchi, en Hachioji, Tokio, el 9 de julio de 1997. El extracto se retransmitió por vídeo en la reunión de la sede central para responsables realizada el 12 de noviembre de 2022.

Nichiren Daishonin escribe:

Todos los lugares, salvo la Capital de la Luz Tranquila, son mundos de sufrimiento. Si uno abandona el refugio de la iluminación inherente, ¿dónde cree que encontrará alegría? Oro para que abrace la Ley Mística, que asegura que los seres humanos «disfrutarán de paz y de seguridad en esta existencia y de buenas circunstancias en existencias futuras».[1] Esa es la única gloria que necesita buscar en esta vida, y es la acción que lo llevará hasta la budeidad en su próxima existencia. Entone Nam-myoho-renge-kyo con actitud pura y sincera, y aliente a otras personas a hacer lo mismo; este será el único recuerdo que le quedará de su existencia en este mundo humano».[2]

La verdadera alegría se encuentra en trabajar por el kosen-rufu, en actuar por la felicidad propia y ajena.

Nichiren Daishonin afirma que el Sutra del loto es una gran enseñanza sobre la juventud perpetua y la vida eterna.[3] El envejecimiento y la muerte dejan de ser una causa de infelicidad. Mientras mantengamos viva la llama de la fe, siempre arderá en nosotros el fuego de la fuerza vital. La fe es el motor que nos permite vivir con gran convicción, trascendiendo los sufrimientos del nacimiento y la muerte, con el corazón henchido de esperanza hasta el final.

La Soka Gakkai ofrece un modelo para el mundo de hoy, donde las personas son cada vez más longevas. No hay una senda más espléndida en la vida [que el camino de la Soka].

Daisaku Ikeda, pronunciando el discurso (julio de 1997) | Foto: Seikyo Shimbun

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¿Cómo podemos elevar nuestro estado de vida? Expandiendo nuestras relaciones humanas. Espero que ustedes, como responsables [de la Soka Gakkai], entablen fuertes vínculos con los demás. Los auténticos líderes tienen una conexión sólida con los miembros y con quienes los rodean.

Los lazos humanos y las interacciones personales son fundamentales. Es importante que nos vinculemos y relacionemos con muchas personas, tanto dentro como fuera de la organización. Esto eleva y enriquece nuestra vida.

Poco antes de su muerte, el escritor ruso León Tolstói (1828-1910) llamó a su amada hija menor, Alexandra, y le dictó algunas notas. Algo importante que expresó en esa oportunidad es que cuanto más nos unimos o conectamos con otros, más existimos de verdad.[4] Tolstói quería que estas palabras quedaran registradas para la posteridad.

En la Soka Gakkai, hacemos esto al entablar diálogos, transmitir las enseñanzas del Daishonin a los demás y promover el kosen-rufu.

El escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) dijo una vez:

Es una gran tontería pretender que los demás armonicen con nosotros. […] Pues en el conflicto con naturalezas opuestas es cuando un hombre encuentra sus fuerzas para abrirse paso; así se manifiestan y desarrollan todas nuestras distintas facetas y, pronto, nos sentimos capaces de medirnos con cualquier adversario.[5]

Quienes se esfuerzan en dialogar con la mayor cantidad posible de personas viven vidas victoriosas. Nuestro triunfo está determinado por la energía con que nos dedicamos a cuidar y apoyar a los demás. Cuanto más establezcamos vínculos sólidos con personas diferentes y más las inspiremos a trabajar por el kosen-rufu, más grande será nuestra victoria.

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Desde los tiempos de nuestro presidente fundador, Tsunesaburo Makiguchi, el propósito de la Soka Gakkai ha sido siempre el kosen-rufu.

¿Cuándo fue la primera vez que el maestro Makiguchi usó en público la palabra «kosen-rufu»? ¿Cuándo proclamó que la Soka Gakkai era una organización dedicada al logro del kosen-rufu? No lo hizo cuando las cosas marchaban bien, sino cuando nuestro movimiento estaba siendo perseguido.

En mayo de 1942 se llevó a cabo la cuarta reunión general de la Soka Gakkai, casi medio año después de que Japón iniciara la guerra del Pacífico [con el ataque a Pearl Harbor en diciembre de 1941].

Inicialmente, Japón logró una serie de victorias militares, pero estas no se mantendrían mucho tiempo. Pronto llegó a un callejón sin salida. Entonces, la tendencia empezó a revertirse con una sucesión de derrotas. Sin embargo, los medios oficiales de comunicación ocultaban estos hechos a la ciudadanía. La gente, embriagada por un triunfalismo ilusorio que se extendió por todo el país, celebraba la supremacía militar y la misión divina de Japón, ajena a lo que realmente ocurría.

Sin embargo, Makiguchi Sensei captó la verdad ya en aquel momento y anticipó que Japón acabaría derrotado y en ruinas. Su fe y su carácter le daban lucidez, sagacidad; por eso era capaz de ver la realidad de las cosas como si las tuviera frente a un nítido espejo. En términos budistas, diríamos que percibía con «ojos de la Ley» y con «ojos del Buda».

Tsunesaburo Makiguchi, en una reunión de diálogo celebrada en Tokio (1942) | Foto: Seikyo Shimbun

En aquella reunión general, observó: «Debemos guiar el país en dirección al gran bien. Esto es como aterrizar en el rostro del enemigo».  En otras palabras, decía que relacionarse con personas corruptas y de mente cerrada, para mostrarles el camino hacia el bien, equivaldría a un audaz aterrizaje en costas hostiles.[6]

Y declaró: «Creo que, si trabajamos por la felicidad de nuestras familias y por el bienestar social, podemos contribuir en parte al logro del kosen-rufu».[7] Esa fue la primera vez que habló del kosen-rufu en público. Fue una declaración de que dedicaría su vida a esa causa, sin descansar hasta lograrla.

Y Makiguchi Sensei luchó infatigablemente por el kosen-rufu, propagando la Ley Mística. En medio de la persecución de las autoridades, y siendo ya un hombre de edad avanzada, llevó a cabo más de 240 reuniones de diálogo (entre mayo de 1941 y junio de 1943, año en que cumplió 72 años). Asimismo, viajó solo a varias regiones y transmitió personalmente el budismo Nichiren a unas quinientas personas (desde 1930, año de la fundación la Soka Gakkai, hasta julio de 1943, cuando fue encarcelado).

Ponerse a trabajar en las horas más difíciles y en los lugares más desfavorables es la forma de lograr grandes cosas y escribir nuevas páginas en la historia. Grabemos en nuestro corazón, profundamente, este espíritu de la Soka Gakkai.

Ponerse a trabajar en las horas más difíciles y en los lugares más desfavorables es la forma de lograr grandes cosas y escribir nuevas páginas en la historia. Grabemos en nuestro corazón, profundamente, este espíritu de la Soka Gakkai.

El presidente Toda, también, se puso de pie en el momento más duro, en el Japón de posguerra, con una firme decisión: «Este es el momento del kosen-rufu». Cuando estamos frente a una situación difícil, ese es el preciso instante en que debemos armarnos de valor.

Nichiren Daishonin escribe: «Cuando un mal gobernante, en connivencia con sacerdotes que practican enseñanzas erróneas, intenta destruir la enseñanza correcta y eliminar a un hombre sabio, los que posean el corazón de un león rey sin falta manifestarán la budeidad».[8] Los cobardes no lograrán la budeidad, nos dice. Solo podrán hacerlo quienes luchen con el coraje de un rey león.

Cuanto mayor es el desafío, con más valentía debemos abordarlo; esta es la esencia del espíritu de la Soka Gakkai. El camino hacia el avance se despeja cuando acudimos personalmente a los lugares más difíciles.

Pero ¿qué estaban haciendo los sacerdotes [de la Nichiren Shoshu] mientras Makiguchi Sensei promovía el kosen-rufu? Lo mismo que hacen hoy: socavar el kosen-rufu.[9]

Durante la guerra, el clero prohibió la publicación de los escritos de Nichiren Daishonin y borró catorce pasajes claves de ellos, entre los cuales el que dice: «Yo, Nichiren, soy el venerable más prominente de todo Jambudvipa [el mundo]».[10]

El clero incluso entronizó en el templo principal Taiseki-ji el talismán sintoísta y presionó al maestro Makiguchi a aceptar también el talismán. ¡Qué flagrante acción contra la Ley! Cuando Makiguchi Sensei se opuso, el clero se alió en secreto con los perseguidores de la Soka Gakkai.

¿Y cómo respondieron los demás discípulos del señor Makiguchi? Se alarmaron al ver la firmeza con que estaba avanzando su maestro. No eran leones; eran ratones o gatos.

Mientras Makiguchi Sensei hacia un llamamiento a lograr el kosen-rufu y a confrontar a las autoridades nacionales, sus discípulos se encogían de miedo, opinando que en ese momento resultaría demasiado peligroso, que era prematuro, que podrían terminar arrestados por la policía militar…

Solo el señor Toda se mantuvo imperturbable, identificándose con orgullo como discípulo de Makiguchi y decidido a apoyarlo pasara lo que pasara. Con ello nos ofreció un solemne ejemplo del espíritu de maestro y discípulo.

Tiempo después, Toda Sensei expresó su agradecimiento a su maestro con estas palabras: «Usted, con su inmenso amor compasivo, me permitió que lo acompañara incluso a la cárcel».[11] De hecho, cuando fue encarcelado, lejos de quejarse, respondió con profunda gratitud. Para él, era un honor compartir las persecuciones con su mentor. Esa es la verdadera postura de un discípulo.

Al recuperar la libertad, el señor Toda se puso de pie solo y volvió a izar el estandarte del kosen-rufu que su maestro había enarbolado. Y, porque el espíritu de ambos era exactamente el mismo, pudo sobreponerse a la trágica muerte de Makiguchi Sensei e iniciar una poderosa corriente hacia el kosen-rufu.

Los miembros de la Soka Gakkai jamás debemos olvidar este camino de inseparabilidad de maestro y discípulo.

Debemos descubrir, forjar y reunir nuevos valores. Las personas que triunfan en esta labor son, ellas mismas, grandes valores. Me gustaría que la Soka Gakkai redoble su esfuerzo en este ámbito, una «revolución en la forja de valores humanos» en el siglo XXI.

En nuestro movimiento por el kosen-rufu, cuando los responsables avanzan, todos avanzan. Cuando los responsables crecen, todos crecen. Pero, si los responsables se limitan a hablar y no actúan, no habrá victoria.

Cuando un responsable se determina, diciéndose a sí mismo «¡Me desafiaré en impulsar mi revolución humana! ¡Voy a desarrollarme!», y toma la iniciativa personalmente, se genera la fuerza impulsora de un triunfo incesante. Esta es la única fórmula para ser siempre victoriosos.

Nichiren Daishonin afirma: «La Ley no se propaga por sí sola; como las personas la propagan, ambas son dignas de respeto».[12]

En nuestro movimiento por el kosen-rufu, todo depende de los valores humanos. Debemos descubrir, forjar y reunir nuevos valores. Las personas que triunfan en esta labor son, ellas mismas, grandes valores. Me gustaría que la Soka Gakkai redoble su esfuerzo en este ámbito, una «revolución en la forja de valores humanos» en el siglo XXI.

Con esta reflexión, doy por concluidas mis palabras de hoy. Gracias por haberme escuchado con tanta paciencia.

(Traducción del artículo publicado el 22 de noviembre de 2022 en el Seikyo Shimbun).


[1] ↑ SL, cap. 5, pág. 98.

[2]Preguntas y respuestas referidas a abrazar el «Sutra del loto», en END, págs. 67-68.

[3]Véase Respuesta a Kyo’o, en END, pág. 434.

[4]TOLSTOY, Alexandra: Tolstoy: A Life of My Father (Tolstói: La vida de mi padre), trad. ingl. Elizabeth Reynolds Hapgood, Nueva York: Publicaciones Harper and Row, 1953, pág. 520.

[5]ECKERMANN, Johann Peter: Conversations of Goethe with Johann Peter Eckermann (Conversaciones entre Goethe y Eckermann), trad. por John Oxenford y edit. por J. K. Moorhead, Nueva York: Da Capo Press, 1998, pág. 59.

[6]MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), Tokio: Daisanbunmei-sha, 1987, vol. 10, pág. 147.

[7]Ib., pág. 148.

[8]Carta desde Sado, en END, pág. 320.

[9]N. de E.: En relación con la temática, léase «El repudio a los errores del clero de la Nichiren Shoshu bajo la prelatura de Nikken», material disponible en línea en sokaglobal.org/es/

[10]Un venerable percibe las tres existencias de la vida, en END, pág. 673.

[11]TODA, Josei: Makiguchi Sensei San-kaiki ni (Sobre la tercera ceremonia en memoria del presidente Makiguchi), en Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1983, pág. 386.

[12]Hyaku Rokka Sho (Las ciento seis comparaciones). Véase GZ (nueva ed.), pág. 2200.

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