Para la juventud Soka, marzo es un mes especialmente revitalizador desde el punto de vista de la fe. El 16 de marzo representa, como se expone también en otras secciones de esta edición, la entrega del testigo del kosen-rufu del maestro a los jóvenes. Sin embargo, para que esta transferencia sea posible, sus «hermanos y hermanas mayores» juegan también un papel clave. Para profundizar en ello, en esta entrega destacamos un fragmento del capítulo «Una nueva esperanza» de La nueva revolución humana.
El primer capítulo del volumen 12 de La nueva revolución humana, «Una nueva esperanza», se abre el 3 de mayo de 1967, con la celebración del séptimo aniversario de la asunción de Shin’ichi Yamamoto como tercer presidente de la Soka Gakkai. Como este inicio de 2024, aquel evento representa un trampolín hacia los siguientes siete años, «un período más significativo aún que el transcurrido […] hasta ahora».[1]
El 13 de mayo, apenas diez días después de la reunión general de la sede central donde se conmemora, Shin’ichi parte de Japón en un viaje que lo llevará, en primera instancia, a Estados Unidos. Esta segunda visita a dicha nación le da la oportunidad de atestiguar el asombroso crecimiento de la Soka Gakkai allí desde su viaje pionero en octubre de 1960.
Particularmente, en Nueva York constata y celebra el aumento de la presencia juvenil, consciente de que, por muy dinámica y sólida que parezca una organización, si los miembros sénior no logran fomentar el crecimiento de los jóvenes, se estancará.
Ante la consulta de un responsable sobre cómo hacerlo, Shin’ichi ofrece una clara orientación al respecto. Seguidamente reproducimos la conversación.
UNA ORGANIZACIÓN CÁLIDA Y HUMANA
«Forjar jóvenes es crucial para el logro del kosen-rufu.
–¿Cuál es la clave para hacerlo? –preguntó el responsable con gran interés.
–Debemos confiar en ellos y respetarlos. Es erróneo tratarlos como subordinados simplemente porque hace poco que practican, o porque son más jóvenes. Es necesario que estemos decididos a apoyarlos para que se conviertan en personas más capaces, incluso, que nosotros mismos; permitirles desarrollar plenamente su potencial.
»Además, debemos ayudarlos a obtener una cabal comprensión del pensamiento básico y el comportamiento de un líder del kosen-rufu. En muchos casos, el medio idóneo es la experiencia. La comprensión teórica y la aplicación práctica son dos cosas muy distintas.
»Por ejemplo, saber que es necesaria una reacción rápida y efectiva en el caso de un terremoto o de un incendio no significa que hagamos lo indicado llegado el momento. Necesitamos un entrenamiento real, activo.
»Lo mismo puede decirse de nuestra práctica budista. Recientemente escuché que los integrantes del Grupo Control de Tráfico (precursor del grupo Soka [Sokahan]), formado por miembros del Departamento de Hombres Jóvenes, son muy elogiados en sus trabajos. Estoy seguro de que esto es fruto de su constante entrenamiento. Ellos saludan enérgicamente a sus compañeros de labor al iniciar el día, son puntuales, tienen un fuerte sentido de responsabilidad y siempre toman la iniciativa. Esto les ha valido la confianza de los demás.
»Nichiren Daishonin escribe: “El hierro se convierte en una magnífica espada cuando es sometido al fuego y a los golpes”.[2] Así, es importante que los jóvenes busquen su propio entrenamiento.
Shin’ichi siguió compartiendo sus pensamientos, mientras se dirigían al centro comunitario:
–Además, para forjarlos, tenemos que confiarles tareas específicas, y darles oportunidades de acceder al liderazgo. Las personas desarrollan sus talentos asumiendo responsabilidades y acumulando experiencia. Si no brindamos a los jóvenes la posibilidad de desafiarse, jamás crecerán.
»Por ejemplo, podemos sentirnos impelidos a intervenir o a hacernos cargo, pensando que será más fácil o más expeditivo hacer las cosas nosotros mismos. Pero los responsables tienen que ser magnánimos y asumir la total responsabilidad, incluso si el joven se equivoca.
El responsable que había preguntado sonrió con un deje de amargura.
Las personas desarrollan sus talentos asumiendo responsabilidades y acumulando experiencia. Si no brindamos a los jóvenes la posibilidad de desafiarse, jamás crecerán.
–Si les decimos que hagan esto o aquello sin guiarlos –continuó Shin’ichi–, es como esperar que fracasen. Primero, nosotros mismos tenemos que actuar y dar el ejemplo y, luego, darles la responsabilidad, alentándolos constantemente.
»Por supuesto, es importante indicarles y aclararles los puntos problemáticos, como también trazarles nuevas metas. Pero, por sobre todo, debemos darles esperanza y confianza en que pueden triunfar, si se lo proponen.
Shin’ichi se empeñaba en elucidar los puntos esenciales para forjar a los jóvenes.
–Sabemos que la juventud es el tiempo de enfrentar desafíos; las personas comienzan a pensar en el futuro y en cosas como casarse. Cuando un individuo está agobiado por las preocupaciones, no puede desplegar libremente sus capacidades. Por lo tanto, debemos escucharlo cuidadosamente, hablar acerca de sus problemas e invitarlo a usar las dificultades como trampolín para profundizar la fe.
»Si, por ejemplo, alguien está sufriendo por relaciones humanas en el trabajo, tenemos que alentarlo para que realice actividades de Gakkai y ore sinceramente para encontrar la forma de solucionar el problema.
»Si comparamos nuestro avance hacia la grandiosa meta del kosen-rufu con el movimiento de traslación de la Tierra alrededor del Sol, podríamos decir que nuestros esfuerzos por solucionar los problemas personales y concretar nuestros deseos serían como la rotación de la tierra sobre su eje. La combinación de estos dos movimientos abre frente a nosotros el camino hacia la felicidad.
»En cualquier caso, lo que importa es que cuidemos a los jóvenes como si fueran nuestros hermanos menores. En una organización fría e inhumana, jamás se desarrollarán».[3]
[1] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volúmenes 11 y 12, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2018, pág. 216.
[2] ↑ Carta desde Sado, en END, pág. 322.
[3] ↑ IKEDA, op. cit., págs. 230-232 (adaptado).