Generación NRH


Potira de Melo · Barcelona



Pertenezco a la tercera generación de practicantes del budismo Nichiren en mi familia.

Las actividades de la SGEs, este año más que nunca, han sido un pilar fundamental en mi vida: a raíz de la pandemia, mi familia y yo luchamos contra graves problemas de salud y financieros, pero los enfrentamos con mucho daimoku y actividad.

Al principio de la pandemia fue un desafío poder conocer telemáticamente a las chicas del distrito general del que acababa de asumir responsabilidad, pero se convirtió en una gran oportunidad para llegar a la esencia de la fe: cada diálogo ha sido fundamental para poder encontrar más coraje y vitalidad.

Las actividades de jóvenes y las reuniones de diálogo han sido un oasis de armonía donde pude invitar varios shakubukus, incluida una buena amiga del trabajo que empezó a practicar en pleno confinamiento por la salud de uno de nuestros compañeros que estaba ingresado en la UCI por COVID. Hoy él se encuentra bien y ella sigue practicando y profundizando en su fe.

Estudiar las orientaciones de Sensei junto a mis compañeros ha sido la chispa que me ha llevado a desafiarme en la lectura de La nueva revolución humana. Cada día leo veinte minutos antes de dormir, y así he incorporado el estudio constante en mi día a día.

En el ámbito laboral, este año he vuelto a experimentar la importancia de la determinación. Quería llegar con una gran victoria al Curso Europeo de Jóvenes que tuvo lugar en verano, así que hice abundante daimoku y seguí encontrándome con mis compañeras. Y un día antes del curso, ¡firmé el contrato en la empresa donde deseaba trabajar!

Estas palabras de Ikeda Sensei publicadas en octubre de 2020 me han servido de profundo aliento todo este año: «Cuando nos dedicamos de todo corazón a practicar la Ley junto a nuestro maestro, cortamos el apego ilusorio a nuestro “pequeño yo” y establecemos firmemente nuestro genuino “gran yo”».[1]


[1]Véase Civilización Global, n.º 186, octubre 2020, sección «Especial».

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