Registrar el brillo del potencial humano


En los momentos de mayor oscuridad


Entrevistamos a Pablo Sánchez, miembro de la oficina de prensa de la Unidad Militar de Emergencias, quien, armado con su cámara, da testimonio de los enormes desafíos que enfrentan las personas afectadas por sucesos naturales que escapan a su control.

Tu trabajo como operador de cámara de la Unidad Militar de Emergencias (UME)[1] implica documentar catástrofes y desastres naturales, muchas veces incluso en busca de personas desaparecidas, y te pone en contacto con gente que lo está pasando realmente mal. ¿Cómo llegaste a ejercer esta profesión?

Desde que ingresé en el año 1989 en las Fuerzas Armadas, esta ha sido siempre mi profesión: operador de cámara, montador e incluso locutor de piezas si era necesario. En fin, siempre ligado al mundo audiovisual.

Cuando en 2007 se creó la UME, contactaron conmigo para ver si quería formar parte del proyecto, y desde el primer momento me pareció un enorme y hermoso desafío, precisamente por la naturaleza del trabajo de esta Unidad.

¿Cómo dirías que contribuye al desempeño de una tarea profesional tan exigente tu práctica del budismo Nichiren en la Soka Gakkai?

Para mí, el budismo que practicamos es una filosofía humanista que apuesta de verdad por el ser humano y su infinito potencial. Esto, de alguna manera, se refleja en nuestro trabajo, tanto mío como de mis compañeros. Se trata de ayudar y alentar a personas que pasan por momentos muy complicados, gente humilde que ha perdido su casa o sus pertenencias, por las que han trabajado y luchado duro toda la vida. Poder estar ahí con ellos en esos momentos es lo que realmente da sentido a nuestro trabajo, así como intentar, en situaciones muy difíciles, hacer la vida un poco mejor a ciudadanos que en ese momento realmente necesitan aliento para levantarse y continuar adelante. El aliento a los demás siempre es importante, pero en situaciones extremas se convierte en un enorme desafío.

Se trata de ayudar y alentar a personas que pasan por momentos muy complicados […]. Poder estar ahí con ellos […] es lo que realmente da sentido a nuestro trabajo.

En contraste con las voces pesimistas que aseguran que «todo pinta muy mal», tus vivencias hablan de la magnitud del potencial humano, y de cómo este se manifiesta aun en gente anónima en momentos de estrés muy agudo. ¿Podrías contarnos algún ejemplo de esta capacidad de superación ante la adversidad?

Es cierto que muchas veces nos llegan inputs de que todo va mal, que el mundo no tiene remedio y que todo está perdido, pero yo creo que no es cierto. Y lo afirmo porque lo he visto con mis propios ojos. En el mundo hay seres humanos maravillosos, auténticos bodisatvas que en los momentos más complicados aparecen para dar todo lo que tienen para intentar mitigar el sufrimiento de aquellos que lo necesitan, abriendo sus casas, haciendo comidas de día o de noche para alimentar al que carece de ellas, donando ropas y, en fin, ofreciendo altruista y desinteresadamente no solo lo material sino también sus manos y su corazón. Cuando ves esto te dices a ti mismo: «merece la pena estar en la lucha».

Pablo, cámara en mano, realizando uno de sus más recientes trabajos, en un área con el acceso limitado a causa de las peligrosas condiciones que se dan en la cercanía del volcán de La Palma. A raíz de la erupción, la UME desplegó con urgencia efectivos procedentes de otros puntos del archipiélago y, como Pablo, de la península.

Preparando esta entrevista, nos has asegurado que eres una «prueba real»[2] de la eficacia transformadora del budismo Nichiren. ¿Podrías explicarnos, para terminar, a que te refieres exactamente con estas palabras?

Bueno, en un momento determinado de mi vida, tuve un despertar espiritual y empecé a sentir que las respuestas a mis preguntas no estaban fuera, sino dentro de mí. Así comencé una búsqueda que me llevó a descubrir el budismo Nichiren, aunque yo siempre digo que no fui yo quien lo descubrió, sino que fue este budismo el que me descubrió a mí. Atravesando una etapa un tanto oscura de mi vida, de repente me topé con esta práctica. Sin duda, era mi momento.

Al asistir a mi primera reunión de la SGEs, empecé a escuchar conceptos como «determinación», «coraje», «no darte por vencido jamás», cosas de las que de algún modo yo había adolecido en mi vida. Así que fue un amor a primera vista. Ya de mi primera reunión recuerdo un sentimiento como de encontrarme en casa y de conexión inmediata.

Algún tiempo después, me he casado y he formado una familia, y tanto mi mujer como yo hemos prosperado en el ámbito laboral. Además, estoy inmerso en la adopción legal de mi hijo, al que adoro. Todo esto lo atribuyo al ejercicio de mi práctica budista en la Soka Gakkai.


[1]La Unidad Militar de Emergencias es una fuerza conjunta, organizada con carácter permanente, que tiene como misión la intervención en cualquier lugar del territorio español para contribuir a la seguridad y bienestar de los ciudadanos en los supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas, junto con otras instituciones del Estado y las Administraciones Públicas.

[2]Nichiren Daishonin escribió que, a la hora de juzgar el mérito de las doctrinas budistas, «aun más valiosa que la razón y la prueba documental es la evidencia de los hechos reales» (Tres maestros del Tripitaka oran para que llueva, en END, pág. 628). Este enfoque ha dado lugar a la expresión «prueba real».

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