A continuación presentamos la traducción de un artículo de Minoru Harada, presidente de la Soka Gakkai, publicado en el Seikyo Shimbun este año en la fecha a la que alude el título.
Hoy, 26 de enero, comienza el quincuagésimo año desde el establecimiento de la Soka Gakkai Internacional (SGI) en 1975.
En esa histórica fecha, Daisaku Ikeda concluyó su discurso con el siguiente llamamiento a los miembros:
Espero que no vayan tras la alabanza o la gloria personal, sino que dediquen sus nobles vidas a sembrar por el mundo las semillas de paz de la Ley Mística. Yo me comprometo a hacer [lo mismo].[1]
Desde ese día, no cesó de trabajar en la primera línea de nuestro movimiento para evitar que la trágica historia de las dos guerras mundiales se repitiera. Dialogó con líderes e intelectuales de diversos países para contrarrestar, desde la perspectiva espiritual del budismo, el agravamiento de las divisiones y de los conflictos en el mundo. Al mismo tiempo, promovió resueltamente la creación de una cultura de paz a través de la solidaridad en el nivel ciudadano.
Con ese fin, Ikeda Sensei mantuvo más de 1600 diálogos con expertos y personalidades destacadas de todo el mundo, unos ochenta de los cuales se publicaron en forma de libro. El primero de ellos fue su diálogo con el conde Richard Coudenhove-Kalergi (1894-1972), conocido como el padre de la integración europea, que se publicó [en japonés] en 1972.
Sensei conoció a Coudenhove-Kalergi en 1967, en plena escalada de la guerra de Vietnam. A partir de entonces, conversaron en varias ocasiones. Coudenhove-Kalergi advirtió que, si continuaban las divisiones y fracturas en el mundo, nada podría impedir una tercera guerra mundial, que provocaría el colapso de nuestra civilización; y señaló: «Solo una nueva ola de religión puede detener esta tendencia y salvar a la humanidad. En vista de ello, la Soka Gakkai es una gran esperanza».[2]
Creo que hizo esa declaración porque sintió la profunda determinación de Ikeda Sensei de trabajar y viajar incansablemente para hacer realidad el ferviente deseo de su maestro Josei Toda: erradicar el sufrimiento de la faz de la tierra.
En La sabiduría del «Sutra del loto» se alude a un episodio que pone de relieve el trasfondo de ese compromiso. En 1964, en un momento en que Sensei estaba escribiendo una disertación sobre La selección del tiempo, el mundo seguía convulsionado tras la crisis de Berlín en 1961 –acaecida un año después de que él asumiera la tercera presidencia de la Soka Gakkai– y la crisis de los misiles de Cuba en 1962.
En su esfuerzo sin reservas por extraer de cada palabra y frase del Gosho el espíritu del Daishonin, como reflexión y advertencia para el mundo contemporáneo, llegó al pasaje que dice: «En Jambudvipa, estallarán luchas y disputas, peores a todo lo que el hombre haya conocido jamás».[3] Algunos de los responsables del Departamento de Estudio con los que estaba analizando dicho pasaje sugirieron que esas palabras podían interpretarse como una alusión a una tercera guerra mundial. Pero Ikeda Sensei rechazó tajantemente esa interpretación:
Si se desencadenara una tercera guerra mundial, […] el género humano sería exterminado por las armas nucleares. ¿Tiene que padecer la humanidad tormentos más crueles y extremos que los que ya ha sufrido? ¡Permitir que esto llegara a suceder sería una abominable falta de amor compasivo como budistas! Decidamos, ya mismo, que cuando el Daishonin hablaba de que «en Jambudvipa, estallarán luchas y disputas, peores a todo lo que el hombre haya conocido jamás» se estaba refiriendo a la Segunda Guerra Mundial. Pase lo que pase, no podemos permitir, bajo ninguna circunstancia, que se produzca una nueva guerra mundial. […] ¡Logremos, sin falta, el kosen-rufu, el sueño de una felicidad y una paz duraderas para todos los seres humanos![4]
Decidamos, ya mismo, que cuando el Daishonin hablaba de que «en Jambudvipa, estallarán luchas y disputas, peores a todo lo que el hombre haya conocido jamás» se estaba refiriendo a la Segunda Guerra Mundial. Pase lo que pase, no podemos permitir […] que se produzca una nueva guerra mundial.
Con esta convicción, Sensei viajó por primera vez a China y la Unión Soviética en 1974, el año anterior al de la fundación de la SGI. Comenzó los preparativos del viaje a la Unión Soviética inmediatamente después de regresar de China, aquel junio. A pesar de las opiniones que le instaban a reconsiderar la idea, y de las fuertes críticas por visitar países comunistas, su decisión se mantuvo imperturbable.
La razón por la cual viajaré a la Unión Soviética […] es que quiero hacer todo lo que esté a mi alcance para impedir una tercera guerra mundial. Por eso, iré a ese país y, luego, a Estados Unidos. Como emisario de Nichiren Daishonin voy provisto de una filosofía de paz y de reverencia por la vida, decidido a levantar el telón de una época pacífica para el mundo.[5]
Sin dejarse intimidar por las controversias, y en medio de las crecientes tensiones de la Guerra Fría, Ikeda Sensei concretó aquella primera visita a la Unión Soviética en septiembre de 1974, y en diciembre de ese mismo año viajó a China por segunda vez. Luego, el 6 de enero de 1975, viajó a Estados Unidos, donde presentó en la sede de las Naciones Unidas diez millones de firmas recogidas por los miembros del Departamento de Jóvenes de la Soka Gakkai en respaldo a la meta de la abolición de las armas nucleares.
El 26 de enero de 1975, participó en la reunión inaugural de la SGI en la isla de Guam, escenario de feroces combates durante la guerra del Pacífico. Tras la fundación de la SGI, aceleró sus iniciativas para transmitir al mundo mensajes de paz.
En un discurso que pronunció en la reunión de responsables de la sede central celebrada en noviembre de ese año en Hiroshima, insistió en la necesidad de que los Estados se comprometieran a no ser los primeros en usar armas nucleares, viendo en ello una de las prioridades para lograr la abolición completa. En mayo de 1978, elevó una propuesta al primer período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Desarme (SSOD-I) en la que reiteró su llamamiento a la prohibición de la fabricación, el almacenamiento, los ensayos y el uso de armas nucleares por cualquier país, con miras a erradicarlas definitivamente de la faz de la Tierra. El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), que entró en vigor en enero de 2021, está totalmente alineado con ese temprano llamamiento.
En junio de 1982, Sensei también presentó una propuesta al segundo período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Desarme (SSOD-II). Y en enero de 1983 escribió la primera de sus propuestas anuales de paz en ocasión del Día de la SGI. A partir de ese año hasta 2022, elaboró y presentó un total de cuarenta de estas propuestas.
La primera propuesta de paz se centró en la amenaza de las armas nucleares; desde entonces –a la par de tratar cuestiones globales como la prevención de conflictos, los derechos humanos o los problemas medioambientales y humanitarios–, la prohibición de las armas nucleares ha sido un tema recurrente año tras año, con numerosas sugerencias concretas para despejar el camino hacia su abolición.
Sensei abogó de manera sostenida por un tratado que prohibiera las armas nucleares a través de sus propuestas de paz, así como en cualquier otra oportunidad que tuvo. Finalmente, las Naciones Unidas aprobaron el TPAN el 7 de julio de 2017.
Sensei abogó de manera sostenida por un tratado que prohibiera las armas nucleares a través de sus propuestas de paz, así como en cualquier otra oportunidad que tuvo. Finalmente, las Naciones Unidas aprobaron el TPAN el 7 de julio de 2017.
El 14 de agosto de ese año, en el septuagésimo aniversario de su primer encuentro con el maestro Toda, Ikeda Sensei expresó sus reflexiones sobre la adopción de dicho tratado:
A la hora de formular mis propuestas específicas para la abolición de las armas nucleares, he otorgado especial importancia a los siguientes cuatro puntos:
-
- Promover la solidaridad en la sociedad civil para amplificar las voces de las personas en oposición a las armas nucleares.
- Subrayar la naturaleza inhumana de las armas nucleares en el debate sobre la abolición.
- Hacer de las Naciones Unidas el foro para el acuerdo y tratado.
- Asegurar que las voces de las víctimas de las armas nucleares (hibakusha) conformen el espíritu fundamental en este cometido.
Desde que, en 2007, se implementó su propuesta de crear una Década de los Pueblos para la Abolición Nuclear, la SGI ha colaborado con la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) y otros grupos con propósitos afines con el fin de crear una amplia red de ciudadanos que trabajen por la paz. En este contexto de constantes esfuerzos en la comunidad internacional por promover actividades en consonancia con los cuatro puntos mencionados, se adoptó el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) con el voto a favor de 122 Estados.
Como discípulo de Toda Sensei, sentí una satisfacción y un orgullo indescriptibles ante este logro histórico, alineado con el juramento que hice a mi maestro en el estadio Mitsuzawa [donde él realizó su declaración para la abolición de las armas nucleares]. Está previsto que la firma del TPAN comience en la apertura de la sesión de la Asamblea General en septiembre, el mes en que celebramos el sexagésimo aniversario de la declaración de Toda Sensei.[6]
Desde el momento en que Toda Sensei formuló su declaración, Ikeda Sensei trabajó denodadamente para hacer realidad la meta de la abolición de las armas nucleares, a través de una lucha en unión espiritual entre maestro y discípulo. Esta convicción se evidencia en las palabras finales de la que resultaría ser su última propuesta de paz, en 2022:
[L]a naturaleza inhumana de las armas nucleares no se limita a las consecuencias catastróficas de su uso. Por mucho que aspiremos a un mundo y a una sociedad mejores, por larga que sea nuestra lucha en pos de ello, todo perderá sentido en el instante en que empiece un intercambio de misiles nucleares. La realidad de la era nuclear es que obliga a todo el género humano a vivir, constantemente, a merced del peor, el más absurdo, el más incomprensible peligro imaginable.
El compromiso de la SGI de abolir las armas nucleares se remonta a la proclama que formuló Josei Toda en 1957. En medio de una intensa carrera armamentista entre los países poseedores de estos arsenales, la Unión Soviética había efectuado, un mes antes, un ensayo exitoso de un misil balístico intercontinental (ICBM); con ello, había creado una nueva problemática en que todas las regiones del mundo quedaban expuestas a la posibilidad de un ataque de esta índole.
En vista de esa dura realidad, Toda recalcó que el uso de estas armas por parte de cualquier Estado era un mal absolutamente condenable, y expresó su ira ante la lógica implícita que justificaba su posesión: «Quiero exponer y arrancar de cuajo las garras que se ocultan en lo profundo de las armas nucleares».
Recuerdo, como si fuera ayer, la indignación de mi maestro frente a la naturaleza inhumana de estos arsenales, que podían arrebatar a cada persona el significado y la dignidad de su vida, y extinguir por entero el fruto de todo el quehacer humano. Como discípulo suyo, resuelto a plasmar su visión de manera fehaciente, sentí en lo más profundo de mi ser esa misma ira legítima.
Convencido de que el destino del género humano no podría transformarse sin resolver el problema de las armas nucleares –mal fundamental de la civilización moderna–, he tratado de manera sistemática esta cuestión en todas mis propuestas anuales desde 1983 y he trabajado por su proscripción definitiva y total.
Varias décadas después, ha entrado en vigor el TPAN, un tratado que coincide en principio con la proclama de Josei Toda, y está por celebrarse la primera reunión de sus Estados partes. Hemos llegado, por fin, a una etapa crucial en las gestiones para la abolición de las armas nucleares, la meta tan largamente ansiada por los hibakusha del mundo, las víctimas de los bombardeos de Hiroshima y de Nagasaki, de los ensayos y el desarrollo de estas tecnologías bélicas, y la mayoría de los habitantes de este planeta.
Llevar a término esta tarea es la forma de cumplir nuestra responsabilidad ante el futuro. Con esta firme convicción, la SGI seguirá promoviendo y expandiendo las redes solidarias de la sociedad civil, con especial foco en los jóvenes, para crear una cultura de paz donde todos podamos gozar del derecho a vivir con seguridad genuina.[7]
Transmitamos estas palabras como expresión de los valores centrales y de la misión de la Soka Gakkai en la sociedad -en cuya realización queremos trabajar juntos- y, también, como nuestro juramento a Ikeda Sensei.
Estos párrafos de la última propuesta de paz –junto con el llamamiento que Ikeda Sensei realizó en la reunión inaugural de la SGI, la defensa de la competencia humanística por parte de Makiguchi Sensei y declaración para la abolición de las armas nucleares de Toda Sensei– ejercerán de cimientos permanentes del movimiento pacifista de la Soka Gakkai. Sobre estas bases, trabajaremos junto a personas y organizaciones de pensamiento afín para hacer realidad un mundo sin armas nucleares, un mundo sin guerras.
La SGI se compromete a seguir desarrollando ideas y propuestas para resolver los diversos retos que afronta la humanidad, incluyendo la abolición de las armas nucleares y la prevención de la guerra, la protección del medio ambiente, el respeto universal de los derechos humanos, la acción ante el cambio climático y diversas cuestiones humanitarias.
Sensei citó en una oportunidad las siguientes palabras del maestro Toda como fuente de inspiración de sus esfuerzos sostenidos por escribir una propuesta de paz anualmente:
Es importante presentar propuestas específicas orientadas a la paz y tomar iniciativas para su realización.
Incluso si no es posible ponerlas en práctica de manera inmediata o en todo su alcance, tales propuestas pueden servir de «chispa» de un movimiento de paz que luego se expanda ampliamente. Las teorías desvinculadas de la realidad son abstracciones inútiles. En cambio, las propuestas concretas brindan un marco para transformarla y para proteger los intereses de la humanidad.[8]
Como discípulos de Ikeda Sensei, sigamos cada uno las huellas de los tres presidentes fundadores de la Soka Gakkai en su búsqueda de la paz y el humanismo. Y como abanderados de una cultura de paz, consagrados activamente a cumplir nuestra misión, transformemos la trágica historia de sufrimiento humano, ampliando una sólida red de unión entre personas y proyectándola hacia un futuro ilimitado.
(Traducción del artículo publicado el 26 de enero de 2024 en el Seikyo Shimbun).
[1] ↑ Véase IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Vols. 21 y 22, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2020, pág. 28.
[2] ↑ Véase SATO, Koichi, Shashin: Ikeda Daisaku o ou (Diario fotográfico de Daisaku Ikeda), Tokio: Kodansha, 1969, pág. 97.
[3] ↑ La selección del tiempo, en END, pág. 567.
[4] ↑ IKEDA, Daisaku, et al.: La sabiduría del «Sutra del loto». Volumen 1, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2016, págs. 160-161.
[5] ↑ Véase IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volumen 20, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2020, pág. 284 (adaptado).
[6] ↑ IKEDA, Daisaku: Uketsugareru heiwa no kokoro: Gensuibaku kinshi sengen to Kanagawa (Heredar el espíritu de la paz: Kanagawa y la proclama para la abolición de las armas nucleares), del Seikyo Shimbun, 8 de septiembre de 2017.
[7] ↑ IKEDA, Daisaku: «Transformar la historia humana: Un haz de luz hacia la paz y la dignidad», págs. 27 y 28. Disponible en línea.
[8] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volumen 30. Parte 2, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2021, pág. 157 (adaptado).