Por Mercedes Rodríguez · Alfaz del Pi, Alicante
La seria entonación de Nam-myoho-renge-kyo les permite acumular buena fortuna y crecer como seres humanos. Por más dura que se presente la realidad frente a ustedes, nunca pierdan la esperanza. En cambio, afiancen más aún su fe en el Gohonzon. Suceda lo que suceda, cuentan con la Ley Mística. Mientras abracen esta Ley eterna e imperecedera, no dejarán de ser grandes vencedores en la vida.[1]
La Ley llegó a mi vida a finales del verano de 2019, cuando una compañera de trabajo nos invitó a una reunión de la SGEs en su casa. Esa misma noche salí encantada, con una energía que hacía mucho tiempo que no sentía, y convencida de que pronto tendría un altar como el que había visto; ¡incluso sabía dónde lo colocaría! A partir de ahí, esta compañera se convirtió en mi «guía» para resolver todas las preguntas que me surgían a diario sobre la práctica y, a día de hoy, es mi mejor amiga.
Durante ese año, pude participar en algún encuentro presencial, pero meses después estalló la pandemia y las reuniones pasaron a realizarse en formato virtual. Más adelante, me suscribí a la revista Civilización Global y comencé a participar en todas las actividades, incluidos los encuentros de La nueva revolución humana. Sin embargo, ha sido hasta este año 2021 cuando, gracias al movimiento de estudio del volumen 30, he podido conectar de verdad con la historia de Shin’ichi.
Me ha «enganchado» totalmente. Cualquier ocasión es buena para leer el libro: en el descanso del trabajo, en casa… Me parece increíble lo que Ikeda Sensei transmite en cada entrega. A veces, incluso me parece que están escritas solo para mí. Me reconforta saber los lugares que ha recorrido, las personas que ha conocido y esa facilidad que tiene para expresarlo de forma tan sencilla, haciendo que la lectura se vuelva tan amena.
Me parece increíble lo que Ikeda Sensei transmite en cada entrega. […] me anima a mirarme objetivamente y autoanalizarme, preguntándome ¿cuál es mi misión en esta vida? […] Y la respuesta la encuentro en seguir estudiando y profundizando, participando en las reuniones y estando atenta en el día a día para poder ayudar.
Además, el pasado 29 de mayo recibí el Gohonzon junto a una de mis compañeras, con la cual he compartido muchas horas de estudio, diálogo, y lectura de esta novela. Fue una experiencia maravillosa, íntima, preparada con cariño y dulzura que recordaré toda la vida.
Concluyo con una frase de Sensei que he escogido porque me anima a mirarme objetivamente y autoanalizarme, preguntándome ¿cuál es mi misión en esta vida? ¿Es propagar la Ley Mística y lograr el kosen-rufu? Y la respuesta la encuentro en seguir estudiando y profundizando, participando en las reuniones y estando atenta en el día a día para poder ayudar a todo el que lo necesite.
Tomar conciencia de nuestra propia misión nos da fuerza para poder superar cualquier prueba y revés que la vida nos depara. Cuando tenemos una misión a la cual consagrar la vida surge de nosotros ilimitada valentía.[2]
[1] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Vol. 30, Parte 1, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2021, pág. 185.
[2] ↑ Ib., pág. 246.