Mantener siempre vivo nuestro espíritu fundacional


Lo que sigue es la segunda y última parte del ensayo de Daisaku Ikeda cuya publicación iniciamos en el número anterior de esta revista.

La fecha de publicación del Sistema pedagógico de la creación de valor, obra de Tsunesaburo Makiguchi editada por Josei Toda, el 18 de noviembre de 1930, se designó día de la fundación de la Soka Gakkai, asociación que, desde ese vínculo entre un maestro y un discípulo, remontó el vuelo hacia el mundo (pintura de Kenichiro Uchida) | Foto: Seikyo

(Ir a la primera parte del ensayo).

El punto de partida de la Soka fue la publicación de Soka kyoikugaku taikei (Sistema pedagógico de la creación de valor), una obra que Tsunesaburo Makiguchi escribió cuando el mundo era sacudido por la Gran Depresión, y tanto él como su discípulo Josei Toda se encontraban librando grandes batallas personales.

El deseo del maestro Makiguchi fue que su educación creadora de valores permitiera a cada joven ser feliz y, con el tiempo, condujera a una «victoria eterna de la humanidad».[1]

El maestro Toda también ansiaba que la sabiduría surgida de la educación erradicara el dogmatismo religioso y uniera a toda la humanidad como una sola familia global, iluminada por la luz de la paz para todos.

En este período en que la actividad educativa está constreñida como nunca antes por la pandemia del coronavirus, los alumnos de las escuelas Soka de cada lugar –la Universidad Soka, las escuelas Soka de primera y de segunda enseñanza de Japón, la Universidad Soka de los Estados Unidos, las escuelas Soka de Brasil y las escuelas infantiles Soka de Sapporo, Hong Kong, Singapur, Malasia y Corea del Sur– siguen estudiando con diligencia y actitud invencible, desarrollándose y creciendo con gran energía y fortaleza.

El historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975) tenía grandes expectativas en la pedagogía Soka.

También me transmitió su admiración por el historiador medieval Ibn Khaldûn (1332-1406), uno de los grandes filósofos del mundo islámico, cuya vida transcurrió durante la plaga de la Peste Negra.

Ibn Khaldûn perdió a ambos progenitores en esa epidemia global de peste bubónica, a sus dieciséis años, pero superó su desconsuelo y lo transmutó en un íntimo sentido de la misión que lo llevó a registrar todos los acontecimientos que había presenciado en bien de las generaciones futuras. Su obra más conocida, el Muqaddimah –introducción a la historia–, proclama orgullosamente que ese tratado «deberá ser el modelo en el cual habrán de basarse los historiadores del futuro».[2]

Cuando los jóvenes van más allá de sus dificultades y aflicciones personales, y se aferran a una profunda promesa de contribuir a un futuro mejor para nuestro planeta, adquieren una fortaleza insospechada y llegan a forjar gran sabiduría, creatividad y altruismo solidario.

Hoy, en cada país, los jóvenes de la Soka están poniéndose en pie para dar respuestas a los numerosos problemas que afectan a nuestro mundo. Están relacionándose con cada persona a través de un diálogo considerado y sincero, para apartar el corazón humano de la división, la angustia y la desconfianza, y guiarlo hacia la unión y la cooperación, la seguridad y la confianza. Estoy convencido de que su esfuerzo resuelto y persistente abrirá nuevas rutas y será, no solo una fuerza esperanzadora, sino incluso un modelo para las próximas generaciones.

Cuando los jóvenes van más allá de sus dificultades y aflicciones personales, y se aferran a una profunda promesa de contribuir a un futuro mejor para nuestro planeta, adquieren una fortaleza insospechada. […] Hoy, en cada país, los jóvenes de la Soka están poniéndose en pie para dar respuestas a los numerosos problemas que afectan a nuestro mundo.

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El año próximo, 2021, recordaremos el octavo centenario del nacimiento de Nichiren Daishonin.[3]

En su escrito Saldar las deudas de gratitud, el Daishonin menciona el refrán «Cuanto más lejana es la fuente, más largo es el curso de agua»[4] y luego declara: «Si el amor compasivo de Nichiren es realmente grande y amplio, Nam-myoho-renge-kyo se propagará durante diez mil años y más aún, por toda la eternidad».[5]

Nuestros miembros anónimos, ajenos al reconocimiento –y, sobre todo, nuestras compañeras del Departamento de Mujeres– son herederos directos de ese «amor compasivo grande y amplio» de Nichiren Daishonin y, con él, están difundiendo la Ley Mística en 192 países y territorios del mundo. Esta es la historia incuestionable de la Soka Gakkai.

Nuestros miembros anónimos, ajenos al reconocimiento –y, sobre todo, nuestras compañeras del Departamento de Mujeres– son herederos directos de ese «amor compasivo grande y amplio» de Nichiren Daishonin.

Así como el caudal del Ganges eterno comenzó con una sola gota de agua, nuestro movimiento creció a partir de individuos comprometidos y de pequeños grupos de personas que iniciaron una labor por el kosen-rufu en los lugares y países donde vivían. Esa «sola gota» que ellos representan, aun siendo pequeña, no es de ningún modo ineficaz o insuficiente. Lejos de ello, es «esa sola gota de rocío que prenuncia el inicio del gran océano».[6] Además, la vida de cada persona que participa en ese esfuerzo colectivo encierra un potencial infinito y de suprema nobleza. Como escribe Nichiren Daishonin: «Es como el agua de un gran océano: una sola gota contiene agua de los innumerables ríos y arroyos».[7]

Todos batallamos contra las inclemencias de nuestro karma, de uno u otro modo, así sean dificultades económicas, desempleo, afecciones de salud, discordia familiar u otros problemas. En algunos casos, la sociedad es la que se ve afectada por desastres naturales, guerras o epidemias. La severa realidad de la existencia humana es que el acto de vivir está atravesado de dificultades.

Cuando nuestra organización comenzó a recuperarse, después de la Segunda Guerra Mundial, muchos japoneses sobrevivían en condiciones desesperantes, sin esperanza de llevar una vida feliz. Nuestros pioneros de esos días reavivaron la luz cálida e intensa de la dignidad humana en el corazón helado de muchas personas desoladas y las inspiraron a expresar su propio valor interior, para levantarse y vivir con orgullo y confianza.

Hoy también, en este preciso momento, nuestros compañeros están entonando Nam-myoho-renge-kyo y actuando por la felicidad de ellos mismos y de los demás, con el profundo deseo de alentar y ayudar a quienes sufren. A la vez que lidian con sus propios problemas, se dedican con esmero a alentar y apoyar a otros, decididos a no dejar a ningún amigo atrás y a triunfar juntos. Su espíritu equivale al infinito y enorme amor compasivo del Buda; su conducta es la misma que la del bodisatva Jamás Despreciar, quien mostraba su profundo respeto a todos los que conocía.

Inspirados en este sentimiento de consideración suprema de Nichiren Daishonin, nuestro compromiso es transmitir el comportamiento respetuoso de Jamás Despreciar y de los Bodisatvas de la Tierra en nuestros vecindarios y en el país donde vivimos, creando un monumental oleaje que envuelva de felicidad y de paz duradera a todo el género humano. Este es el gran significado de nuestro movimiento por el kosen-rufu.

Inspirados en este sentimiento de consideración suprema de Nichiren Daishonin, nuestro compromiso es transmitir el comportamiento respetuoso de Jamás Despreciar y de los Bodisatvas de la Tierra en nuestros vecindarios y en el país donde vivimos.

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Miles y miles de hojas doradas de ginkgo –árbol dador de esperanza– parecen aplaudir la victoria de la Soka en su 90.º aniversario (imagen tomada por Daisaku Ikeda el 14 de noviembre pasado) | Foto: Seikyo

El señor Makiguchi falleció apenas pasadas las seis de la mañana, el 18 de noviembre de 1944. Por mística coincidencia, en ese mismo período el señor Toda, también encarcelado, experimentó una profunda revelación que le permitió asumir su identidad como Bodisatva de la Tierra y comenzar una nueva etapa en su vida.

El valeroso espíritu de levantarnos solos y ponernos a actuar por nuestro gran ideal nos asegura que el juramento del kosen-rufu, el relevo de la Ley Mística, pervivirá y se transmitirá a otros.

«Myo [de myoho, o Ley Mística] significa “revivir”».[8]

Basados en la inseparabilidad de maestro y discípulo, decidamos manifestar una vez más el espíritu fundacional del rey león que ejemplificaron nuestros presidentes fundadores y que cada uno lleva dentro, todas las mañanas y todos los días.

Hoy una vez más, tomando como modelo a los maestros Makiguchi y Toda, esforcémonos al máximo como paladines del kosen-rufu –creador de valores de la justicia, el humanismo y la paz– y escribamos otra magnífica página triunfal en los anales de la lucha conjunta del mentor y los sucesores.

(Traducción del original en japonés publicado el 16 de noviembre de 2020 en el Seikyo Shimbun).

Kaneko y Daisaku Ikeda aplauden, tras presenciar una interpretación musical en el Auditorio Ikeda de la Universidad Soka, en Hachioji, Tokio (17 de noviembre de 2002)

[1]MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), vol. 8, Tokio: Daisanbunmei-sha, 1984, pág. 365.

[2]IBN KHALDUN: The Muqaddimah: An Introduction to History (El Muqaddimah, introducción a la historia), trad. ingl. Franz Rosenthal, ed. y res. N. J. Dawood, Princeton, Nueva Jersey: Princeton University Press, 1969, pág. 30.

[3]Según la forma tradicional de contar la edad en el Japón, que le asigna un año de vida a la persona el día de su nacimiento.

[4]END, pág. 773.

[5]Ib.

[6]Los beneficios del «Sutra del loto», en END, pág. 705.

[7]La recitación de los capítulos «Medios hábiles» y «Duración de la vida», en END, pág. 72.

[8]El daimoku del «Sutra del loto», en END, pág. 156.

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