En torno a un especial 16 de marzo


A inicios de marzo de 1958, el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, hizo un llamamiento a la juventud Soka a participar junto a él en una ceremonia que definió como «un ensayo del kosen-rufu con miras al futuro». La salud de Toda Sensei se había deteriorado seriamente –fallecería pocas semanas después, el 2 de abril– y, en ese contexto, la convocatoria se realizó con poca antelación. Aun así, en una época en la que los sistemas de comunicación eran mucho más precarios que ahora, el impulso que su joven discípulo Daisaku Ikeda imprimió a los preparativos hizo posible una respuesta rauda. Como representantes de los compañeros de todo Japón, seis mil jóvenes de las áreas cercanas al lugar de reunión, a los pies del monte Fuji, se congregaron allí desde las primeras horas de la fecha que habían marcado en el calendario: el 16 de marzo, que pasó a ser sinónimo de transferencia del legado del maestro a la juventud, y a conmemorarse como Día del Kosen-rufu. 

Este año, en la Soka Gakkai de España vamos a celebrar esta fecha tan significativa en las reuniones de diálogo. Comprometidos con nuestra misión como sucesores, los jóvenes estamos decididos a liderar estos encuentros y a dar pruebas reales de triunfo en nuestras vidas. A continuación, presentamos un diálogo entre responsables de los departamentos juveniles de la SGEs acerca del 16 de marzo, del juramento compartido con el maestro, y de sus esfuerzos por plasmarlo en la vida cotidiana.


Participan en el diálogo:

Josei González y Carola Bendinger, corresponsables del Departamento de Jóvenes
Invención Fernández y Nicolás Murillo, responsables titulares de los departamentos de Mujeres Jóvenes y de Hombres Jóvenes
Laura Caputo y Alejandro Pacheco, responsables del Departamento de Estudiantes

Carola: El 16 de marzo es un eterno punto de partida como discípulos. Además, marca el inicio de un ritmo de desafíos: desde el 16 de marzo, hacia el 2 de abril y el 3 de mayo.

Este año, al conmemorar el 16 de marzo en nuestra actividad central, las reuniones de diálogo, estas se convertirán en asambleas de «El despertar del discípulo».

Laura: Sí… En realidad, cada fecha conmemorativa de la Soka Gakkai es una oportunidad para renovar mi determinación en algún aspecto de mi vida, y el 16 de marzo es especial porque puedo renovar el deseo primordial como practicante del budismo Nichiren y miembro de nuestra organización: que más y más personas se relacionen con los valores del budismo a través del diálogo y la amistad, para su felicidad y la de quienes los rodean. Yo me esfuerzo por hacerlo realidad principalmente en mi contexto, que es la educación. El juramento que comparto con Ikeda Sensei es que, a través de la educación, los niños y niñas sean felices y se conviertan en agentes de cambio positivo en la sociedad.

Álex: Yo también considero esta conmemoración como un nuevo punto de partida para renovar mi propio juramento con el maestro y determinar elevar mi estado de vida para afrontar los problemas del día a día.

Tras asumirla en su juventud como legado de su maestro, Ikeda Sensei nos ha encomendado la labor de contribuir a la creación de un mundo pacífico y promover la comprensión del budismo Nichiren y su filosofía humanística. Yo también me esfuerzo en llevar a mi vida el significado que guarda el 16 de marzo, mediante mis acciones y mi actitud en el ambiente universitario y laboral. Al hacerlo veo cómo las personas de mi entorno también elevan su propia condición de vida, y reconfirmo el potencial inherente que existe en cada uno de nosotros. Así, como decías, Laura, nos convertimos en agentes de cambio, iluminando el lugar donde nos encontramos.

[Carola:] El 16 de marzo es un eterno punto de partida como discípulos.

Inven: Coincido totalmente con vosotros. Por otro lado, esta conmemoración marca un ritmo anual con el que avanzar en sintonía con el movimiento de Soka Gakkai y junto a Sensei. Para mí, con los años ha adquirido un significado cada vez mayor. Representa una meta, un destino hacia el cual dirigirse cada nuevo año, un camino que recorrer. Y es, además de un destino, un día de comienzos eternos, tal como expresó Sensei.

Como parte de mi experiencia personal, puedo compartir brevemente que muchas de mis grandes determinaciones en la fe y en mi vida cotidiana se han concretado hacia y a partir del 16 de marzo.

Respecto al juramento que mencionabáis antes, para mí, se traduce en comprender cada vez mejor mi propósito en la vida, en renovar y reafirmar un compromiso inamovible por el noble ideal del kosen-rufu y por dedicarme a responder a mi maestro. En mis actitudes y decisiones concretas, trato de vivir basada en todo momento en la filosofía del budismo Nichiren y accionar en coherencia con los valores que sostienen, ante todo, el respeto a la dignidad de la vida.

Daisaku Ikeda (en primer término en la imagen) estuvo a cargo de la coordinación de los preparativos y el desarrollo de la ceremonia del 16 de marzo de 1958 | Foto: Seikyo Shimbun

Nico: También en mi caso, mi juramento es inseparable del 16 de marzo. Me lleva a reflexionar sobre cómo superar mis propios límites para poner en práctica acciones en pos de mi determinación.

Siempre recuerdo con mucha alegría el 16 de marzo de 2008, cuando seis mil jóvenes de toda Europa nos reunimos en Milán con la determinación de responder y recoger el testigo de Ikeda Sensei para la concreción del kosen-rufu en nuestro continente y en el mundo, cuando se cumplían cincuenta años del 16 de marzo de 1958.

El 16 de marzo, en definitiva, es el punto de partida al que acudir una y otra vez y recomenzar siempre que sea necesario. Es la motivación para no permitir que ninguna circunstancia me aleje de mi verdadero objetivo.

Laura: Te entiendo… Hace seis años tuve la oportunidad de participar, como estudiante de la Universidad Soka de Japón, en la World Youth General Meeting, donde 600 000 jóvenes de todo el mundo conmemoramos juntos, en formato híbrido, el 60.º aniversario del 16 de marzo. Para mí, fue el momento en el que tomé conciencia de la gran magnitud de nuestro movimiento y del orgullo que supone el poder forjarme como joven en Soka Gakkai.

Inven: Sí, las actividades son un escenario para reforzar nuestro juramento y comprender más cabalmente nuestra misión. Y este año más que nunca, ¿no? Para mí, claramente este 16 de marzo tiene un significado más profundo y especial, tras el fallecimiento de Sensei. No quiero decir que haya cambiado el sentido de la celebración como tal; lo que siento es que ha calado en cada fibra de mi ser de forma mucho más contundente, y que la determinación por recoger el testigo del kosen-rufu es más grande que nunca. En otras palabras, mi deseo de responder a Sensei y esforzarme por el kosen-rufu es más grande de lo que había sido jamás.

Tengo muchos objetivos; sobre todo, invitar a muchísimos amigos a la asamblea del 16 de marzo, «El despertar del discípulo», y avanzar en la consecución del doctorado que estoy cursando.

[Inven:] Este 16 de marzo tiene un significado más profundo y especial, tras el fallecimiento de Sensei. No quiero decir que haya cambiado el sentido de la celebración como tal; lo que siento es que […] la determinación por recoger el testigo del kosen-rufu es más grande que nunca.

Nico: Sin duda, ha comenzado una nueva etapa, para la que Ikeda Sensei nos ha estado forjando y preparando durante toda su vida. Ha empezado la época en la que los discípulos debemos asumir verdaderamente su espíritu y legado. Esto es, también, poder materializar la visión de Sensei hacia las próximas décadas.

Yo también siento que se ha abierto un escenario totalmente desconocido, pero que su desarrollo y sentido dependen de mí, de mi propia postura como discípulo. Una meta central para mí a partir de ahora es la de ser capaz de hacer surgir en mi propia vida, cada día, la pasión necesaria para estar a la altura de lo que Sensei espera de los jóvenes.

Álex: Justamente a eso hace referencia el traspaso del que se habla desde el primer 16 de marzo en 1958. Para mí, tiene que ver con no conformarme con el deseo abstracto de lograr el kosen-rufu, sino materializar este pensamiento en acciones reales concretas, ayudando a mi entorno, a cada persona –una a una– en sus problemas en el instante en el que se encuentra, basándome en la fe, pudiendo así expandir a la humanidad la gran filosofía de Sensei.

Laura: Absolutamente. Siempre recuerdo que el budismo equivale a vida cotidiana, y que es en mi día a día, empezando por mí misma, donde tengo que esforzarme con este deseo. Cada persona tiene un campo de acción único, donde él o ella puede crear valor de manera única.

Para mí, eso significa asumir en primera persona el compromiso del kosen-rufu. En primer lugar, alinear mis valores y aspiraciones con las del maestro, puesto que es el ejemplo que quiero seguir como ser humano. En segundo lugar, esforzarme en la fe, la práctica y el estudio para realizar mi revolución humana y manifestar sabiduría. Y, finalmente, tomar acciones concretas en mis circunstancias diarias con el deseo de que cada persona con la que me encuentre sea feliz, y que cada lugar al que voy sea uno donde cree valor de una u otra manera. Así siento que asumo y dedico mi vida al kosen-rufu, ¡de manera alegre, dinámica y acorde con mis circunstancias!

[Laura:] El budismo equivale a vida cotidiana […]. Cada persona tiene un campo de acción único, donde él o ella puede crear valor de manera única.

Josei: Sensei ha dicho en alguna ocasión que para él cada día es 16 de marzo, y se ha referido constantemente al diálogo interno con su maestro, que ha mantenido cada día de su vida. Cuando leo sobre esto, me transporto a mi niñez cuando, sin entender racionalmente la relación de maestro y discípulo, gracias a lo que mis padres me contaban sobre Sensei sí tenía la idea de que era alguien que estaba en la otra parte del mundo haciendo daimoku por mi felicidad y por la de mi familia. Y también recuerdo que cuando yo recitaba daimoku siempre me imaginaba a Sensei haciendo lo mismo desde su casa.

Hoy en día, después de haber decidido que Ikeda Sensei es mi maestro y haber jurado que dedicaré mi vida al kosen-rufu como discípulo suyo, siento que esta expresión de que cada día es 16 marzo, en mi vida, se refiere justamente a entablar cada día este diálogo interno con el maestro. Ahora, más que nunca, me esfuerzo en mantenerlo, y cada vez que entono daimoku sigo pensando que él está haciéndolo conmigo, y esto me da la fuerza para luchar en cada aspecto de mi vida.

En los últimos años he profundizado mucho más mi relación con Sensei. Cada mañana, en el gongyo, recuerdo mi compromiso con Sensei y el kosen-rufu, y esto se convierte en la base de todo mi día.

Carola: ¡Qué recuerdos de la infancia! En mi caso, el significado del 16 de marzo fue construyéndose a medida que profundizaba, por un lado, en mi conocimiento de Ikeda Sensei y, por otro, en mi propia determinación de responderle como discípula.

El Gosho dice: «[P]ara que las oraciones sean eficaces y los desastres desaparezcan de la tierra, también hacen falta tres cosas: un buen maestro, un buen creyente y una buena enseñanza».[1] Para mí, el segundo aspecto era problemático: primero decidí que Sensei era mi maestro, pero me costaba pensar que yo podía ser una buena discípula. Fue en el fragor de los esfuerzos de la conmemoración de un 16 de marzo, sin embargo, cuando pude decidir que no importaba si era buena discípula o no; que lo único que importaba era responder a mi maestro. Debía cambiar el enfoque y ¡triunfar! Triunfar en la esperanza, en el shakubuku, en mi revolución humana. Aquella asamblea de tantos jóvenes para mí fue, a la vez, una cermonia personal con mi maestro.

Gracias a ese juramento que fui forjando y que renuevo constantemente, puedo seguir luchando, aunque no siempre lo consiga, por sacar mayor rapidez para atender a los que me rodean, amor compasivo para crear unidad, y sabiduría para establecer una red solidaria de bien en la sociedad que venza a las fuerzas que oprimen a las personas.

La conciencia de ser discípula de Daisaku Ikeda y la voluntad de hacer realidad su visión, que conocí gracias a la lectura, me han permitido ponerme de pie en cualquier circunstancia. Mi mayor deseo es ser digna de la confianza que Sensei ha depositado en mí y dar muestras de su grandeza a través de mi propia revolución humana.

Multitud de personas han expresado la opinión, basada en la experiencia, de que nadie ha confiado más en los jóvenes que Daisaku Ikeda (en la imagen, en un encuentro con jóvenes de todo el mundo en septiembre de 2002, en Tokio) | Foto: Seikyo Shimbun

[1] ↑ La forma de lograr la Budeidad mediante el «Sutra del loto» para aquellos que aspiran al Camino por primera vez, en END, pág. 922.

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