Entrega mensual 1/2
En el calendario de actividades de la SGEs en esta segunda mitad del año, las que se dedican al estudio budista tienen como foco la II Conferencia de Estudio en Línea de la SGI prevista para noviembre. Pronunciada por el responsable de estudio de la organización, Masaaki Morinaka, esta se inspira en dos disertaciones de Daisaku Ikeda de la serie títulada Iluminando el mundo con el budismo del sol en torno a «Una religión de revolución humana», disponibles para su lectura íntegra en Civilización Global.[1] El presente artículo responde a la voluntad de facilitar la preparación para participar en dicha conferencia, a fin de extraer el máximo provecho de ella. Concretamente, esta entrega de septiembre aborda la naturaleza del estudio en la Soka Gakkai y, seguidamente, aspectos complementarios al tema de la primera de aquellas dos disertaciones: «La lucha conjunta del maestro y sus discípulos».
EL ESTUDIO BUDISTA EN LA SOKA GAKKAI
La Soka Gakkai tiene en los escritos de Nichiren Daishonin su firme base.
Basarnos en los escritos del Daishonin no quiere decir, simplemente, venerarlos como escrituras sagradas. Tampoco significa limitarnos a interpretarlos y a disertar, o a recurrir a ellos en busca de consuelo. El buda Shakyamuni enseñó que debíamos basar nuestra vida en la Ley. Nosotros tomamos como cimiento de nuestra existencia la Ley Mística y las enseñanzas de Nichiren Daishonin. Enfocamos nuestra fe en el Gohonzon y nos esforzamos por internalizar el Gosho, considerando que esa es la forma de liberarnos de una vida de sufrimiento y vencer.
En el mundo hay incontables miembros de la Soka Gakkai que, llevando en el corazón el aliento del Daishonin de que «el invierno siempre se convierte en primavera»,[2] han resistido adversidades gélidas y han abierto paso a brillantes primaveras de esperanza. En cada lugar, los miembros de la Soka Gakkai han avanzado juntos en la lucha conjunta del kosen-rufu y han abrazado la filosofía vital que palpita en los escritos del Daishonin para ponerla en práctica en sus propias circunstancias.
Nikko Shonin, sucesor y discípulo directo del Daishonin, invitó a los practicantes de la Ley Mística a «grabar los escritos del Daishonin en su vida».[3] Haciéndolo, podemos triunfar decididamente en la vida, con sus complejos desafíos, en nuestro esfuerzo por impulsar el kosen-rufu.
Enfocamos nuestra fe en el Gohonzon y nos esforzamos por internalizar el Gosho, considerando que esa es la forma de liberarnos de una vida de sufrimiento y vencer […] en la vida, con sus complejos desafíos.
Con el liderazgo de los tres presidentes fundadores, la Soka Gakkai ha dado lugar a un gran movimiento filosófico basado en la motivación interna de cada uno de sus miembros. Es un movimiento que invita a todas las personas a estudiar el budismo, practicarlo y transmitirlo.
Esta «universidad sin muros», en la que la gente se cultiva y desarrolla mediante la práctica y el estudio del budismo, hoy está presente y en expansión en todo el mundo.
(Basado en la disertación de Daisaku Ikeda titulada «Fe, práctica y estudio: Los fundamentos del budismo Nichiren», de la serie Iluminando el mundo con el budismo del sol).
LA LUCHA CONJUNTA DEL MAESTRO Y SUS DISCÍPULOS: ASUMIR NUESTRA NATURALEZA INTRÍNSECA DE BODISATVAS DE LA TIERRA
EL CONSTANTE DESEO DEL BUDA ES QUE TODAS LAS PERSONAS LOGREN LA ILUMINACIÓN: «LANZAR EL RUGIDO DEL LEÓN»
Los Bodisatvas de la Tierra se caracterizan por poseer en su vida la Ley Mística del tiempo sin comienzo. Nichiren Daishonin afirmó que, si no se les hubiera encomendado la Ley suprema, no podrían jamás aparecer y propagarla en el Último Día.[4] Esa «Ley suprema» es Nam-myoho-renge-kyo.
Nam-myoho-renge-kyo, la enseñanza implícita en el capítulo «Duración de la vida» del Sutra del loto, es el «remedio sumamente eficaz»[5] para curar los males de todos los seres en el período que el budismo denomina Último Día de la Ley. Es la Ley de la vida. Solo se puede procurar liberar del sufrimiento a otros cuando uno toma conciencia de que posee esta Ley en su propio ser y es capaz de comunicarla.
Nichiren Daishonin, en su lucha como bodisatva Prácticas Superiores –adalid de los Bodisatvas de la Tierra– se basó en la convicción de que Nam-myoho-renge-kyo era la esencia misma de su ser. E inscribió su estado de vida iluminado en la forma material del Gohonzon, para permitir lograr la iluminación a toda la humanidad en el Último Día de la Ley.
En la época actual, la descripción de los Bodisatvas de la Tierra que presenta el Sutra del loto coincide perfectamente con los miembros de la Soka Gakkai.
El Daishonin sostuvo: «Aceptar y practicar esta Ley primigenia se expresa con la sola palabra “fe” o “creencia”. Esa sola palabra “fe” es la filosa espada con la cual uno enfrenta y supera la oscuridad o ignorancia primordial».[6] También expresó: «Si usted comparte el mismo corazón que Nichiren, tiene que ser un Bodhisattva de la Tierra».[7]
Quienes se esfuerzan en bien del kosen-rufu con fe en el Gohonzon y con el mismo espíritu que el Daishonin –en otras palabras, quienes propagan las enseñanzas del Buda en el mundo real en esta época de maldad– también son Bodisatvas de la Tierra que proclaman la Ley suprema, exactamente como lo hizo él.
En la época actual, la descripción de los Bodisatvas de la Tierra que presenta el Sutra del loto coincide perfectamente con los miembros de la Soka Gakkai.
(Basado en las disertaciones de Daisaku Ikeda sobre los capítulos «Medios hábiles» y «Duración de la vida» del Sutra del loto).
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LA ILUMINACIÓN COMPARTIDA POR EL MAESTRO Y EL DISCÍPULO: LA VICTORIA DEL DISCÍPULO ES LA VICTORIA DEL MAESTRO
Aunque Nichiren Daishonin enseñó a Dozen-bo, su maestro en sus primeros años de aprendizaje del budismo, la grandeza del Sutra del loto y él la aceptó, finalmente murió sin haber abandonado por completo su apego a la práctica del Nembutsu. Pero si un discípulo suyo como el Daishonin llegaba a lograr la budeidad practicando la enseñanza correcta, en virtud de ese beneficio también Dozen-bo podría acceder a la iluminación. A eso se refirió el Daishonin al escribir: «[…] si un maestro posee un buen discípulo, el fruto de la Budeidad será para ambos».[8]
Sin embargo, por esta misma razón, un «mal discípulo» que se ha dejado confundir por enseñanzas erróneas no podrá lograr la iluminación ni guiar a su mentor a la budeidad. Como resultado de ello, escribe el Daishonin, tanto el discípulo como el maestro «caerán en el infierno».[9]
Nichiren Daishonin enseñó […]: «si un maestro posee un buen discípulo, el fruto de la Budeidad será para ambos». […] En otro de sus escritos, […] el Daishonin también señala: «Si los creyentes laicos y su maestro oran con diferente actitud, su oración será tan vana como tratar de encender fuego sobre el agua».
En otro de sus escritos, titulado Los ocho vientos, el Daishonin también señala: «Si los creyentes laicos y su maestro oran con diferente actitud, su oración será tan vana como tratar de encender fuego sobre el agua».[10] La regla invariable de la victoria en el budismo de Nichiren Daishonin es que el maestro y el discípulo se alineen en torno a un mismo propósito, en unión espiritual, como dos engranajes que encajan uno en el otro.
Por sobre todas las cosas, el Daishonin siguió el camino de un genuino discípulo, de un «buen discípulo», y por eso pudo guiar a la budeidad a su maestro. La victoria del discípulo es la victoria del maestro. El discípulo es crucial para determinar el resultado.
En Florecer y dar grano, el Daishonin no solo describe su propia postura como discípulo, sino también alienta a sus mayores Joken-bo y Gijo-bo, quienes como él tuvieron como maestro a Dozen-bo, para que aquellos también sean buenos discípulos y guíen a su mentor a la budeidad.
La regla invariable de la victoria en el budismo de Nichiren Daishonin es que el maestro y el discípulo se alineen en torno a un mismo propósito, en unión espiritual, como dos engranajes que encajan uno en el otro.
La relación de maestro y discípulo es el cimiento primordial del budismo de Nichiren Daishonin. Y esto se debe a que la interacción humana tan profunda, intensa y bella que tiene lugar en ese vínculo nos permite trascender el apego a nuestro «pequeño yo» y lograr un estado de vida basado en nuestro verdadero e ilimitado «gran yo».
(Basado en la disertación de Daisaku Ikeda dedicada a «Florecer y dar grano» en la serie Aprendamos de los escritos de Nichiren Daishonin: Las enseñanzas para lograr la victoria).
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UN PASAJE FUNDAMENTAL PARA GRABAR EN EL CORAZÓN: LA ESENCIA DE LA RELACIÓN DE MAESTRO Y DISCÍPULO
En La apertura de los ojos Nichiren Daishonin asevera: «Aunque mis discípulos y yo encontremos toda clase de dificultades, si no albergamos dudas en nuestro corazón manifestaremos la Budeidad en forma natural». Al hacerlo, establece como sujeto a él mismo y a sus creyentes, «Mis discípulos y yo…».[11]
Dispuesto a enfrentar todas las consecuencias, en el mismo escrito expresa su determinación: «Declararé lo siguiente. Que las deidades me abandonen. Que todas las persecuciones se abatan sobre mí. Así y todo, daré mi vida por la Ley».[12] Entonces, con el rugido de un león invencible, formula su potente juramento: «Seré el pilar del Japón. Seré los ojos del Japón. Seré el gran navío del Japón. ¡Este es mi juramento, y jamás lo abandonaré!».[13] Aquí, revela la médula de su espíritu.
Si bien estos fragmentos declaran la determinación y el compromiso personal del Daishonin, la intención del pasaje «Mis discípulos y yo…»[14] es subrayar más allá de toda duda la importancia de tener una fe que responda a la postura del maestro, del Daishonin. Es como si nos dijera: «¡Sigan mi ejemplo! ¡Alejen sus dudas y lamentos, como corresponde a un cachorro de león rey! ¡No desechen insensatamente la fe en el momento crucial!».
Es como si [el Daishonin] nos dijera: «¡Sigan mi ejemplo! ¡Alejen sus dudas y lamentos, como corresponde a un cachorro de león rey! ¡No desechen insensatamente la fe en el momento crucial!».
El Daishonin indica que sus verdaderos discípulos son aquellos que, con su misma determinación, se ponen en pie a luchar a su lado y trabajan enérgicamente por el kosen-rufu. Todas las personas que llegan a ser genuinas discípulas y «discípulos de Nichiren»,[15] por tomar como propio el espíritu y el compromiso de Nichiren, en realidad ya han abierto ampliamente el camino hacia el logro de la budeidad. Mientras sigan este camino hasta el final, lograrán la budeidad «en forma natural».[16]
Todos los seres vivientes poseen el estado de budeidad. El Sutra del loto también indica claramente que los budas cumplen el propósito de su advenimiento en el mundo abriendo a todos los seres la puerta de la sabiduría de Buda que yace dormida en su vida, mostrándosela, haciendo que tomen conciencia de ella y guiándolos para que entren en este camino;[17] en otras palabras, permiten a todos lograr la iluminación. La esencia de esta enseñanza suprema de todos los budas es ayudar a todos a lograr la misma gran iluminación que ellos mismos adquirieron. Por eso, a cada momento, el énfasis del budismo está puesto en forjar discípulos que se esfuercen en la fe y en la práctica con el mismo espíritu que el maestro. El budismo no es más que una filosofía de maestro y discípulo.
Y el espíritu de esta filosofía de maestro y discípulo solo cobra vida de verdad cuando el corazón de los discípulos vibra con la misma llama espiritual ardiente que encendió el Daishonin al proclamar: «Que las deidades me abandonen. Que todas las persecuciones se abatan sobre mí. Así y todo, daré mi vida por la Ley».[19]
En tal sentido, el foco del Daishonin en «mis discípulos y yo», en este fragmento, también puede leerse como una exhortación a que surjan filas de sucesores capaces, que continúen con su lucha.
(Basado en las conferencias de Daisaku Ikeda sobre La apertura de los ojos).
[1] ↑ Los textos que inspiran la conferencia se publicaron en Civilización Global en noviembre y diciembre de 2018. Paralelamente, estarán a disposición en su edición digital.
[2] ↑ END, pág. 561.
[3] ↑ El artículo 11 de los Veintiséis artículos de advertencia de Nikko señala: «Los seguidores de esta escuela deben grabar los escritos del Daishonin en su vida». Véase GZ, pág. 1618.
[4] ↑ Véase END, pág. 393.
[5] ↑ END, pág. 227.
[6] ↑ OTT, págs. 119-120.
[7] ↑ END, pág. 406.
[8] ↑ Ib., pág. 952.
[10] ↑ Ib., pág. 835.
[11] ↑ Ib., pág. 300.
[12] ↑ Ib., pág. 297.
[14] ↑ Ib., pág. 300.
[15] ↑ Véase END, pág. 1019.
[16] ↑ END, pág. 300.
[17] ↑ El capítulo «Medios hábiles» (2.o) del Sutra del loto señala: «Los budas, los Honrados por el Mundo, desean abrir el portal de la sabiduría de Buda a todos los seres vivos, permitirles adquirir pureza. Por eso, aparecen en el mundo. Anhelan mostrar la sabiduría de Buda a los seres vivos, y por eso aparecen en el mundo. Desean hacer que los seres vivos tomen conciencia de la sabiduría de Buda, y por eso aparecen en el mundo. Ansían guiar a los seres vivos a que ingresen en el camino de la sabiduría de Buda, y por eso aparecen en el mundo. Shariputra, esta es la única gran razón por la cual los budas aparecen en el mundo». Véase SL, cap. 2, pág. 31.
[18] ↑ END, pág. 307.