Avanzar con valentía y esperanza hacia un nuevo amanecer


Lo que sigue es un ensayo reciente de Daisaku Ikeda, que forma parte de la serie Nuestra brillante revolución humana.

El brillo de una vida ardiente: uno de los motivos por el que hojas como las de este árbol adoptan un pigmento rojo es, al parecer, que este protege de los rayos ultravioleta a la siguiente generación, las hojas que brotarán en la próxima primavera (fotografía tomada por Daisaku Ikeda en Tokio el 26 de noviembre de 2020) | Foto: Seikyo

Soy
como las rojas hojas
extraordinarias del arce.

Una vez dediqué este poema a un miembro pionero, que, a su edad avanzada, seguía desafiándose valientemente en la sociedad y en su vida personal.

¡Cuán deslumbrantes, tenaces y exquisitas son las hojas de arce que arden como rescoldos en las ramas extendidas! Su fuerza vital parece irradiar tonos rojos y empurpurados, que describen su energía invencible frente a todas las calamidades.

Cuando, finalmente, las hojas caen, enriquecen el suelo y aportan nutrientes para que sus propios árboles y los demás echen nuevas ramas vigorosas y crezcan en primavera. Las hojas de un intenso rojizo simbolizan el triunfo rutilante, la exaltación del traspaso victorioso en la carrera de relevos, donde el testigo pasa de las manos de un atleta a otro.

A decir verdad, me recuerda a los miembros de nuestra familia Soka que han puesto el pecho a los difíciles retos de este año tan duro, con el corazón encendido de espíritu indómito.

En todo el mundo, nuestros camaradas están orando por la seguridad y el bienestar de sus familiares, amigos y compañeros, encontrando la manera de mantenerse en contacto y de alentar a todos. Cada uno de ellos actúa con sabiduría, optimismo y actitud jubilosa, empezando por hacer lo que está a su alcance en el lugar donde les toca desafiarse.

En todas partes, su conducta es la prueba visible de que «la fe equivale a la vida cotidiana» y de que «el budismo se manifiesta en la sociedad»; con esta postura, siguen trabajando sin flaquear en bien de la humanidad, por la felicidad de sus seres queridos y para que nuestro mundo tenga un futuro más promisorio.

Todas estas acciones prueban que ellos son auténticos Bodisatvas de la Tierra.

Estoy absolutamente convencido de que el magnífico desarrollo de nuestra red de ciudadanos globales, dedicados a la felicidad propia y de los demás, encarna a la perfección el surgimiento de los Bodisatvas de la Tierra en número cada vez mayor, tal como describe Nichiren Daishonin.[1]

Quiero reiterar mi gratitud inmensa a todos los trabajadores esenciales que, día y noche, están brindando lo mejor con denuedo, especialmente a los profesionales de la salud que no escatiman esfuerzos con tal de salvar vidas. […].

El esfuerzo laborioso e invisible de todos los que apoyan nuestro movimiento por el kosen-rufu detrás de la escena será recordado por las futuras generaciones como epítome del espíritu de Gakkai.

«[…] el magnífico desarrollo de nuestra red de ciudadanos globales, dedicados a la felicidad propia y de los demás, encarna a la perfección el surgimiento de los Bodisatvas de la Tierra».

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[…] Soka es sinónimo de infinita esperanza.

Al salir de la cárcel, en julio de 1945, mi maestro Josei Toda se puso de pie en las ruinas humeantes del Japón de posguerra. Su maestro, Tsunesaburo Makiguchi, había muerto en prisión. Él mismo se hallaba abrumado por deudas de negocios y en frágil estado de salud. Todo el país estaba sumido en la desesperación, sin que se pudiera vislumbrar un asomo de esperanza en la sociedad. En esa época oscura, resolvió que había llegado el momento de lograr el kosen-rufu y, así decidido, se lanzó por sí solo a reconstruir la Soka Gakkai.

En sus propias palabras: «Nam-myoho-renge-kyo es la Ley fundamental eterna y permanente. Es el poder supremo del universo y es el camino insuperable. Quienes creen en ella y actúan de acuerdo con esa Ley jamás serán infelices. Tienen asegurado un estado de vida de total y perfecta felicidad».

El señor Toda convocó e invitó a sumarse a un joven Bodisatva de la Tierra tras otro, para que lo acompañaran en su movimiento de inmensa esperanza.

Decidí ser su discípulo a los 19 años; me mantuve a su lado en los años de extrema dificultad que siguieron, cuando sus problemas de negocios comprometían la supervivencia de la organización, y abrí el camino para que él pudiera ser nombrado segundo presidente de la Soka Gakkai, el 3 de mayo de 1951, en lo que fue una victoria conjunta del maestro y el discípulo.

Mientras haya esperanza, siempre habrá un camino hacia delante. Una sucesión de adversidades puede convertirse en una gran oportunidad de desarrollo positivo. La fe en la Ley Mística es una fuente perpetua de esperanza.

Mientras haya esperanza, siempre habrá un camino hacia delante. Una sucesión de adversidades puede convertirse en una gran oportunidad de desarrollo positivo. La fe en la Ley Mística es una fuente perpetua de esperanza.

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«Me parecía inconcebible irme de este mundo sin haber creado todo lo que me sentía capaz de producir».[2] Son palabras de Beethoven, el aclamado compositor de cuyo natalicio este mes, se cumplen 250 años. Las escribió en un período en que se agudizaba su creciente sordera, un golpe atroz para un músico.

Sin embargo, aun habiendo perdido la audición por completo, Beethoven siguió adelante con su vida creativa, gestando obras maestras como su Novena Sinfonía. De hecho, jamás habría compuesto una maravilla así, de no haber tenido que sobrellevar un reto tan extremo. Lo que lo proyectó como un genio de la música fue la convicción apasionada de triunfar espiritualmente sobre cualquier obstáculo.

El verdadero valor de un individuo se forja y se revela en las circunstancias adversas. Nichiren Daishonin escribe: «El hierro se convierte en una magnífica espada cuando es sometido al fuego y a los golpes».[3]

Beethoven vivió expresando amor y gratitud a su «buena y afectuosa madre». Tras la muerte de ella, escribió: «¡Ay, quién ha sido más feliz que yo, mientras aún podía pronunciar el dulce nombre de mi madre y hacerlo oír!».[4]

El regalo supremo de Beethoven a la humanidad, su «Himno a la alegría», también se inspiró en el amor de su madre.

Este año 2021, celebraremos el septuagésimo aniversario del Departamento de Mujeres, cuyas integrantes son esplendidos soles de esperanza. Siento que el «Himno a la alegría» del gran compositor alemán también es un excelente tributo a nuestras nobles madres del kosen-rufu, quienes, aun en los momentos más difíciles, ofrecen una sonrisa generosa y abrazan cálidamente a todos.

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Júpiter y Saturno, visibles en extraordinaria cercanía, fotografiados en la noche del 22 de diciembre pasado (nótese, incluso, el anillo de Júpiter) | Foto: Seikyo

Este mes de diciembre, en vísperas del octavo centenario del nacimiento del Daishonin, los planetas Júpiter y Saturno han entrado en conjunción; ambos han sido nítidamente visibles, uno al lado del otro, en la bóveda nocturna. Hacía ocho siglos que no se los observaba tan cerca, a simple vista. La última vez había tenido lugar en 1226, de modo que el Daishonin, a sus cinco años, tal vez la haya contemplado en el cielo.[5] ¡Qué imagen tan emocionante!

Hace 27 años, recuerdo haber festejado el cumpleaños de Nichiren Daishonin con nuestros miembros de Argentina, uno de los países más alejados de Japón, en febrero de 1993. En esa ocasión, cité este pasaje del Gosho: «Cuando asoma el Sol en el cielo oriental, su intensa luz ilumina todo el firmamento sobre el gran continente meridional de Jambudvipa [es decir, el mundo entero]».[6]  Y pedí a mis compañeros: «Espero que, con el corazón abierto y el espíritu brillante como el sol, irradien una luz de esperanza a toda Argentina y a todos los pueblos».

Hoy, nuestros miembros, no solo de este país, sino de América Latina y del mundo, están alumbrando sus sociedades con los rayos potentes del budismo del sol, la filosofía de Nichiren Daishonin.

El activista argentino de los derechos humanos, Adolfo Pérez Esquivel, envió un mensaje a nuestros miembros en ocasión del 90.° aniversario de la Soka Gakkai (en noviembre de 2020). Dijo que, cuando «nos perdemos en los laberintos de la angustia, de la desesperación, del sufrimiento», si hacíamos valer nuestra capacidad de elevar la vista y mirar desde arriba, veríamos nuevos horizontes alentadores. «No dejen de sonreírle a la vida –exhortó–. En los momentos más difíciles hay que seguir. Siempre está esa fuerza de la esperanza para poder construir un mundo mejor». El doctor Pérez Esquivel ha elogiado a los jóvenes de la Soka como portadores de esa esperanza.

Inspirados por la Asamblea Mundial de Jóvenes (celebrada el 27 de septiembre de 2020), los integrantes de los departamentos de Mujeres Jóvenes, Hombres Jóvenes y de Estudiantes se han puesto al frente en su desafío por construir una nueva época. Asimismo, los miembros del Departamento Futuro están creciendo magníficamente.

Apoyemos todos […] la Generación Nueva Revolución Humana […].

Daisaku Ikeda y su esposa Kaneko, fotografiados en la Universidad Soka (Hachioji, Tokio, noviembre de 2001) | Foto: Seikyo

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A pesar de las enormes dificultades que nos ha deparado el 2020, el kosen-rufu mundial está avanzando a paso firme, liderado por nuestra juventud a la vanguardia.  La creación de valor no tiene límites.

El Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría[7] describe de este modo el espíritu fundamental de los bodisatvas: «Adoptan un gran juramento; su mente no es voluble y su práctica es siempre diligente. Porque poseen estos tres atributos, se los llama “bodisatvas”».

El primer atributo es el juramento de lograr el kosen-rufu; el segundo es la determinación inamovible; el tercero, el esfuerzo valiente y vigoroso. Cuando nos armamos de estos tres factores, activamos el enorme poder que poseemos de manera intrínseca.

En su destierro, el escritor francés Víctor Hugo (1802-1885) arengó así a sus compatriotas: «En la adversidad, debemos gritar: ¡esperanza, esperanza y más esperanza!».[8]

Ya que el budismo es una contienda por la victoria en la vida, pongámonos en marcha enérgicamente, con mayor convicción y orgullo que nunca, proclamando: «¡Victoria! ¡Victoria! ¡Y más victoria!», mientras avanzamos hacia un nuevo amanecer y hacia la cumbre de la esperanza y de la victoria de nuestro juramento, que palpita desde el tiempo sin comienzo.

Ya que el budismo es una contienda por la victoria en la vida, pongámonos en marcha enérgicamente, con mayor convicción y orgullo que nunca, proclamando: ¡Victoria! ¡Victoria! ¡Y más victoria!

(Traducción del artículo publicado el 25 de diciembre de 2020 en el Seikyo Shimbun).


[1]Véase END, pág. 406.

[2]BEETHOVEN, Ludwig van: Beethoven: Letters, Journals and Conversations (Cartas, diarios y conversaciones de Beethoven), edit. y trad. ingl. Michael Hamburger, Londres: Thames and Hudson, 1992, pág. 49.

[3]Carta desde Sado, en END, pág. 322.

[4]BEETHOVEN, Ludwig van: Beethoven: Letters, Journals and Conversations, op. cit., pág. 22.

[5]Nichiren Daishonin nació en 1222. La forma tradicional de contar la edad en el Japón asigna un año de vida a la persona el día de su nacimiento.

[6]El maestro del Tripitaka Shan-wu-wei, en END, pág. 179.

[7]Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría: Extenso comentario sobre el Sutra de la gran perfección de la sabiduría, tradicionalmente atribuido a Nagarjuna (c. 150-250). La frase citada aparece en el cuarto volumen.

[8]HUGO, Victor: Actes et Paroles, II: Pendant l’Exil (Actos y palabras, II: Durante el exilio), en Oeuvres Complètes (Obras completas), ed. ingl. Jean Massin, vol. 9, París: Le Club Français du Livre, 1971, pág. 565.

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