Medio siglo de educación superior creadora de valor


50.º aniversario de la Universidad Soka


Vista aérea reciente del campus de la Universidad Soka en Hachioji, Tokio, en plena floración de los cerezos | Foto: Seikyo

La Universidad Soka se inauguró en Hachioji, Tokio, el 2 de abril de 1971. El año marcaba el centenario del nacimiento del fundador de la educación creadora de valor (soka), Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944), y el día, el aniversario del fallecimiento de su sucesor Josei Toda (1900-1958).

La construcción de la Universidad Soka comenzó con una conversación: entre un maestro, el propio Josei Toda, y un joven discípulo, Daisaku Ikeda (n. 1928), en un rincón de una cafetería universitaria tokiota, el 16 de noviembre de 1950. El primero dijo: «Para el futuro de la humanidad, debemos crear sin falta la Universidad Soka». «¡Hagamos de ella la universidad número uno del mundo!». La difícil situación económica que atravesaba en aquel momento no atenuaba su ardiente deseo de que se llegara a hacer realidad algo que había soñado ya Makiguchi Sensei.

El proyecto empezó a tomar forma concreta en 1964, con el anuncio de llevarlo a cabo que Daisaku Ikeda hizo en coincidencia con el séptimo servicio recordatorio de la muerte de Toda Sensei. A partir de ese momento, su firme compromiso personal y las iniciativas en que se tradujo maduraron hasta la inauguración de la casa de estudios superiores menos de una década después, hace ahora 50 años.

Vista del campus de la Universidad Soka en el momento de su inauguración, con las facultades de Economía, Derecho y Literatura, y las primeras infraestructuras y equipamientos, en un entorno arbolado | Foto: Seikyo

Junto al fundador, han contribuido al desarrollo de la Universidad Soka graduados, padres y otros individuos que, aun sin tener un vínculo directo con la comunidad educativa, han querido apoyar la implementación de sus valores a través de donaciones. Por ello, se enorgullece de ser una «institución del pueblo», con el compromiso invariable de dar lo mejor en bien de todas las personas, sobre todo en tiempos difíciles.

Los graduados de la Universidad Soka contribuyen a la sociedad en infinidad de ámbitos, y esta primavera el número de exalumnos ha superado la cifra de 100 000.

Además, el programa educativo internacional de la universidad ha sido objeto de gran reconocimiento. El pasado 5 de marzo recibió la mejor valoración en el informe del «Proyecto de apoyo a la creación de la mejor universidad mundial» del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología de Japón. Forma parte del reducido grupo de 4 universidades, entre un total de 37, que han merecido dos veces seguidas la calificación «esfuerzos excelentes y estimación de logro de los objetivos».

El aniversario ha motivado la publicación de un libro sobre los «50 años de historia de la Universidad Soka», que contiene un prólogo del fundador. Ikeda Sensei también envió un poema y un mensaje a los participantes en la ceremonia de ingreso celebrada el mismo 2 de abril, que incluyó a los estudiantes que no pudieron participar el año pasado, al cancelarse la ceremonia de 2020 con motivo del inicio de la pandemia.

Desde España, el equipo directivo del Instituto Universitario Mixto de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda (IEDDAI-Instituto Ikeda), con sede en la Universidad de Alcalá, envió un mensaje de felicitación, que concluía con las palabras: «Hoy, más que nunca, necesitamos contribuir a la formación de futuros ciudadanos […] sensibles a las necesidades de los demás y dispuestos a luchar por un mundo más justo. Instituciones como la Universidad Soka son un ejemplo de inspiración y apoyo para nosotros. Deseamos construir un futuro juntos durante al menos otros 50 años».

En 1971, tras la ceremonia de inauguración de la Universidad Soka, se develaron en el campus dos estatuas de bronce donadas por el fundador, Daisaku Ikeda, en cuyas placas se leen dos inscripciones interrelacionadas: «¿Con qué propósito debería una persona cultivar la sabiduría? Hazte siempre esta pregunta»; «Solo el esfuerzo y la devoción por la propia misión dan a la vida su valor» | Foto: Seikyo
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