La respuesta a la pandemia como motor de transformación personal


Me llamo Elisa Lein y, como referente COVID escolar en un centro de atención primaria de la comarca barcelonesa del Vallès Oriental, ejerzo de nexo entre las escuelas y el sistema de salud local.

Elisa, eres periodista y en la actualidad tu tarea es ejercer de eslabón entre la comunidad sanitaria y la educativa. ¿Cuándo te diste cuenta de la importancia para tu vida del valor social de comunicar?

Desde niña, siempre tuve la necesidad de comunicar, y registrar imágenes, conservar momentos y relatarlos. Con 11 años ya formaba parte del equipo a cargo del periódico escolar, y desde muy joven he valorado el poder de la comunicación y la necesidad de la información. En mi opinión, son un proceso y una demanda, que de la mano tienen cuatro caminos maravillosos, que son clave en el crecimiento humano y el desarrollo social: informar, formar criterios y opiniones, educar y entretener.

Ahora estás más cerca de los niños y aseguras que la mejor manera de cuidar su futuro es poner atención a su presente. ¿Crees que nuestra sociedad da a la educación la atención que merece?

No la suficiente. En la época en que vivimos, de pandemia, vemos que son más efectivos los científicos, el personal sanitario o incluso los artistas, que cien ejércitos –si bien, en muchos países, los militares han formado parte muy importante en la contención de la crisis sanitaria–. El mundo necesita más personas que amen lo que hacen desde la sinceridad y la satisfacción personal que les da ejercer su vocación, que no tengan que hacer las cosas por obligación o por simples retribuciones económicas; más humanos que creen y crean en lo que hacen.

Si desde las escuelas y los hogares ponemos más atención en educar, fomentando en los niños valores que les permitan enfocar su futuro en las cosas realmente necesarias y dando un lugar primordial a prioridades humanas como la alimentación, la salud, la innovación y la paz, el futuro se garantiza más amable.

Un día cualquiera desde hace un año es, de por sí, un completo desafío.

En tu actual puesto de trabajo, ¿has encontrado desafíos al tratar de aplicar los valores humanistas que cultivas como budista?

Un día cualquiera desde hace un año es, de por sí, un completo desafío, y tanto en mi trabajo como en mi vida tengo que valorar más que nunca situaciones y decisiones enfocándome en «la estrategia del Sutra del loto»:[1] prudencia, coraje y fe firme en Nam-myoho-renge-kyo.

Recuerdo los difíciles días del mes de noviembre, cuando comenzaron a multiplicarse los positivos y con esto aumentó tanto el trabajo como la necesidad de poner foco en detalles clave a fin de que los niños y niñas siguieran su proceso de aprendizaje en las escuelas con la menor alteración posible. En temporadas como esa, y ante el aumento del riesgo de rebrote, aprovechaba mi camino al trabajo para entonar daimoku con la determinación de tomar las decisiones más adecuadas en sintonía con el respeto a la dignidad de las vidas de los niños, que quizá tendrían que verse ante el reto de un confinamiento o pasar por las incómodas pruebas PCR. También recitaba daimoku para que mis acciones contribuyeran a atajar la propagación del virus.

En ocasiones, el cansancio y el estrés del día a día me alejaron de mi práctica y tuve que plantearme reducir mi participación en las actividades de la Soka Gakkai porque el agotamiento podría llevarme a enfermar. Al mismo tiempo, pude ver con maravillosa claridad que este trabajo me está permitiendo crear valor y aportar fortuna a mi mundo.

Recuerdo los difíciles días del mes de noviembre, cuando comenzaron a multiplicarse los positivos […], aprovechaba mi camino al trabajo para entonar daimoku con la determinación de tomar las decisiones más adecuadas en sintonía con el respeto a la dignidad de las vidas de los niños.

Los beneficios visibles derivados de tu práctica budista han inspirado a algunas personas de tu entorno cercano para empezar a practicar. ¿Cuáles han sido estas pruebas reales?

Creo que lo más tangible de mis pruebas reales es mi propia evolución interior. El poder crear una vida llena de valor y así enriquecer mi entorno con los asuntos que Makiguchi Sensei observó como categorías esenciales del valor: la belleza, el beneficio y el bien.

La belleza indica el valor estético, la respuesta sensorial positiva evocada por aquello que reconocemos como «bello». El beneficio es lo que encontramos gratificante, en el sentido más amplio y holístico; esto incluye (aunque no se limita a) las condiciones materiales que hacen la vida más práctica y cómoda. El bien es aquello que mejora y extiende el bienestar de la comunidad entera, haciendo de ella un lugar mejor y más justo donde puedan vivir las personas.

En sintonía con todo ello, el logro gradual de una estabilidad personal y profesional ha mostrado a mis allegados mi conquista de victorias tales como perder el miedo a trabajar en el ámbito público, con diferencias idiomáticas, y en un área donde siempre me he sentido comprometida, como es la salud, y donde mis beneficios rebasan los límites de lo material para contribuir al bienestar de la comunidad. Este es mi mayor beneficio personal: ser y sentirme útil, así como agradecer a Catalunya todo lo que me ha dado al recibirme como en casa.[2]

«Registrar imágenes, conservar momentos»: Elisa toma un selfie durante un encuentro de jóvenes Soka en el Vallès (verano de 2019)

[1]Véase La estrategia del «Sutra del loto», en END, págs. 1045-1046.

[2]Elisa es originaria de Venezuela, y llegó a Catalunya en 2009.

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