Diario juvenil


De Daisaku Ikeda
Año 1955


LUNES, 16 DE MAYO
Despejado

Esta mañana me sentía bien. He recobrado más o menos mi salud. Mi mujer, de alguna manera, también ha recuperado su humor. Sensei regresó de su viaje a las 14:00. Fui rápidamente a recibirlo y volví con él a la sede central. Le informé de varios temas. Él respondió con dos o tres preguntas, a las cuales no pude responder con claridad. Empecé a sudar, sintiéndome fatal. Escuché una disertación del ex sumo prelado Horgiome acerca del Registro de las enseñanzas trasmitidas oralmente. La luna brillaba resplandeciente cuando volví a casa. Me entraron ganas de cantar «La luna sobre el castillo en ruinas» [una famosa canción japonesa]. Abrí una colección de poesía de Walt Whitman.

Me vuelvo, pero no me libero,
Confundido, una lectura pasada, otra, pero todavía está oscuro.

La playa es cortada por el fuerte viento helado, el sonido de los cañones de naufragio,
La tempestad se calma, la luna va flotando a través de las corrientes.

Miro hacia donde el barco acaba, siento el estallido cuando golpea;
escucho los aullidos de consternación, se vuelven cada vez más débiles.

«Los durmientes», Hojas de hierba

Leí un poco del Diario de Santaro, de Jiro Abe. No es muy interesante. Me fui a dormir temprano.

MARTES, 17 DE MAYO
Despejado

Sensei estuvo ausente toda la mañana. Fui a su casa para informarle. Hacía buen tiempo. Mi salud parece haber mejorado. Contento, de camino a casa, recité el poema de Tao Yuan-ming «De vuelta a casa».

Estoy de vuelta a casa.
Los campos y jardines estarán pronto
cubiertos de malas hierbas.
Entonces, ¿cómo no puedo volver?
Mi barco se balancea suavemente mientras mi ropa se agita con la brisa.

 Fui a Jozao-ji a las 19:30 para asistir a la sexta reunión del Cuerpo. Percibí una cierta muestra de debilidad. Lo que hace falta es una fuerte base en la fe de cada persona, una sólida organización y una orientación con fundamento. Después, asistí a una reunión para despedir a S. en Myoko-ji, Shinagawa. Le di mi opinión con franqueza. Estaba muy molesto por los celos de T. y los otros. Son jóvenes débiles.

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