El sutra manifiesta: «Así como la luz del Sol y de la Luna disipa totalmente la penumbra y la oscuridad, así esta persona, a su paso por el mundo, puede erradicar la oscuridad de los seres vivos».[22] Considere con detenimiento el significado de esta cita. «Esta persona, a su paso por el mundo» quiere decir que en los primeros quinientos años del Último Día de la Ley se producirá el advenimiento del bodhisattva Prácticas Superiores, quien alumbrará la oscuridad de la ignorancia y de los deseos mundanos con la luz de los cinco ideogramas de Nam-myoho-renge-kyo. De acuerdo con este pasaje, Nichiren, como enviado de este bodhisattva, ha exhortado al pueblo del Japón a aceptar y mantener el Sutra del loto.[23]
El mundo es el escenario de acción de los Bodisatvas de la Tierra
El Daishonin cita el pasaje del capítulo «Poderes sobrenaturales de El Que Así Llega», del Sutra del loto, como prueba documental de que él posee la misión del bodisatva Prácticas Superiores.
En él, ha de destacarse la frase «Esta persona, a su paso por el mundo». En otras palabras, los Bodisatvas de la Tierra llevan a cabo sus actividades aquí, en este mundo real, y no en alguna otra dimensión inalcanzable.
Durante los interrogatorios a los que era sometido por sus carceleros durante la Segunda Guerra Mundial, nuestro presidente fundador Tsunesaburo Makiguchi citaba esta frase del Sutra del loto y proclamaba valientemente la validez del budismo Nichiren. Esto consta en las transcripciones de sus interrogatorios.
En general, se suele creer que el budismo es una enseñanza cuyo interés está fuera del mundo secular. Esto se debe a que expone la liberación del yo con respecto al mundo nublado por la oscuridad de la ignorancia y los deseos mundanos, y transido de sufrimientos. Pero el bodisatva Prácticas Superiores –el líder de los Bodisatvas de la Tierra a quienes Shakyamuni les encomienda la propagación del Sutra del loto después de su muerte–, lejos de buscar un apartamiento trascendente, avanza y actúa «a su paso por el mundo». En ese mundo, lleva a cabo su práctica budista, inmerso en la realidad vigente.
Poner la fe en práctica en la vida cotidiana, y poner el budismo en acción en la sociedad
En El kalpa de disminución, el Daishonin escribe: «La persona de sabiduría no es la que practica el budismo alejada de los asuntos mundanos, sino, antes bien, la que comprende cabalmente los principios con los que el mundo se gobierna».[24] El señor Makiguchi había subrayado este pasaje en su ejemplar personal de los escritos del Daishonin.
La sabiduría para guiar a las personas a la felicidad se encuentra en las enseñanzas y en la práctica del budismo. El Camino Medio no consiste en considerar el budismo y los asuntos mundanos como dos elementos separados, ni en privilegiar uno sobre el otro.
Recitamos daimoku seriamente ante el Gohonzon por los problemas que enfrentamos en nuestra vida, nos esforzamos y volcamos toda nuestra sagacidad en aras de resolverlos. Cuando practicamos el budismo con sinceridad dentro de la dura realidad social y, en ella, nos dedicamos al kosen-rufu, la sabiduría de buda aflora con toda certeza desde nuestro interior. Quienes continuamente enfrentan sus desafíos son personas genuinamente sabias que viven de acuerdo con el Camino Medio, siempre poniendo en práctica la fe en la vida cotidiana y aplicando el budismo en la sociedad.
Cuando practicamos el budismo con sinceridad dentro de la dura realidad social y, en ella, nos dedicamos al kosen-rufu, la sabiduría de buda aflora con toda certeza desde nuestro interior.
El quid de la frase «esta persona, a su paso por el mundo» se encuentra en las acciones o la práctica que se llevan a cabo en ese «paso por el mundo».
«La práctica de Myoho-renge-kyo»[25] que es entonar y propagar la Ley Mística, se despliega y ejecuta en el mundo real. Todo en la vida tiene sentido y es parte de nuestra práctica budista hacia la consecución de nuestra revolución humana.
La religión existe para ayudar al género humano a ser feliz y a mejorar el mundo
«El budismo es una enseñanza para la praxis en la vida diaria», decía el señor Makiguchi. Quería llevar la paz espiritual de la religiosidad al plano de la vida social y personal. Con ese pensamiento, escribió: «¿Cuál es la razón de ser social de una religión, si no trabajar por la felicidad de la humanidad y hacer del mundo un lugar mejor? ¿No hay un valor benéfico en ayudar a la gente a ser feliz? ¿No hay un valor moral en mejorar el mundo?».[26]
¡Qué proclama tan contundente!
En nuestras lecciones particulares, que yo llamaba la «Universidad Toda», mi mentor observó más de una vez que había llegado para nosotros la hora de considerar todas las cosas tomando como perspectiva no solo el bienestar social, sino incluso el destino colectivo del género humano.
El aliento de Toynbee a actuar basados en el Camino Medio
Hace exactamente 50 años, en 1969, recibí una carta del eminente historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975) en la cual me invitaba a entablar un diálogo con él.
Esas conversaciones, que abarcaron un total de 40 horas a lo largo de dos años, se publicaron en inglés con el título Choose Life (Elige la vida, en la edición española). Estoy seguro de que el doctor Toynbee estaría sumamente complacido con la excelente recepción que tuvo nuestro libro en el mundo.
Durante nuestra charla, el académico citó unas palabras del dramaturgo romano Terencio: «Soy un hombre; nada humano me es ajeno».[27] El doctor Toynbee consideraba propias las experiencias de todas las personas: no encontraba nada que le pareciera irrelevante y por eso jamás rechazaba o ignoraba a nadie. Esto le permitió apartarse de la visión eurocéntrica de la historia y adoptar un curso menos sesgado sobre el surgimiento y la caída de las civilizaciones, descubrir el enorme poder de los pueblos y de las ideas, e identificar eso que él llamaba «las corrientes profundas y lentas que, finalmente, configuran la historia».[28]
Cuando nuestro diálogo se acercaba a su fin, me alentó diciéndome que el Camino Medio del budismo, que yo proclamaba, era con seguridad el rumbo más superador. En la reunión inaugural de la SGI (celebrada en Guam el 26 de enero de 1975), transmití justamente esta reflexión del doctor Toynbee. Él también me pidió que creara un dinámico oleaje de diálogo en todo el mundo. Me hizo saber su convicción en que el diálogo sería de extrema importancia para promover la armonía entre diferentes civilizaciones, pueblos y religiones y me exhortó, siendo yo mucho más joven que él, a seguir participando en intercambios como el nuestro con individuos de muchos países, entre ellos la Unión Soviética (hoy, Rusia), Estados Unidos y China.
El doctor Toynbee me pidió que generara un torbellino de diálogo usando la sabiduría del Camino Medio y que, de esa manera, abriera rutas a la convivencia armoniosa.
Porque allí hay seres humanos
Y yo respondí con la acción.
Poco después de concluir nuestro diálogo, viajé a Estados Unidos, a China y a la Unión Soviética en rápida sucesión. Cuando esto ocurrió, en los años de la Guerra Fría, una helada muralla de desconfianza y división separaba a estos países, y existía un férreo antagonismo entre la Unión Soviética y China.
Antes de embarcarme rumbo a este último país, les dije a quienes habían ido a despedirme: «He llegado hasta aquí junto a personas que eran objeto de burlas y desprecio, estigmatizadas como pobres y enfermos, sin recurrir al respaldo del dinero ni del poder».
La Soka Gakkai es una organización de personas comunes. Estaba convencido de que, mientras mantuviéramos esta firme base, podríamos tender puentes de amistad con otros, cualquiera que fuese su sistema ideológico o político.
Antes de mi partida hacia la Unión Soviética, algunos me cuestionaron, preguntándose por qué el líder de una organización budista querría visitar un Estado que rechazaba la religión. Sin dudarlo un instante, respondí que viajaba porque allí había seres humanos, y que yo quería conocerlos.
Cualquier lugar donde haya personas, y cada sitio donde la gente esté construyendo su vida en la Tierra compartida por todos, es un lugar con el que tengo relación. Con esta certeza, he podido hacer amigos y crear lazos de confianza con mis congéneres y ciudadanos del mundo, cualesquiera que fuesen sus creencias religiosas, trascendiendo las divisiones nacionales o políticas, y sin reparar en las diferencias entre los sistemas de valores.
Este es el momento de hacer que en la Madre Tierra brille más vivamente que nunca el tesoro espiritual del respeto a la vida y a los seres humanos. Construyamos un planeta donde todos los seres vivos puedan coexistir juntos en bella armonía; un mundo donde se celebre la existencia de todos y donde todos puedan gozar de paz y de dicha.
Cualquier lugar donde haya personas, y cada sitio donde la gente esté construyendo su vida en la Tierra compartida por todos, es un lugar con el que tengo relación. Con esta certeza, he podido hacer amigos y crear lazos de confianza con mis congéneres y ciudadanos del mundo […]. Este es el momento de hacer que en la Madre Tierra brille más vivamente que nunca el tesoro espiritual del respeto a la vida y a los seres humanos.
Salir al encuentro del amigo que nos necesita
La Soka Gakkai es una fortaleza de personas comunes que han hecho el juramento de ser, cada una, un faro de esperanza para sus semejantes. Es una red de personas que trabajan juntas basadas en la convicción de que pueden crear felicidad para sí mismas y para otros, por medio de su revolución humana.
En Carta a Jakunichi-bo, el Daishonin escribe: «[L]os que se conviertan en discípulos y seguidores laicos de Nichiren deberán comprender los profundos lazos kármicos que comparten con él y propagar el Sutra del loto de la misma manera que él lo hace».[29]
¡Superemos todas las diferencias y los obstáculos, y salgamos al encuentro de los amigos que nos necesitan! ¡Con la alegría que uno experimenta cuando vive consciente de los profundos lazos kármicos de maestro y discípulo, difundamos en el seno del pueblo el budismo del sol de Nichiren Daishonin!
Una nueva travesía hacia la paz mundial
¡Mis queridos amigos, Bodisatvas de la Tierra del siglo XXI! ¡Mis admirables compañeros! Ha sonado la campana que nos invita a desplegar las velas y emprender, una vez más, nuestro viaje en pos del kosen-rufu mundial y de la paz en el planeta.
¡Alentémonos unos a otros, siempre trabajando en unión de propósito, y sigamos avanzando juntos hacia delante!
(Traducción del artículo publicado en la edición de mayo de 2019 de Daibyakurenge). |
[22] ↑ SL, cap. 21, pág. 273.
[23] ↑ END, págs. 1038-39. Este texto, redactado en 1279, fue dirigido por intermedio de Jakunichi-bo a uno de los discípulos de Nichiren Daishonin que, presumiblemente, residía en la provincia de Awa (actualmente, parte de la prefectura de Chiba).
[24] ↑ Ib., pág. 1167.
[25] ↑ OTT, pág. 119.
[26] ↑ MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Soka Kyoikugaku Taikei (El sistema pedagógico de la creación de valor), en Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), Tokio: Daisanbunmeisha, 1982, vol. 5, pág. 356.
[27] ↑ TERENCIO: The Self-Tormentor (El atormentador de sí mismo), en The Comedies (Comedias), trad. ingl. Peter Brown, Oxford: Oxford University Press, 2006, pág. 104.
[28] ↑ TOYNBEE, Arnold J.: Civilization on Trial (La civilización en juicio), Nueva York: Oxford University Press, 1948, pág. 213.
[29] ↑ END, pág. 1039.