Apreciar a cada persona: El corazón de nuestra lucha conjunta por el kosen-rufu (1/3)


Publicamos una nueva entrega de la serie de disertaciones de Daisaku Ikeda titulada Iluminando el mundo con el budismo del sol.

El 3 de mayo es el Día de la Soka Gakkai.

Ese día, […] [en 1951], la Soka Gakkai abandonó su aspecto transitorio y reveló su verdadera identidad como comunidad armoniosa de Bodisatvas de la Tierra dedicada a construir el kosen-rufu mundial, la noble tarea de guiar a todas las personas a la felicidad. Fue el día en que iniciamos nuestra marcha en pos de un desarrollo sin precedentes a través de la lucha conjunta de maestro y discípulo.

Hoy, el budismo del sol de Nichiren Daishonin alumbra todo el planeta con su brillante luz de esperanza, iluminando las sociedades del mundo entero. Aquel 3 de mayo de hace siete décadas fue el punto de partida de la actual corriente imparable del grandioso río del kosen-rufu –nuestro gran movimiento dedicado a la propagación benevolente de la Ley Mística– y el inicio de una era en que Bodisatvas de la Tierra capaces asumen papeles activos en el escenario mundial.

SETENTA AÑOS DE LA ASUNCIÓN DEL MAESTRO TODA COMO PRESIDENTE

El 3 de mayo de 1951 fue un día soleado y luminoso. Ese día, mi maestro Josei Toda, sosteniendo el gran juramento del kosen-rufu, asumió la segunda presidencia de la Soka Gakkai en un encuentro celebrado en el distrito municipal de Sumida, en Tokio.

Habían transcurrido siete años desde la muerte en prisión de nuestro primer presidente, Tsunesaburo Makiguchi, en las frías postrimerías del otoño de 1944, en defensa de su firme creencia en el budismo Nichiren. Y ahora tenía ante mis ojos la noble figura de Toda Sensei en su investidura como presidente, algo que yo había anhelado largamente. Ese día fue un glorioso triunfo de maestro y discípulo.

Habíamos luchado para llegar hasta ese punto, superando dificultades abrumadoras, como quien camina sobre fino hielo o se encuentra al borde de un precipicio. Un año antes, los negocios de Toda Sensei habían caído en crisis, afectados por la inestabilidad económica de la posguerra, y para evitar que esto afectara negativamente a la Soka Gakkai él había decidido renunciar a la dirección general de la organización.

Hacer frente a la dura realidad social fue un desafío extremo. Pero nuestra fe y práctica del budismo Nichiren no fueron jamás vencidas.

Yo hice un poderoso juramento de avanzar en inseparabilidad con mi maestro, superar sin falta esa dificultad y despejar el camino hacia un futuro brillante. Me dije: «Toda Sensei fue encarcelado junto con el maestro Makiguchi por su compromiso con el budismo Nichiren, y ahora está dando continuidad a la visión de su mentor. Sin él, nunca podríamos lograr la difusión amplia de la Ley Mística. Proteger a este gran líder de la propagación es proteger la savia vital del kosen-rufu. Es fundamental que asuma la presidencia y marque el rumbo de nuestro movimiento. ¡Haré cuanto esté en mi mano para asegurar que suceda, y que nuestro gran juramento del kosen-rufu se cumpla sin falta!».

Toda Sensei me dijo: «La misión con que nací en este mundo es también tu misión». Me dediqué a orar con intensidad y a trabajar fervorosamente para superar todos los obstáculos y despejar el camino a mi maestro.

«Cuando un hombre ha pasado toda su vida al borde de un precipicio, los peligros más urgentes resultan de poca importancia». [1] En ese período de mi vida, setenta años atrás, grabé en mi corazón estas palabras memorables de La ciudad eterna (de Hall Caine), una novela ambientada en una época de revolución, que leí junto con el maestro Toda.

Aun en las circunstancias más desesperadas, arremetimos con esa convicción indómita, en completa unión espiritual de maestro y discípulo.

«¡SOY UN BODISATVA DE LA TIERRA!»

La Soka Gakkai se había desintegrado a raíz de la represión impuesta por el gobierno militarista de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Para el maestro Toda, asumir la presidencia significaba lanzarse a trabajar en su reconstrucción en la forma de un movimiento ciudadano invencible, capaz de resistir cualquier ataque de la autoridad.

Toda Sensei había salido de la cárcel con una profunda conciencia de su identidad como Bodisatva de la Tierra, reconociendo que la lucha por el kosen-rufu invariablemente volvería a provocar el ataque de los tres enemigos poderosos.[2]

Durante la guerra, el señor Makiguchi a menudo declaraba, estrictamente, que la Soka Gakkai debía «despojarse de lo transitorio y revelar lo verdadero», en relación con el concepto budista que apunta a descartar el aspecto transitorio y revelar la identidad verdadera de uno, el potencial más elevado e iluminado.

Como continuador de estas aspiraciones, Toda Sensei había llegado a la conclusión de que la Soka Gakkai debía cobrar forma como una comunidad armoniosa de practicantes unidos con el espíritu de inseparabilidad de maestro y discípulo. Debía ser una asamblea de personas esclarecidas con respecto a su identidad como Bodisatvas de la Tierra que comparten el juramento y la misión de trabajar en aras del kosen-rufu.

Desde entonces, cada 3 de mayo ha sido un día en el que tomamos una nueva determinación y renovamos nuestro juramento de continuar con la eterna marcha del kosen-rufu mediante la lucha conjunta de maestro y discípulo.

(Continuar leyendo la parte 2/3).


[1] CAINE, Hall: The Eternal City (La ciudad eterna), Nueva York: Appleton, 1901, pág. 173.

[2]Tres enemigos poderosos: Tres clases de personas arrogantes que persiguen a quienes propagan el Sutra del loto en la época malvada posterior a la muerte del Buda. Son descritos en la estrofa de veinte versos del capítulo «Aliento a la devoción» (13.º) del Sutra del loto. Miao-lo los tipificó en tres categorías: 1) laicos arrogantes; 2) sacerdotes arrogantes; 3) falsos venerables arrogantes.

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