¡Hagamos sonar las campanas del coraje y la esperanza para crear un futuro mejor!


A continuación presentamos el extracto de un reciente ensayo de Daisaku Ikeda perteneciente a la serie Nuestra brillante revolución humana.

El 3 de mayo, Día de la Soka Gakkai, emprendimos una nueva partida hacia el kosen-rufu, junto con nuestros compañeros del mundo, con alegría y en unión armoniosa.

A propósito, un mes de mayo, hace 750 años (en el quinto mes intercalar de 1273), Nichiren Daishonin –el Buda del Último Día de la Ley– redactó Sobre la profecía del Buda durante su destierro en la isla de Sado. En ese escrito, cita dos pasajes del Sutra del loto que mencionan claramente el kosen-rufu, la amplia propagación de la Ley.

El primero corresponde al capítulo «Asuntos pasados del bodisatva Rey de la Medicina» (23.°). En él, Shakyamuni imparte la siguiente instrucción: «Después de que yo haya pasado a la extinción, en el último período de quinientos años, debes propagar [el Sutra del loto] en todas partes ampliamente, en todo Jambudvipa [el mundo entero], y jamás dejar que se extinga».[1]

El segundo pasaje pertenece al capítulo «El aliento del bodisatva Sabio Universal» (28.°) y contiene el juramento que este bodisatva formula ante Shakyamuni: «Cuando El Que Así Llega [Shakyamuni] haya pasado a la extinción, yo haré que [el Sutra del loto] sea ampliamente propagado en todo Jambudvipa [el mundo entero] y me ocuparé de que nunca se extinga».[2]

Los jóvenes son decisivos para asegurar un futuro en que la Ley perdure y siga transmitiéndose. Ha llegado la época en que los Shin’ichi Yamamoto de la nueva era comienzan a ocupar su lugar en la vanguardia.

En la primera cita, el maestro confía el kosen-rufu al discípulo; en la segunda, el discípulo jura al maestro que propagará su enseñanza ampliamente.

La lucha conjunta de maestro y discípulo para hacer realidad el kosen-rufu sin falta, de acuerdo con este juramento, es lo que asegura que la enseñanza de la Ley Mística perdurará por toda la eternidad.

Los miembros de la Soka Gakkai, unidos por los lazos de maestro y discípulo, estamos cumpliendo el gran juramento del kosen-rufu mundial mediante la propagación compasiva de la Ley Mística. Desde el siglo XX hacia el siglo XXI, hemos avanzado resueltamente en este mundo tumultuoso, transmitiendo la brillante luz del triunfo humano y el respeto a la dignidad de la vida. Nuestro honor es más elevado que los cielos; nuestros beneficios y buena fortuna son más profundos que el océano.

Los jóvenes son decisivos para asegurar un futuro en que la Ley perdure y siga transmitiéndose. Ha llegado la época en que los Shin’ichi Yamamoto de la nueva era comienzan a ocupar su lugar en la vanguardia y a crear nuevos registros de grandes logros.

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Mi maestro Josei Toda, en una disertación sobre el escrito del Daishonin Sobre la profecía del Buda, explicó: «La misión de la Soka Gakkai es asegurar que [la predicción de] la “transmisión del budismo al oeste” realmente se cumpla».

El 5 de abril, recibí un doctorado honoris causa en Letras de la Universidad Maharaja Surajmal Brij de la India. Acepté humildemente esa distinción como discípulo de Toda Sensei y representante de todos nuestros miembros del mundo.

Tengo gratos recuerdos de mi encuentro [en Tokio, en octubre de 2000] con el vicecanciller de la universidad, Ramesh Chandra. Este último, quien me recomendó para el honor académico que he mencionado, rememoró la historia del budismo en la India y observó que, desafortunadamente, estaba a punto de desaparecer allí, pero que, gracias a la SGI, muchas personas del mundo habían podido adoptar esta filosofía y hoy estaban practicando la esencia de la enseñanza de Shakyamuni.[3]

Para mí, estas palabras de elogio a la Soka Gakkai por haber hecho realidad la profecía del Buda sobre la difusión del budismo en occidente fueron como una actualización en la época contemporánea del testimonio del buda Muchos Tesoros: «La luna aparece por el oeste y proyecta su luz en dirección al este, pero en cambio el sol asoma por el Levante y proyecta sus rayos hacia el Poniente».[4]

Hoy, el kosen-rufu se está desarrollando a paso realmente fenomenal en la India, cuna histórica del budismo, y en Corea del Sur, país que mi maestro consideraba que tenía una profunda misión relacionada con la «transmisión del budismo al oeste». Visualizo su rostro sonriendo complacido.

En junio de 2004, tras recibir Daisaku Ikeda un título académico honorario que representaba el número 160, él y su esposa Kaneko posaron ante un centro formado por ese mismo número de rosas que, en celebración del evento, habían preparado para ellos (en la Universidad Soka, en Hachioji, Tokio); los reconocimientos de este tipo otorgados al maestro Ikeda hoy superan ya los 400 | Foto: Seikyo Shimbun

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Recuerdo un episodio de la vida de nuestro primer presidente, Tsunesaburo Makiguchi. En mayo de 1923, hace cien años, él y otros siete directores de colegios de educación primaria en Tokio integraron una delegación observadora que visitó colegios de educación primaria en las prefecturas de Kioto, Osaka y Hyogo. Cincuenta años después de ese viaje [en abril de 1973], se inauguraron nuestras Escuelas Soka de Educación Secundaria Básica y Superior de Kansai en Katano, Osaka.[5] Los brillantes alumnos que ingresaron en estos establecimientos este año serán la 51.ª promoción; las promociones de graduados, tan preciadas para mí, están cumpliendo una función crucial en la sociedad y en sus comunidades. Como fundador de tales instituciones educativas, nada podría hacerme más feliz.

En una época en que el adoctrinamiento militarista permeaba el sistema escolar en Japón, el maestro Makiguchi declaró sin rodeos que el verdadero propósito de la educación era la felicidad de los niños. Su discípulo, el maestro Toda, firmemente convencido del potencial de la juventud, proclamó su decisión de permitir a cada alumno realizarse y ser feliz. Este es el punto de partida de la educación Soka, cuyos ideales se han difundido en todo el mundo.

Mi sincero deseo, de hoy a los próximos cincuenta y cien años, es que la educación Soka siga sosteniendo en alto el estandarte de dar prioridad a los estudiantes y forjar una corriente sostenida de ciudadanos globales que contribuyan al bienestar de la humanidad, a la par de trabajar por un mundo de paz y armonía.

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Ya ha transcurrido medio siglo desde mis diálogos con el historiador británico Arnold J. Toynbee.[6] El profesor Toynbee tenía un activo interés por la Soka Gakkai, que consideraba un pujante movimiento religioso global. Durante una de las conversaciones que mantuvimos en su casa en Londres, expresó su anhelo de que la religión se revitalice a través del compromiso con los numerosos problemas sociales y que, de este modo, contribuya de forma positiva a superar las crisis de la civilización moderna. Tomando como base la visión de la historia propuesta por el profesor Toynbee, según la cual las civilizaciones crecen en la medida en que responden a los desafíos, la religión, también, avanzará mientras responda con coraje a los retos de la época.

Hagamos que la sabiduría budista del Camino Medio, en la cual el profesor [Arnold J.] Toynbee depositaba grandes expectativas, brille mucho más en nuestro mundo, y transformemos vigorosamente las mayores adversidades en un trampolín para crear esperanza y felicidad en bien de la humanidad.

El profesor Toynbee fue una persona siempre dispuesta a aprender y a ver los aspectos positivos incluso de los problemas y el sufrimiento.

Hagamos que la sabiduría budista del Camino Medio, en la cual el profesor Toynbee depositaba grandes expectativas, brille mucho más en nuestro mundo, y transformemos vigorosamente las mayores adversidades en un trampolín para crear esperanza y felicidad en bien de la humanidad.

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En nuestro movimiento por el kosen-rufu, las sinceras oraciones y los esfuerzos incansables de las mujeres Soka nos traen siempre nueva esperanza para triunfar sobre los obstáculos y generar un potente impulso para convertir el veneno en medicina.

En 1979, último año de las primeras Siete Campanadas,[7] mi esposa Kaneko participó en una reunión de diálogo y, a petición de las miembros, dedicó una tarjeta decorativa, en la cual escribió:

Inquebrantables
en el año culminante
de las Siete Campanadas.

Ese fue el juramento de todas las mujeres Soka de Japón y del mundo. Fieles a ese profundo y apasionado juramento, incluso en plena contienda contra las tormentas de obstáculos, y siempre con fe inquebrantable, hasta el día de hoy siguen alentando y apoyando a sus camaradas, dando lo mejor en bien de sus comunidades. Por eso, la Soka Gakkai, nuestro gran bastión de maestro y discípulo, permanece inamovible. […]

Las sinceras oraciones y los esfuerzos incansables de las mujeres Soka nos traen siempre nueva esperanza para triunfar sobre los obstáculos y generar un potente impulso para convertir el veneno en medicina.

Nuestras reuniones de mujeres en pequeños grupos están pensadas para que todas las participantes puedan dialogar de vida a vida. Son encuentros informales y abiertos, donde cada participante puede mostrarse tal cual es, brindar inspiración y hacer aflorar sonrisas de felicidad en todas las compañeras a través de la alegría y la esperanza que irradia su vida. Son jardines de hermosa armonía en la diversidad, que ejemplifican el principio budista sobre la floración de los «cerezos, ciruelos, melocotoneros y albaricoqueros»[8] y el de iluminar y manifestar nuestra verdadera naturaleza.[9]

En una disertación acerca de Sobre la profecía del Buda, el maestro Toda citó estas palabras del Daishonin: «El bodisatva Jamás Despreciar fue un practicante que estaba en el nivel inicial del regocijo».[10] Luego, explicó la frase de manera muy comprensible, diciendo que Jamás Despreciar era alguien que acababa de iniciar su práctica budista y que participaba en la transmisión de la Ley con alegría irrefrenable. Añadió que también nosotros, personas comunes, estábamos propagando la Ley y que, sin falta, lograríamos la budeidad. Por eso, debíamos ser nosotros mismos y actuar con naturalidad.[11] Las animadas reuniones en pequeños grupos, en las que miembros e invitados se reúnen a hablar con espíritu libre y abierto, y de las que todos se van felices de haber asistido, son la viva cristalización de una cultura de paz.

La visión de esta colorida constelación de zinnias y petunias hace brillar nuestra mirada y nos llena de vida, como el diálogo de las mujeres de la Soka | Foto: Seikyo Shimbun

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Un 16 de mayo, hace siete décadas (en 1953), después de mi designación como responsable interino del distrito general Bunkyo, celebramos un dinámico encuentro de responsables del distrito general en el que participó Toda Sensei. Cuando escuchó a la responsable de mujeres expresar sus convicciones, quedó hondamente conmovido y dijo que esas palabras reflejaban sus propios sentimientos.

Al día siguiente, el 17 de mayo, en un encuentro general del distrito general Adachi, expuso ante todas las mujeres Soka las palabras de esa compañera –a las que había agregado una introducción–, bajo el título «Una guía para las mujeres». Parte de ese texto dice: «Ha llegado la hora de adquirir una sólida base en las enseñanzas del budismo Nichiren. Aprovechemos el tiempo y empleemos cada oportunidad que tengamos para estudiar. […] La fe firme se traduce en el deseo de estudiar las enseñanzas del Daishonin».

Al ver que estas palabras eran recibidas con júbilo, el señor Toda apeló a los siempre confiables miembros de Adachi: «Si tienen fe profunda, su vida cambiará radicalmente. Podrán transformar su destino».[12]

Las animadas reuniones en pequeños grupos, en las que miembros e invitados se reúnen a hablar con espíritu libre y abierto, y de las que todos se van felices de haber asistido, son la viva cristalización de una cultura de paz.

Nichiren Daishonin enseña que nuestras piernas corresponden a kyo [literalmente, «sutra» o «enseñanza»] de Nam-myoho-renge-kyo;[13] esto significa ponernos en acción para propagar la Ley. Fieles a estas palabras, los miembros están marchando en la primera línea de nuestro movimiento por el kosen-rufu con espíritu vibrante. Alentándose unos a otros, están avanzando con energía y generando el diálogo para hacer realidad el ideal de «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra», que nos legó el Daishonin. Cada noble miembro de la familia Soka es un modelo de asiduidad en «los dos caminos de la práctica y el estudio».[14]

El Daishonin declaró que las mujeres son las que abren la puerta.[15] Mi esposa Kaneko y yo estamos orando […] con el deseo de que todas ellas –tal como afirmó el Daishonin– puedan abrir innumerables puertas que conduzcan a un tesoro de felicidad, en esta sociedad cada vez más diversa. También estamos orando por la salud, la longevidad, la armonía y la buena fortuna de todas.

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Las actividades de nuestra Banda Musical y nuestra Banda de Pífanos y Percusión, las mejores agrupaciones de su clase en todo Japón, son realmente espectaculares. Quisiera manifestar mi sincera gratitud y alabanza por los impresionantes desfiles musicales que han protagonizado en distintos lugares del país.

Una vez, en los primeros tiempos de nuestra Banda Musical, dialogué con sus integrantes sobre las características de la música de marcha que se tocaba en los países del mundo. Sugerí que uno de los rasgos sobresalientes de nuestras agrupaciones musicales fuera la capacidad de impartir coraje. Recuerdo con afecto cómo los jóvenes músicos asintieron con un brillo de convicción en la mirada.

Acompañados por el sonido maravilloso creado por nuestros héroes musicales del kosen-rufu –de la Banda Musical– y por nuestras encantadoras mensajeras de la paz –de la Banda de Pífanos y Percusión–, siempre marcharemos con la unión de «distintas personas con un mismo propósito», irradiando la suprema valentía que llamamos «el corazón de un león rey».[16]

Toda Sensei decía: «Así como los viajeros de la antigüedad viajaban de una estación a la siguiente, avancemos por la ruta del kosen-rufu partiendo de un hito de siete años hacia el próximo». Nuestro progreso sigue el ritmo de la segunda serie de Siete Campanadas, que comenzó en 2001. Además, estamos a siete años del centenario de la Soka Gakkai, que se celebrará en 2030.

¿Quién hará sonar las campanas de la victoria en la vida y en el kosen-rufu? ¡Deben decidir que serán ustedes!

¿Quién hará sonar las campanas de la victoria en la vida y en el kosen-rufu? ¡Deben decidir que serán ustedes!

En primer lugar, necesitan comprometerse con su propia revolución humana y esforzarse al máximo para asegurar que prosperen sus familias, distritos de la Soka Gakkai y comunidades locales. Espero que abriguen grandes aspiraciones, se tracen metas concretas y se desafíen para lograrlas una por una con alegría y perseverancia.

Ante nosotros yace el gran escenario de la segunda serie de Siete Campanadas: el magnífico escenario para construir los cimientos de la paz mundial. Este es el momento de difundir la filosofía del budismo Nichiren, que reafirma la dignidad de la vida.

Hoy, una vez más, tañendo las campanas de la esperanza y el coraje en nuestra vida, ¡avancemos con optimismo, de un hito al siguiente, alineados con la Ley Mística y a ritmo con la canción triunfal de la Soka!

(Traducción del artículo publicado el 18 de mayo de 2023 en el Seikyo Shimbun).


[1] ↑ SL, cap. 23, pág. 285. Véase Sobre la profecía del Buda, en END, pág. 419.

[2] ↑ SL, cap. 28, pág. 318. Sobre la profecía del Buda, en END, pág. 422.

[3] ↑ De un artículo publicado en el Seikyo Shimbun el 16 de octubre de 2000.

[4] ↑ Sobre la profecía del Buda, en END, pág. 422.

[5] ↑ Inicialmente se denominaron Escuelas Femeninas de Educación Secundaria Básica y Superior Soka. Luego adoptaron el sistema de enseñanza mixta y cambiaron de nombre en abril de 1982.

[6] ↑ Los diálogos tuvieron lugar en Londres, en mayo de 1972 y mayo de 1973.

[7] ↑ Siete campanadas: La primera serie de siete campanadas se refiere a siete períodos consecutivos de siete años cada uno en la historia de la Soka Gakkai, desde su fundación en 1930 hasta 1979. El 3 de mayo de 1958, poco después de la muerte de Josei Toda (el 2 de abril), Daisaku Ikeda presentó este concepto siendo responsable del cuerpo directivo del Departamento de Jóvenes, y anunció metas para cada fase de siete años. El 3 de mayo de 1966, Daisaku Ikeda volvió a hablar de una nueva serie de siete campanadas para el siglo XXI. Asimismo, en 1978, antes de que terminara la primera serie, se refirió a la segunda secuencia de siete campanadas diciendo que comenzaría el 3 de mayo de 2001 y proseguiría hasta el 2050. También anunció una serie de cuatro metas quinquenales para el desarrollo de la organización durante los veinte años comprendidos entre 1980 y 2000.

[8] ↑ Véase OTT, pág. 200.

[9] ↑ Véase Las bases para manifestar la budeidad, en END, pág. 786.

[10] ↑ Sobre la profecía del Buda, en END, pág. 421.

[11] ↑ Véase TODA, Josei: Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), vol. 6, Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1986, pág. 487.

[12] ↑ TODA, Josei: Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), vol. 4, Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1984, pág. 41.

[13] ↑ En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin enuncia: «Nuestra cabeza corresponde a myo; la garganta, a ho; el tórax, a ren; el estómago, a ge, y las piernas, a kyo. Por lo tanto, nuestro cuerpo de un metro y medio de altura constituye los cinco ideogramas de Myoho-renge-kyo» (OTT, pág. 28).

[14] ↑ El verdadero aspecto de todos los fenómenos, en END, pág. 408.

[15] ↑ Véase The Treasure of a Child (El tesoro de un hijo), en WND-2, pág. 884.

[16] ↑ Carta desde Sado, en END, pág. 320.

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