Un viaje a la empatía


Entrevista a Adaisy Brito, monitora de Cruz Roja, y Nieves González, profesora de instituto


El 23 de agosto de 2020, veinticuatro jóvenes zarparon desde la ciudad senegalesa de Saint Louis con destino a Canarias y el propósito de mejorar sus expectativas vitales y, de ese modo, las de sus familias. Al cabo de diez días, a causa del mal tiempo y de la limitación de los recursos para la navegación con los que contaban, se perdieron. Y cuando, muy poco después, la comida y el agua se les acabaron, su situación se volvió cada vez más dramática. Fue así hasta que, al cumplirse catorce días de la partida, y gracias a un cambio de rumbo que los salvó in extremis de perderse definitivamente en el océano, el 6 de septiembre llegaron a una orilla inesperada: la costa occidental de una de las más occidentales islas del archipiélago canario, La Palma, donde no es habitual que arriben embarcaciones como la suya. Las limitaciones a la capacidad de acogida derivadas de esto último determinaron que parte del grupo fuera trasladado a Tenerife y solo la mitad permanecieran en La Palma, sintiéndose casi dejados atrás. Pero entonces, en esta pequeña isla, vivieron algo que jamás habrían podido imaginar, cuando varios de ellos se convirtieron en protagonistas de una exitosa pieza teatral centrada en su experiencia compartida. Esto fue posible gracias, entre otras personas, a las dos entrevistadas en esta sección, que coincidentemente son miembros de la SGEs: Adaisy Brito, monitora en el CAI de Cruz Roja en Garafía, y Nieves González, profesora de Geografía e Historia en el IES Eusebio Barreto Lorenzo de Los Llanos de Aridane.


Tras el viaje de este grupo de jóvenes desde Senegal hasta La Palma, ¿cómo se gestó su «viaje» desde el centro de acogida hasta, nada menos, el escenario del principal teatro de la isla?

Adaisy Brito: En febrero de este año empecé a trabajar en Cruz Roja, en un centro de acogida de inmigrantes en una zona rural de La Palma. Al incorporarme al puesto tuve la suerte de coincidir con catorce jóvenes senegaleses y con una compañera, Tamara, que ama y cree en el poder de la cultura como elemento transformador, y que como yo trabaja impulsando este tipo de iniciativas.

Tamara había propuesto a un ayuntamiento de la isla, el de Los Llanos de Aridane, colaborar en la integración del grupo, y desde allí nos ofrecieron impartir clases de teatro a los chicos. Yo era la encargada de llevarlos desde Garafía, al otro extremo de la isla, y traducirles las clases cada martes.

Al principio no había mucho entusiasmo, pero en el trayecto de una hora y media hasta la sala de ensayos se fue creando poco a poco una atmósfera de debate sobre lo que estaban viviendo y sus vidas pasadas. El teatro se reveló así como una herramienta muy potente para poder hablar de un viaje sumamente duro.

El teatro se reveló así como una herramienta muy potente para poder hablar de un viaje sumamente duro. […] La obra se estrenó con un éxito rotundo.

Pensamos que catorce días a la deriva merecían ser contados, y el grupo decidió que una obra podía ser una forma eficaz de hacer consciente a la sociedad de la dureza de esta experiencia inhumana y de las razones que empujan a estas personas a arriesgar la vida en busca de un futuro mejor.

Así, entre todos empezaron a reconstruir su viaje y nació Touki Bi, una pieza teatral en la que lo narran sin palabras. Y decidimos acompañar la pieza de un coloquio que permitiera al público tener respuestas directas de las personas que vivieron la experiencia.

La obra se estrenó en el Espacio Cultural El Secadero, con un éxito rotundo: tres pases llenos, que motivaron su puesta a disposición en forma de retrasmisión abierta vía streaming, que a día de hoy cuenta con más de 2000 visualizaciones.

Todo el equipo sentimos que había que ampliar el público potencial de la obra, así que la ofrecimos al teatro principal de la isla, el Circo de Marte en Santa Cruz de La Palma, y conseguimos que se representara una vez más, llenando el aforo, que en este período de pandemia es de 180 butacas.

En los coloquios hubo momentos muy emocionantes, entre los que me quedo con el de un padre que se mostró feliz de estar en el teatro con su hijo de dos semanas. Para él era un regalo que esa fuera la primera obra que su hijo escuchaba.

Cartel de Touki Bi («El viaje», en lengua wolof) | Diseño: Chico:mente

¿Esperabais que el público respondiera de una manera tan entusiasta? ¿A qué atribuyes la repercusión?

Adaisy: No imaginábamos que tendría tal repercusión, aunque sin duda el cartel mostrando una patera bajo la sombra de un avión ayudó mucho. Todo el equipo de Cultura del Ayuntamiento y el director se volcaron con el proyecto para darle la máxima difusión.

De repente, este grupo de chicos tenían nombre, apellido y voz para reivindicar su derecho a migrar de una forma segura, contar cómo se ven obligados a salir de sus países debido a la sobreexplotación de sus recursos, y para denunciar sobre todo la situación que estaban sufriendo muchos de sus compañeros de viaje, trasladados a Tenerife. Participaron y fueron invitados a numerosos programas de radio y a algunos de televisión.

Parte de la repercusión también se debe a que, en los meses previos, la migración y el maltrato a estas personas en Canarias había ocupado mucho espacio en los medios de comunicación; y, entre noticias veraces y otras falsas y malintencionadas, mucha gente vio en la obra la oportunidad de obtener una información real y directa de la situación.

Este colectivo no siempre tiene la oportunidad ni los espacios para simplemente hablar de su situación, y sin diálogo no puede haber empatía ni se puede construir una paz genuina, donde la dignidad y los derechos de personas como ellas no sean sistemáticamente violentados.

A día de hoy, seguimos recibiendo propuestas para continuar las representaciones. Teniendo presente el énfasis que Daisaku Ikeda pone en la necesidad de dar oportunidades a la juventud, solo espero de corazón que el proyecto siga acercando a los más jóvenes a esta realidad.

Modou Amar, Aliou Kouyate, Ibrahima Cisse, Modou Faye, Abdoulay Getelisy, Abdou Khoudoss Diagne y Arona Sow, intérpretes de la obra, posan en la barca que constituye su escenografía junto al intérprete de la música en directo, Mallé; el director, Fran Pedrianes; y las técnicas de Cruz Roja en el CAI de Garafía, Tamara Avidad y la propia Adaisy (de verde claro) | Foto: Bartonio

A esto último has contribuido decisivamente tú, Nieves, al ser la impulsora de la primera visita del elenco de la obra a un centro educativo, que posteriormente inspiró solicitudes desde otros centros. ¿Qué te movió a hacerlo?

Nieves González: Al enterarme de que el grupo de migrantes iba a representar una obra de teatro para contar su historia, pensé en lo interesante que sería para el alumnado de nuestro instituto acercarse a su realidad, a sus condiciones de vida y a las causas que les llevan a emigrar, a través del testimonio directo de estos jóvenes que arriesgaron su vida buscando un futuro mejor.

Propusimos realizar una charla-coloquio con alumnado de 2.º de bachillerato de Ciencias Sociales y Humanidades, y otra con alumnado de 2.º de la ESO, puesto que en ambos cursos se trabaja el tema de las migraciones: en bachillerato, en la materia de Geografía y, en la ESO, a través de la lectura del libro Me llamo Suleiman.

Uno de los coloquios en el instituto en el que es profesora Nieves, fotografiado por ella

¿Cómo se desarrollaron los coloquios, y qué impacto tuvieron en el alumnado?

Nieves: En ambos casos el alumnado pudo poner rostro a los migrantes. Así, dejaron de ser meros datos estadísticos repetidos en las noticias, para revelarse como personas de carne y hueso y cargadas de emociones, a las que escucharon relatar cómo organizaron el viaje, el miedo que sintieron perdidos en el inmenso mar, y el compañerismo como estrategia de vida. A la vez, les oyeron hablar de la falta de perspectivas formativas y laborales en sus países de origen, del saqueo de sus recursos por empresas multinacionales, o de la corrupción en los gobiernos de sus respectivos países.

El coloquio fue muy enriquecedor para el alumnado, impresionado sobre todo por la experiencia de tener que cruzar el mar en condiciones tan precarias, con el sol, las estrellas y el viento como únicas guías, y por el fuerte compañerismo que les ayudó a sobrevivir y tener esperanzas cuando ya lo daban todo por perdido.

El alumnado pudo poner rostro a los migrantes. Así, dejaron de ser meros datos estadísticos repetidos en las noticias, para revelarse como personas de carne y hueso y cargadas de emociones.

El diálogo abierto con los jóvenes senegaleses ha ayudado a nuestro alumnado a tomar conciencia de las dificultades para prosperar o estudiar, la precariedad laboral y la falta de oportunidades en el continente africano. También les sorprendieron las humildes expectativas por las que los migrantes arriesgan sus vidas: trabajar y estudiar para ayudar a sus familias son suficientes para embarcarse, aun sabiendo que quizá no vuelvan a pisar tierra.

La falta de libertad de movimientos de una parte importante de la población mundial o la situación de irregularidad administrativa que enfrentan en nuestro país miles de personas por tratar de mejorar su futuro también formaron parte de la reflexión que nos dejó esta bonita experiencia.

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