Una resiliencia comunitaria


Por la autoayuda, la ayuda mutua y la ayuda pública


En un mes que para el movimiento Soka vibra con la determinación de consolidar en la sociedad los valores necesarios para hacer posible la paz y la seguridad globales, presentamos la traducción de un artículo que el Seikyo Shimbun dedicó al cultivo de una capacidad muy necesaria a tal fin.

UNA COMPETENCIA INDISPENSABLE PARA LOS ODS

En la Agenda 2030 adoptada por las Naciones Unidas, que comprende 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas, observamos que las palabras «resiliencia» y «resiliente» se emplean de manera recurrente. Por ejemplo, «resiliencia» aparece en el Objetivo 1 (Fin de la pobreza); el Objetivo 11 (Ciudades y comunidades sostenibles); el Objetivo 13 (Acción por el clima); y el Objetivo 14 (Vida submarina). Por otro lado, «resiliente» se emplea en el Objetivo 2 (Hambre cero); el Objetivo 9 (Industria, innovación e infraestructura), y, nuevamente, en el Objetivo 11 (Ciudades y comunidades sostenibles).

Se dice que para lograr una sociedad sostenible es imprescindible la resiliencia, pero ¿qué significa resiliencia? Originalmente, en psicología, esta palabra hace referencia a la «flexibilidad» o la «fuerza restauradora». Ahora bien, en Japón, este término se empezó a conocer más tras el gran terremoto de Japón oriental –ocurrido el 11 de marzo de 2011–, y suele traducirse como «capacidad para superar las adversidades».

Si tenemos en cuenta esta traducción, se puede decir que la resiliencia requerida para concretar los ODS es la «capacidad de adaptarse a los cambios con la flexibilidad propia de un sauce» o la «capacidad de recuperarse de una crisis», más que una «fortaleza inflexible como la del acero».

Vivimos en una época en la que se producen cambios y crisis a escala mundial que, hasta hace poco, nadie habría podido imaginar, como pandemias de enfermedades infecciosas o desastres naturales sin precedentes. Una vez que ocurren tales acontecimientos, los primeros en verse afectados son quienes enfrentan dificultades económicas o quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad, como pueden ser las personas con discapacidad, los niños y las mujeres.

Por ejemplo, hace dos años, cuando estalló la pandemia de la COVID-19, se hicieron más evidentes las desigualdades que existen entre las condiciones laborales de las mujeres y las de los hombres. También se puso de manifiesto la relación entre la disparidad en la educación de los niños y niñas y la disparidad en la economía de los padres. Al mismo tiempo, se pudo ver que, cuando no hay un soporte comunitario o cuando una persona no puede enfrentarse sola a las consecuencias de una crisis, la salida de la misma se vuelve aún más difícil. Justamente por ello, para construir «un mundo sostenible y que no deje a nadie atrás», hace falta implementar medidas de resiliencia en el conjunto de la sociedad.

Ikeda Sensei dialogó sobre el tema de la resiliencia con el Dr. Kevin Clements (director del Instituto Toda por la Paz), quien es también un académico conocido mundialmente por haber sido secretario general de la Asociación Internacional de Investigación para la Paz.

En 2011, cuando ocurrió el gran terremoto de Japón oriental, Nueva Zelanda, país de origen del Dr. Clements, también fue golpeada por el terremoto de Christchurch. En el año 2013, el diálogo entre los dos, quienes vivenciaron el seísmo de sus respectivos países, comenzó a publicarse por entregas en la revista mensual Ushio y, en 2016, se publicó en forma de libro bajo el título Hacia un siglo de paz: Un diálogo sobre el papel de la sociedad civil en la consolidación de la paz [en Japón].

En ese diálogo se plantearon preguntas como: ¿cuál es el desafío de la humanidad en el siglo XXI? El Dr. Clements declaró que hace falta abandonar la «lógica del dominio» y crear un nuevo mundo basado en la «lógica de la compasión».

Encuentro entre Daisaku Ikeda y Kevin Clements, en julio de 1996, en Tokio | Foto: Seikyo

DEL DIÁLOGO CON KEVIN CLEMENTS, ESTUDIOSO DE LA PAZ: LA FUERZA VITAL Y LA VOLUNTAD DE LAS PERSONAS SON LA CLAVE

El Dr. Clements define la lógica del dominio como una «lógica que busca la seguridad y la felicidad propia a costa de las necesidades de los demás», y afirma que «es ahí dónde nacen la desigualdad, la guerra y la hambruna».

Por otro lado, establece que la lógica de la compasión consiste en «aspirar a construir juntos un mundo pacífico y sostenible en aras de la humanidad, basados en el respeto mutuo».

El diálogo entre Ikeda Sensei y el Dr. Clements, en sus trece capítulos, aborda diversos temas: la resolución de conflictos, el problema de las personas refugiadas, la reconstrucción posdesastre; y, a lo largo del libro, se hace referencia a la importancia de la resiliencia.

Al inicio del cuarto capítulo –que lleva el título «La transformación del corazón para construir una sociedad de convivencia»–, Ikeda Sensei comenta que un importante desafío del siglo XXI es el de «construir una sociedad donde las personas coexistan pacíficamente y respeten la dignidad propia y la de los demás». También señala la necesidad de «prevenir los conflictos y las guerras civiles, superando las diferencias de etnia y religión; es decir, […] centrarse en el ser humano».

El Dr. Clements explica que, aunque siempre existe la posibilidad de que surjan enfrentamientos y desavenencias, las personas desean vivir tranquilas. Y argumenta: «Aun si surgieran “disputas” como parte de los hechos posibles en la vida de una persona, lo importante es cómo hacemos para establecer en la sociedad y en el sistema político una “resiliencia” (capacidad de reponerse con fuerza y flexibilidad, aun enfrentando dificultades) capaz de resolver los problemas sin emplear la violencia».

Incluso si los países y territorios no enfrentan graves crisis en el presente, si no se cultiva en el corazón de las personas una transformación interna que anhele una vida basada en una cultura de paz, en lugar de una cultura de guerra, un mínimo roce podría dar pie a un enfrentamiento violento. […] Por esta razón, la SGI ha venido esforzándose en que cada persona, asumiendo su propia y singular misión, cree y expanda una cultura de paz.

Para potenciar la resiliencia en la comunidad local, es imprescindible reforzar las instalaciones para la prevención de desastres –como pueden ser los rompeolas o depósitos de agua–, así como afianzar las leyes y regulaciones. Sin embargo, Sensei afirma que «eso solo no es suficiente».

Él sostiene que «la clave está en el vínculo de corazón a corazón que establecemos con las personas que están sufriendo y en avanzar junto a ellas». A su vez, afirma que es indispensable «mantener una esperanza absoluta en el futuro y que no nos rindamos ante cualquier circunstancia, así como mantener un robusto optimismo y que cada uno asuma la tarea de inventar su destino». En otras palabras, piensa «que la esencia yace en la fuerza vital y la voluntad de las personas, que apuntalan la sociedad en la raíz, y que es invisible a los ojos».

Pero ¿quiénes nutren «el vínculo», «la esperanza» y «el optimismo»? Según Sensei:

Incluso si los países y territorios no enfrentan graves crisis en el presente, si no se cultiva en el corazón de las personas una transformación interna que anhele una vida basada en una cultura de paz, en lugar de una cultura de guerra, un mínimo roce podrá dar pie a un enfrentamiento violento. Más aún, podrá ocasionar un enfrentamiento militar que no se pueda frenar fácilmente. Por esta razón, la SGI ha venido esforzándose en que cada persona, asumiendo su propia y singular misión, cree y expanda una cultura de paz, a la vez que ha llevado a cabo proyectos de muy diversa índole para propiciar una transformación en el corazón de las personas.

¿QUÉ PODEMOS HACER? AMPLIAR LA RED DE RELACIONES

¿Estamos reforzando la resiliencia o la estamos debilitando? Adoptar una visión capaz de distinguir entre estos dos puntos es crucial a la hora de decidir qué tipo de medidas o acciones tomar en adelante, con miras al logro de los ODS.

Sobre todo, en lo que respecta a los desastres, se puede observar un movimiento que podría entenderse que «va de la prevención de desastres a la disminución de desastres; y, como consecuencia, hacia la construcción de la resiliencia».

Una vez, el profesor Haruo Hayashi del Instituto de Investigación para la Prevención de Desastres de la Universidad de Kioto expuso los siguientes tres puntos como aspectos que refuerzan la resiliencia en la comunidad y en las organizaciones ante los desastres.

En primer lugar, la «calificación de riesgo», que analiza –ante las distintas amenazas de terremotos, tsunamis o enfermedades infecciosas– cuál es el riesgo contra el cual se necesita mayor prevención en estos momentos. En segundo lugar, la «prevención de daños», que adopta medidas para prevenir los perjuicios en el supuesto de amenazas. Y, en tercer lugar, acordar «medidas ante los daños sufridos», cuando se manifiestan amenazas mayores a las previstas o cuando los daños de la amenaza prevista superan las expectativas.

Para que esto sea posible, hace falta que en la sociedad local se desarrollen cotidianamente valores como «el vínculo», «la esperanza» y «el optimismo», a los que se refiere Ikeda Sensei.

Cuando ocurrió el gran terremoto de Japón oriental hace once años, había miembros de la Soka Gakkai que, a pesar de ser ellos mismos víctimas del desastre, se esforzaban en socorrer y alentar a las personas de su entorno. Hoy, mientras continúa la labor de reconstrucción, estos miembros siguen tendiendo la mano a las personas damnificadas.

No hay duda de que las acciones que cada uno lleve a cabo, tanto en la lucha por la prevención de desastres y por la reconstrucción posdesastre, como para expandir la «red de relaciones» en el día a día, son las que contribuirán a fortalecer la resiliencia comunitaria por la autoayuda, la ayuda mutua y la ayuda pública.

(Traducción del artículo publicado el 28 de marzo de 2022 en el Seikyo Shimbun).

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